La efervescencia por Daniele De Rossi en Boca disminuyó al punto tal que lleva cinco partidos sin minutos en cancha y sus lesiones lo esconden detrás de la escenografía de la Bombonera. Con la serie ante River por la Copa Libertadores abierta, existen pocas chances de que pueda tener protagonismo real y surgen varias cuestiones que invitan a reflexionar sobre su continuidad en la institución de la Ribera.
Elecciones. El próximo 8 de diciembre serán los comicios en la Bombonera para elegir a las nuevas autoridades tras los últimos dos mandatos de Daniel Angelici, quien anunció que seguirá ligado al club en la Fundación Boca Social. Christian Gribaudo, por parte del oficialismo, buscará heredar el cargo del actual presidente y de su mano seguiría Nicolás Burdisso, responsable de la secretaría técnica y mentor de la incorporación de De Rossi.
Fue el ex defensor el que convenció a la cúpula dirigencial y Gustavo Alfaro de sumar al campeón del mundo con Italia, quien ya había hecho guiños para tener la chance de probar suerte en el fútbol argentino con la camiseta azul y oro. Sin embargo, si el oficialismo es derrotado en las urnas dentro de dos meses, Burdisso no tendrá garantizada la continuidad. Por ende, sin su respaldo, el Tano vislumbraría nuevos horizontes de cara a 2020.
Falta de minutos. Desde su llegada, De Rossi jugó dos partidos completos (victorias ante Aldosivi y Banfield por Superliga), cosechó otros dos cotejos como titular en los que fue reemplazado (Superclásico 0-0 por Superliga y caída en penales ante Almagro por Copa Argentina, siendo autor del tanto xeneize en el 1-1) e ingresó sobre el final de la revancha por los cuartos de final de la Libertadores contra Liga de Quito (0-0 en la Bombonera).
Lele se sacó las ganas de convertir ante el Tricolor, disputar un derby ante River y sentir el calor del Alberto J. Armando. No obstante los 336 minutos que acumula en el semestre le saben a poco. Muestra de su tremenda humildad es que jamás puso objeciones ante alguna suplencia o exclusión de convocatoria y que se entrenó a la par de sus compañeros siempre que su físico lo permitió. Pero seguramente tenía otras aspiraciones y este es un punto que pesará a la hora de realizar un balance.
Lesiones. La técnica y facilidad para jugar a un toque fue lo que más llamó la atención del italiano al ser presentado en la institución. Pero, como era de esperarse, sintió el rigor de la alta intensidad que hoy reina y caracteriza al fútbol argentino. A los 36 años no atraviesa su plenitud física pero suple ese factor con la facilidad de ubicación dentro del campo y su capacidad cerebral como eje en el centro de la cancha.
Cuando daba la sensación de que empezaba a agarrar rodaje llegó una lesión que lo dejó al margen de compromisos importantes como ante San Lorenzo por Superliga y River por la ida de las semis de la Libertadores. Distensión en isquiotibial derecho fue el parte médico oficial de Boca el 20 de septiembre. Justo antes de recibir el alta, una molestia en su gemelo postergó su retorno. Ahora trabaja a contrarreloj para ser opción para Alfaro en el mediocampo en los duelos ante Racing (este viernes por Superliga) y el Millonario (el martes 22 de octubre por la Libertadores).
Expectativa y realidad. Probablemente el Tano esté satisfecho con diversas cuestiones que atañen a su estadía en Argentina. Su deseo de explorar nuevas culturas lo llevó a movilizar a su familia, que a través de las redes sociales da muestras de sentirse cómoda ante lo desconocido. Igualmente De Rossi no está del todo conforme y esto se explica desde el plano futbolístico. Sabido era que comenzaría en desventaja en la consideración de un entrenador que no puso reparos en su contratación pero dejó en claro que no lo tenía como prioridad, ya que además arribó sin pretemporada ni ritmo de juego.
Tuvo competencia con Iván Marcone, Nicolás Capaldo, Jorman Campuzano y Agustín Almendra, entre otros, y cumplió cuando le tocó saltar al césped, aunque no descolló. Debido a eso los reclamos de titularidad de muchos hinchas que lo imaginaban como indiscutido en el once decrecieron con el correr de las semanas. Se convirtió en una suerte de rueda de auxilio y siempre corrió desde atrás por el muy buen nivel de Capaldo y un Marcone que resulta intocable para el técnico.
El llamado de Italia. Daniele tiene línea directa con su tierra natal y se mantiene pendiente de la suerte deportiva de la Roma, equipo que lo identifica, y su selección. Tan grande es su figura en su suelo natal que Roberto Mancini tenía decidido convocarlo para la actual fecha de Eliminatorias camino a la Eurocopa 2020, en la que la Azzurra acaba de sacar boleto al certamen continental tras el triunfo 2-0 frente a Grecia.
El plan era que De Rossi, responsable de bordar una estrella dorada en el escudo italiano (Copa del Mundo Alemania 2006), tuviera una despedida a lo grande con su conjunto nacional para borrar así su último -negativo- antecedente: derrota contra Suecia en la repesca por la clasificación al Mundial de Rusia 2018 con él en el banco de suplentes. Su estado físico impidió que estuviera disponible para Mancini, que igualmente lo considera como colaborador en su cuerpo técnico a partir de mediados de 2020, fecha en la que caduca su vínculo con Boca (allí tiene una cláusula de renovación por seis meses más).
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