Lo estaban siguiendo hace un largo tiempo. Así como habían atacado el corazón de la barra de Independiente, Gimnasia, Banfield, Lanús y más, ahora era el turno del otro grande de la Provincia de Buenos Aires. Por eso, La Agencia de Prevención en Violencia en el Deporte (Aprevide) denunció en 2018 que la Guardia Imperial, la famosa barra brava de Racing, era una organización delictiva que reportaba pingües ganancias. Y que al parecer tenía contactos suficientes como para enterarse, menos de un mes después de iniciada la investigación, que había algo contra ellos. Eso llevó a los barras a descartar teléfonos con la consiguiente paralización del operativo judicial llamado Cilindro de Avellaneda, que pasó por manos de tres fiscales y aún espera definiciones importantes. Con esa victoria en el bolsillo, los barras volvieron a sentir el sabor dulce de la impunidad. Y este año fueron por más: agredieron salvajemente al periodista partidario Sebastián Acosta, ex miembro de la facción Racing Stones de la barra y crítico de lo que estaba ocurriendo en el club, proceso por el cual aún no hay detenidos, y apretaron al plantel previo a jugar la Copa Sudamericana, causa que terminó archivada tras las declaraciones en Tribunales de Lisandro López y el técnico Edgardo Coudet sobre el tono presuntamente amistoso de la reunión.
Quizá por eso Facundo Repetto, la cara visible de La Guardia Imperial (el jefe es su tío Josi, que está cumpliendo prisión domiciliaria) pensó que ya nada le ocurriría aún cuando su nombre sobrevoló todas esas causas. Como si fuera poco, fue detenido en el partido contra River de la presente Superliga por generar supuestos desmanes, pero apenas pasó unas horas en la comisaría y fue liberado cuando se nulificó el procedimiento. Ahí decidió interponer un hábeas corpus bajo el argumento de ser un perseguido y concurrió a los siguientes partidos con abogado y escribano, para garantizar que nada le sucediera. Pero el martes al mediodía dio un paso en falso: pasó a buscar a un amigo, dio una vuelta y al regreso, fue detenido por la Policía que encontró en su vehículo una nueve milímetros cargada y con pedido de secuestro activo por hurto y quedó detenido por portación de la misma, cuyo mínimo en la escala penal es de tres años y medio de prisión. El capobarra aseguró en su declaración indagatoria que le fue plantada por los efectivos, pero el fiscal Elvio Laborde no le creyó y lo dejó preso a disposición de la jueza Estela Mollo, que deberá decidir en los próximos días sí, como dice Fernando Sicilia, el abogado de Repetto, “esto es una cama y una persecución porque se les cayeron todas las causas en la que querían involucrarlo, de hecho los testigos del procedimiento aparecieron cinco minutos después, tiempo suficiente para que les planten el arma” o si en realidad es, finalmente, la causa que terminará con su reinado en la popular académica.
Lo cierto es que esta detención se trata de la punta del iceberg de una barra que según la denuncia judicial maneja los trapitos, los puestos de comida y bebida, la reventa de entradas, el narcomenudeo, la venta de artículos electrónicos de procedencia ilegal y agreden a aquellos que tienen un pensamiento contrario. Y cuyo movimiento económico y financiero sería muy importante. En realidad, el núcleo duro de La Guardia Imperial está conformado por 21 personas, y en la hipótesis que se trabaja en Tribunales el jefe es José Repetto, alias Josi, quién llegó a la cima cuando Raúl Escobar, alias el Gordo Huevo, histórico jefe de La Guardia Imperial en los últimos 15 años, anunció que dejaba de ir a la cancha porque le habían aplicado el derecho de admisión. Aunque para algunos Escobar seguiría teniendo incidencia. Pero la cara en la cancha es Facundo Repetto, sobrino de Josi y empleado municipal de Avellaneda, que según algunos testimonios se mueve con tres guardaespaldas por el Cilindro y usa una manopla de acero negra, igualita a la que encontraron en su vehículo y que podría ser similar a la utilizada contra el periodista Acosta.
La investigación también apunta al manejo que La Guardia Imperial tiene sobre las barras de Dock Sud y San Martín de Burzaco, que juegan en las categorías del Ascenso y a los vínculos con políticos de la zona, policías y dirigentes deportivos. Por estas horas lo que se debate en Tribunales es si la aprehensión de Repetto quedará sólo en eso, o es el comienzo de la estocada final sobre una barra que este domingo en el partido contra Huracán empezará a mirar con desconfianza todo lo que sucede alrededor, esperando que sus viejos contactos que les permitieron surfear la ola hasta ahora, no los abandonen.
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