Si una característica fantástica tiene el fútbol es que es impredecible. Se escribieron, se escriben y se escribirán libros con fórmulas que intenten acercar el éxito pero ninguna de ellas es o será infalible. El equipo más defensivo puede golear al más audaz. La juventud puede matar a la experiencia y viceversa. Casi no existen las certezas en el fútbol contemporáneo aunque es innegable que los tiempos variaron y hoy en día los entrenadores más jóvenes parecen ser mucho más ponderados que los experimentados.
Se prioriza la afinidad con los futbolistas antes que los conocimientos y pergaminos. Los fuertes egos de los deportistas, entiende la mayoría, son más fáciles de controlar por los incipientes técnicos. Y a los veteranos, alejados en edad, se les van de las manos. A esto hizo referencia Jorge Burruchaga quien, a los 56 años, aguarda por una nueva oportunidad en el banco de suplentes tras su paso como manager en la selección argentina.
“Hay que saber que hay cambios. Lo que molesta es que cuando pasás los 50, como mi caso u otros, te descartan porque estás viejo. Salen esos títulos como ‘no es contemporáneo’ y yo tengo hijos de todas las edades. Lo mismo que pasa con los hijos pasa con el fútbol: es convivir con chicos. Que prejuzquen así...”. Casi con resignación, el hombre que convirtió el gol que le dio a Argentina su segundo título del mundo en 1986, comparte las sensaciones que lo rodean cuando prescinden de sus servicios por no pertenecer a las últimas generaciones de entrenadores.
Burru recuerda los consejos de quienes fueron sus formadores: “Antes te decían ‘arrancá en inferiores, equivocate abajo, da pasos chicos y seguros’. Hoy los jugadores terminan la carrera y ya están entrenando un club. No comparto esta manera y me gustaría que cambie esto puntualmente, pero soy parte de este fútbol”.
De paso por Defensa y Justicia, Los Andes, Arsenal, Estudiantes de La Plata, Independiente, Banfield, Libertad de Paraguay, Atlético Rafaela y Sarmiento de Junín, el emblema albiceleste es contundente con Infobae: “Hay cosas insólitas, hoy estás jugando y a los dos meses dirigiendo. No hiciste el luto del jugador y ya estás dirigiendo”.
SU PASO COMO MANAGER EN LA SELECCIÓN ARGENTINA
Burruchaga experimentó lo que es ser mundialista desde otro lugar. De aquella corrida histórica en el estadio Azteca a aconsejar al Chiqui Tapia y ser nexo entre el plantel del conjunto nacional, el cuerpo técnico y los dirigentes. Luego de la frustración por la eliminación en octavos de final, aclaró que no tiene reproches y valoró lo que dejó Rusia 2018.
“Se podrían haber hecho otras cosas y las dije puertas adentro. Cosas que se veía que podían pasar y no se hicieron. Más allá de eso fue una linda experiencia y la viví intensamente, me gustó la adrenalina de estar en otro lugar, fue maravilloso”, reveló.
Burru aseguró que no esperaba que Tapia le ofreciera el cargo como entrenador cuando Jorge Sampaoli se desvinculó y aceptó la elección de Lionel Scaloni como interino. Al mismo tiempo remarcó que la AFA debía tomar prontamente una decisión definitiva respecto a la designación de un estratega.
Sobre Scaloni, opinó: "Está bien con la gente que trabaja, se hizo la renovación que había que hacer, con Messi y dos o tres de los citados. Era un proceso que había que hacerlo y favorece a Argentina que el próximo Mundial se juegue seis meses más adelante. Si no estaríamos jugando las Eliminatorias con pibes que no tenían partidos con la Selección". Ahora aguarda porque se mantenga la evolución del equipo tras la Copa América 2019.
“No me disgustó ser manager pero acá en Argentina no está bien implementado. Con el tiempo se va a terminar haciendo porque es una función necesaria en los clubes. Me gustó tener la posibilidad pero me vi en la necesidad de estar del otro lado de la línea. Ahora tengo muchas ganas de dirigir pero no soy de esos que llaman a los clubes, no saldré de mi ruta de vida. Si tiene que salir algo, saldrá. Si no, seguiré insistiendo”, concluyó.
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