Vestido con una vieja campera de Independiente de los tiempos en que él era el rey del Libertadores de América, Pablo Álvarez se sentó en el lugar al que juró nunca más volver: el banquillo de los acusados. Tras más de 15 años, Bebote volvía a enfrentarse a la Justicia, en este caso por una causa de resonancia social: la tentativa de extorsión a Ariel Holan cuando éste era técnico de Independiente. Más demacrado que en su época de jefe de Los Diablos Rojos, obtuvo del tribunal que se impidiera que se le saquen fotos y con una barba candado que cuida prolijamente en su hogar donde cumple prisión domiciliaria, Bebote se sentó y miró con cierta preocupación y algo de arrogancia lo que sucedía a su alrededor. Y sonrió cuando al momento de la lectura de sus datos personales, se dijo que su profesión era comerciante y su rubro, salón de fiestas. Ironías del destino.
El 19/10/17, había tenido la mala idea de esperar a la salida de una práctica a Ariel Holan, seguirlo con otros barras en dos motos y un auto, pararlo a la entrada de la autopista y pedirle, en modo barra, una contribución de 50.000 dólares para viajar al Mundial de Rusia. El ministro de Seguridad Bonaerense, Cristian Ritondo, se enteró por la dirigencia del club de lo sucedido, le pidió al jefe de la Aprevide, Juan Manuel Lugones, que denuncie el hecho y al día siguiente, Ariel Holan ratificó todo en la fiscalía de Lomas de Zamora. Álvarez se entregó el 27 de ese mes, sumó más tarde otra causa por asociación ilícita, estuvo preso 23 meses en el penal de Melchor Romero hasta que obtuvo la domiciliaria y ahora, este mediodía, volvió a verse las caras con Holan, ante la jueza María del Carmen Mora y la fiscal Mariana Monti, quienes lo juzgarán por un delito que contempla pena de hasta cinco años de prisión.
La tensión en el tercer piso de los Tribunales de Lomas de Zamora era palpable. Y pareció inusitado el operativo de seguridad: entre policías y gendarmes, había 10 efectivos custodiando la sala. A Álvarez lo hicieron esperar en un cuarto, él sólo. En otro, estaba Holan, esperando ingresar para testificar. Primero fue el turno de Lugones, del Aprevide, que narró los hechos que lo llevaron a denunciar e hizo hincapié en la lucha contra los barras que ejerció durante su actual mandato. Dos veces la jueza debió llamarle la atención a Bebote que se reía burlonamente del funcionario y hasta lo advirtió que podía expulsarlo de la sala. Cuando el clima se calmó, la defensa intentó demostrar que la causa estaba armada para perjudicar a su cliente y que Lugones había actuado bajo instancia del poder político con fiscales que obedecían sus órdenes.
Pero lo que se esperaba era la declaración de Holan. Y el entrenador apareció a las 11.40, vestido con una remera negra y pantalón al tono. No parecía nervioso. Se sentó y precisó todo lo ocurrido aquel día.
“Habíamos terminado la práctica y me subí al auto de mi colaborador, Javier Tellechea, que me iba a llevar a un restaurante donde se festejaba un cumpleaños. También venía un amigo mío, Daniel Ramos. Cuando estamos por agarrar el camino Sudeste nos interceptan las motos y un auto. Estábamos tapando el ingreso a la autopista así que le dije a Pablo que subiera al auto. Ahí me pidió 50.000 dólares para el Mundial y le conté que había hablado con quien tenía que hablar y me dijeron que no me metiera. Así que no le iba a dar plata. El se ofuscó y la discusión subió de tono. Habrán sido unos siete minutos hasta que se bajó y me dijo ‘esto ya lo vamos a arreglar’. Después se me puso un auto a la par y me gritaron ‘rescatate y tratá bien a los muchachos’ y cuando llegué al restaurante, dos que no conocía ingresaron y dieron una vuelta por donde estábamos en una actitud rara".
"No era el primer encuentro que tuve con Pablo. Se presentó en Mar del Plata cuando estábamos en la previa de un partido (30/1/17) diciéndome a qué jugadores debía sacar y reemplazarlos por otros juveniles. En Perú, antes de un partido de Copa que es cuando empieza el pedido de plata para el Mundial. El tercer encuentro fue a 100 metros del estadio cuando me dijo que no le importaba si la plata la ponía yo u otra persona, pero que ese dinero de algún lado lo tenía que sacar y la cuarta fue la de la autopista. Yo me sentía en un callejón sin salida porque después del tercer encuentro, fui a verlo a Hugo Moyano a contarle la situación y me dijo: ‘Si le das un peso te echo’. Además, una cosa era una contribución, como sí he dado, como por ejemplo cuando me llevaron a una cena en una peña que por mi presencia se juntaban muchos hinchas y ellos cobraban entradas, y otra cosa eran 50.000 dólares. Y cuando le dije que no la iba a poner, se ofuscó, me dijo mentiroso y se bajó diciéndome que ya lo íbamos a arreglar. Yo me quedé preocupado, no tengo la bola de cristal para saber cuál sería su próximo paso, pero tenía temor por mi familia y cuerpo técnico, no tanto sobre Pablo sino sobre los que lo acompañaban, que yo no los conocía. Desde ese momento tuve custodia. Lo que tenía claro era que para ellos, había que contribuir sí o sí y había un agujero negro, que era quién lo iba a hacer”.
Holan fue bastante minucioso en sus declaraciones siempre tratando de hacer equilibrio entre la situación de Bebote y lo que había efectivamente ocurrido. A punto tal que llamó la atención que cada vez que lo nombraba se refería a él como Pablo, casi como un amigo de vieja data, y puntualizaba que el temor era no tanto al capo sino a la situación en general y al resto de los barrabravas. También la declaración de Holan linkea con la investigación judicial por asociación ilícita porque allí se habla de que el secretario del club y protesorero de Camioneros, Héctor Yoyo Maldonado, le dijo presuntamente a Bebote que no le pidiera plata a los jugadores (eran 5.000 dólares per cápita) que eso lo cubriría la institución, pero que lo de Holan era cuestión entre él y el cuerpo técnico. Maldonado también está citado a declarar en una causa que tiene 53 testigos y para la cual, Bebote Álvarez se reservó el derecho de hablar último confiando en poder convencer a la jueza de lo que esgrimió ante Infobae en su momento: “Yo le pedía a todos una colaboración. El que quería ponía, y el que no, no pasaba nada”.
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