Argentina era uno de los grandes candidatos a luchar por el título en el Mundial Sub 17. Nadie tenía dudas que, si había una camada que podía romper el maleficio histórico de la categoría para el fútbol argentino, eran los futbolistas que se calzaron la camiseta argentina por primera vez hace poco más de dos años, cuando recién eran Sub 15.
Después del empate en el debut ante España -una de las potencias y otro de los seleccionados animadores de la Copa del Mundo en Brasil-, y de las victorias contundentes ante Camerún y Tayikistán, el enfrentamiento por los octavos de final ante Paraguay tenía como claro favorito al equipo dirigido por Pablo Aimar. Pero a pesar de contar con la ventaja de dos goles, los chicos sufrieron desatenciones y lo terminaron pagando muy caro: perdieron 3-2 y se despidieron mucho más temprano de lo esperado de su excursión por territorio brasileño.
El final, cargado de bronca por la derrota y con algún festejo desmedido de los paraguayos, mostró una imagen nunca vista de estos juveniles. Muchos de ellos enojados, quisieron ir a buscar a sus rivales, pero rápidamente, todo el cuerpo técnico argentino saltó a la cancha para calmarlos. Ese fue un mensaje más de Aimar y compañía. Una enseñanza de las tantas que hubieron a lo largo de un proceso que comenzó en 2015.
Después del caos que fueron los seleccionados juveniles en tiempos donde la AFA no tenía conducción y entrenadores eran contratados especialmente para viajar a torneos en el exterior, la llegada de Hermes Desio y su proyecto le dieron un marco transparente a una conducción que sumó a dos actores principales para las categorías menores de la selección argentina.
Con Diego Placente y Aimar, Argentina se aseguró profesionalismo, liderazgo y volver a vivir ese sentido de pertenencia que inculcó José Pekerman en los jóvenes futbolistas de la década dorada en los 90′s. Fue un renacer de aquella etapa que marcó la historia de la mano del entrenador y formador, que estuvo muy bien acompañado por Hugo Tocalli, Gerardo Salorio y su gran equipo.
Una vez que comenzaron las citaciones en el predio que la AFA tiene en Ezeiza, los resultados llegaron muy rápido. Con la categoría 2002/2003, la Selección Sub 15 festejó en el Sudamericano que se jugó hace un par de años en San Juan. Ese fue el comienzo de una relación inquebrantable entre un grupo de futbolistas y sus líderes fuera del campo.
Pasó el tiempo y esa misma camada se preparó para competir en la Sub 17. Llegó el torneo sudamericano que se jugó en marzo de este año en Perú y ahí volvió a aparecer la mejor cara de este plantel: fútbol y buenos modales para coronarse campeón continental. Más allá de las condiciones técnicas que mostraron sobre el césped sintético del estadio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, la mejor versión se dio en un partido decisivo para estos chicos: en el último partido de la fase inicial tenían que ganarle 3-0 a Brasil para pasar al hexagonal final y luchar por el título y las plazas mundialistas. ¿Qué hicieron los juveniles argentinos? Consiguieron el resultado y, una vez que el encuentro terminó, se acercaron a cada uno de los chicos brasileños para consolarlos. Las imágenes recorrieron el mundo.
Así, con dos títulos sudamericanos y muchas ilusiones, este plantel viajó a Brasil con el objetivo de ser campeón del mundo. No lo logró y el golpe se sintió en el grupo. Gracias a la experiencia de tantos años en el fútbol, Aimar y Placente se encargaron de que la derrota no fuera en vano. Hablaron con los futbolistas y dieron un mensaje claro: los chicos deberán aprender de esta caída dolorosa que el éxito en el deporte, al igual que en la vida, no es para siempre.
Por eso, cuando parecía que el final iba a ser bochornoso, Aimar y el resto del staff técnico ingresó al campo a calmar a los chicos. El objetivo era que su equipo, su Argentina, mantuviera los valores que marcaron los triunfos deportivos de esta camada.
“Ya sabían ganar, tuvieron que aprender a perder”, se escuchó por las entrañas del estadio Kléber Andrade, en Vitória. Una enseñanza más para estos futbolistas que asumieron a la perfección el mensaje que se les pregonó desde la conducción del plantel.
Las cuentas dicen que gran parte de este grupo trabajó junto durante 28 meses. Fueron 63 las citaciones que llevaron adelante Pablo Aimar y Diego Placente. ¿Cuántos entrenamientos completaron en Ezeiza y en diferentes partes del mundo? La suma da un total de 328 sesiones de práctica.
“Lo principal es que en los entrenamientos nos divertimos, aprovechamos cada práctica. Y que disfrutamos estar acá, entrenar con los mejores, con las mejores cosas. Disfrutamos de cada día que estamos acá”, le dijo Juan Sforza a Infobae en una entrevista previa al Mundial. El rosarino, capitán del equipo, marcó su postura sobre el significado y el mensaje que tuvieron los chicos en cada momento de trabajo.
La experiencia internacional también fue clave para el éxito. En total fueron 55 los partidos internacionales que tuvo esta camada, entre amistosos y torneos oficiales. Está comprobado que el roce previo a los grandes eventos le permite a los atletas manejar de otra forma el stress que genera la competencia. Eso también fue una gran apuesta que dio resultado, más allá que el Mundial terminó antes de lo imaginado.
Para estos chicos se terminó una etapa. Muchos de ellos volverán a sus clubes y seguirán haciendo lo que mejor saben: jugar a la pelota. Nombres como los de Matías Palacios -la joya de las inferiores de San Lorenzo-, Exequiel Zeballos -un extremo muy hábil que promete crecer en Boca-, o tantos otros como Alexis Flores en el Ciclón, el propio Sforza en Newell´s y hasta la gran cantidad de jugadores que Lanús aportó para este plantel, tiene un futuro enorme. A varios de ellos ya los comenzaron a seguir varios de los mejores equipos de Europa.
Su etapa como jugadores bajo la tutela de Aimar y compañía se acabó. Nadie les podrá quitar tantas horas compartidas. Tampoco las enseñanzas, esas que les impedían llevar el celular a la mesa en el almuerzo y la cena, o a aprender que vestirse con la ropa de la selección argentina es un privilegio. Seguramente, intentarán olvidarse rápido de la derrota en el Mundial, pero sabiendo que a pesar de lo dolorosa que fue, también sirvió para crecer.
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