Más de cincuenta personas se reunieron en Rosario para celebrar el cumpleaños 59 de Diego Armando Maradona y vivir así una nueva Navidad en la Iglesia Maradoniana. Llegaron desde Buenos Aires, Córdoba, Uruguay, Ecuador, Francia y España. Todos persiguiendo lo mismo: compartir el amor por el hombre que más los hizo felices dentro de una cancha de fútbol.
Jesús, en la piel de Maradona
Es de Ecuador y se enamoró tanto de Maradona que se lo tatuó en 9 oportunidades. Vive en Buenos Aires porque estudia y pese a estar bautizado, no quiso perderse el rito que se llevó a cabo en Rosario.
Guillermo y un amor que se transmite de generación en generación
Otro enamorado del Diez que hizo heredar la pasión: comparte un tatuaje de Diego con su hijo. También tiene tintas en honor a Maradona en sus piernas y una inmensa que le cubre toda la espalda.
El Uruguayo, pasión sin fronteras
“Me hizo amar a Argentina siendo uruguayo”, cuenta Diego, que no tiene ídolos futbolísticos charrúas. Solamente uno, argentino, y es Maradona. Modificó la letra de una canción de la Vela Puerca para dedicárselo.
Los Cordobeses y la utopía de llegar
Goro y Pato, lesionados, viajaron desde Córdoba para estar presentes en la fiesta de Rosario. En un Clio del año 2000, a 80 por hora y casi sin dinero en el bolsillo, hicieron lo posiblemente humano para estar presentes. Los hinchas de Belgrano idolatran al Diez desde hace años y pese a tener fractura de tobilla y rotura de ligamentos de rodilla, respectivamente, se bautizaron ensayando la “Mano de Dios”.
Walter y las hijas de Dios
Su historia se dio a conocer hace tiempo: hace 8 años les puso Mara y Dona a sus hijas mellizas. Pero además el hoy simpatizante de Arsenal confesó por qué renunció a su fanatismo por Boca: fue cuando la hinchada xeneize cantó en un partido por Riquelme y le dio la espalda a Maradona. “Desde ahí, nunca más”. Todo por Diego.
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