Llegó lejos y logró grandes cosas. Los de mayor edad tienen un gran recuerdo suyo como jugador. Los más jóvenes, en su mayoría, no lo tienen presente. Siente que le faltó prensa pero, principalmente, está convencido de que le faltó un representante. Lo reconoce y se lamenta de no haber tenido uno. “Son un mal necesario”, tal como él mismo los define, que lo asesorara para tomar mejores decisiones de las que tomó.
Ángel Hugo Bargas (72) vive sólo en un departamento de San Cristóbal. En las paredes tiene cuadros con fotos suyas de su época como futbolista; en un escritorio conserva premios, banderines y algunos recortes; en su sillón tiene un almohadón de Chacarita. Lo que no le quedaron son las camisetas, las que usó y las que cambió, porque se las dio a un coleccionista que le ofreció a cambio una importante suma de dinero.
“Es un poco monótona mi vida. Mi día a día es triste. Ya tengo más de 70 años y, lógicamente, la edad es un problema. Me cuesta. Pero digamos que el fútbol es así, llegamos a un límite que hay que pararse, aunque creo que la profesión de entrenador podría haberme dado un poquito más, pero son cosas que se dieron así. Por suerte estoy muy bien físicamente”. De esa manera comienza la charla Bargas, con un tono reflexivo pero aclarando cada vez que puede que “ya pasó”.
El Mariscal comenzó su carrera en Racing y luego fue transferido a Chacarita, donde pasó seis años y vivió una de sus mejores etapas como jugador. Allí logró el histórico Campeonato Metropolitano 1969 (hasta ahora sigue siendo el único título del club) y también formó parte del equipo que venció (2-0) al Bayern Múnich de Franz Beckenbauer y Gerd Muller en el Trofeo Joan Gamper.
No nació hincha de Chacarita, pero sin dudas se hizo. Por lo que consiguió, por lo que sintió dentro del campo de juego y por lo que le permitió para su carrera: “Lo que me atrajo siempre es la gente. No se trata de ser hincha. Chaca lo vive. Lo viví yo en el campo. Chacarita tiene que estar en Primera, lleva público a rolete. Es un sentimiento. Llegás a amar al club. Los vestuarios fueron extraordinarios, nos divertíamos. Tuvimos técnicos interesantes de los que yo aprendí muchísimo, teníamos un excelente equipo y salimos campeones ganándole a River 4-1 en cancha de Racing. Chaca fue el espaldarazo que necesitaba”.
-Y consiguieron menudo logro en la Joan Gamper…
-Ellos tenían a Beckenbauer, Muller y más jugadorazos. Encima todos altos grandotes. Y enfrente estábamos nosotros, que éramos más chiquitos. Nos reíamos, nos lo tomábamos relajados, pero cuando empezaba el partido aparecía la seriedad que teníamos adentro. Ellos nos miraban y creían que nos iban a pasar por arriba. Hicimos un gran partido y les pudimos ganar.
En 1972, producto de sus buenos rendimientos fue convocado a la Selección Argentina que se preparaba para el Mundial de Alemania 1974 y, además, ganó el premio Olimpia de Plata al mejor jugador del año en el fútbol argentino. “Hice un muy buen campeonato con un Chacarita que funcionaba muy bien. La Selección hizo que crean un poco más en mí. Gané una gran terna con Norberto Alonso y Miguel Ángel Brindisi”.
Además del resultado histórico y de haber causado una fantástica sensación a nivel mundial, con todo el Camp Nou aplaudiéndolos, incluso tras la derrota en la final ante el Barcelona, Bargas recibió una noticia que le modificaría la vida: “Vino el doctor (Carlos) D’Angelo después del partido contra el Bayern Múnich, me golpeó la puerta del vestuario y me dijo que me habían vendido a Francia”. El Nantes sería un lugar absolutamente exitoso para el ex defensor, aunque su llegada a la ciudad en aquellos tiempos es imposible de imaginarlo en la actualidad: “Cuando llegó el momento de ir sabía que tenía que bajarme del tren en la estación de Nantes. Tenía un cagazo…estaba solo, no sabía nada, no me acompañó nadie. Fui al hotel principal y uno me dijo ‘¡Bargas!’ Se nota que mi foto había aparecido, y yo le dije que buscaba al entrenador (José Arribas). A la hora apareció y ahí me enteré quién era. Al otro día se hizo la presentación. Ellos creían que llegaba un Beckenbauer, alguien de 1.90 m, y murmuraban. Yo por dentro decía ‘ya van a ver ustedes quién soy’. Hicimos un gran torneo, salimos campeones, jugamos la final de la Copa y me eligieron Mejor Jugador Extranjero del año”.
-¿Cómo calificarías tu paso por el Nantes?
-Mis mejores años de futbolista los viví en el Nantes. Me trataron muy bien, me hicieron sentir importante. Y tuve la posibilidad de ganar el premio, no me lo esperaba. Lo que sí, yo tenía una particularidad, y es que me ponía la camiseta de Chaca debajo de la del Nantes y de cada equipo donde jugué.
-¿Entendí bien? ¿Te ponías la camiseta de Chacarita debajo de las de tu club de turno?
-Totalmente. Para mí era una motivación. Lo sentía.
Sí, una absoluta rareza. En varios momentos de la charla explicó lo que significa Chacarita para él. No era hincha, no surgió del club, pero se enamoró del Tricolor. Aunque también tiene sus reproches. No a la camiseta ni a la hinchada, sino a los dirigentes de turno. Siente que no le dieron el lugar que le deberían haber dado. “Lo que sí lamento es que se olvidaron un poquito de Ángel Bargas. De Bargas, de (Franco) Frassoldati y el resto. Deberíamos tener una platea como hacen todos los equipos, no estoy inventando nada. Uno se sentiría más protegido pero bueno, es así. Me gustaría que alguien me diga ‘Bargas venite acá, sentate. ¿Cómo no hay una idea de decir ‘Bargas fue campeón, todavía vive’? No entiendo. No vivo del pasado, pero sería lindo”. Y agregó: “Creo que faltó un tipo, un organizador que se acuerde de nosotros. Al jugador le gusta que lo halaguen. Tal vez Chacarita no supo valorizar a los campeones del ‘69”.
Su gran nivel en el equipo francés le permitió llegar a jugar una Copa del Mundo: “Esperaba la convocatoria. Compraba el diario todos los días. Primero mi nombre no estaba, pero por suerte un día leí y ahí decía ‘Bargas’. Estaba en un nivel interesante, aunque quizás no hicimos el Mundial que tendríamos que haber hecho. Había un gran equipo, jugaba (Roberto) Perfumo... La organización no era buena y lo sentimos. Los entrenadores no tenían la personalidad para que el jugador sienta que estaba jugando un Mundial. Igual yo por mi parte sí estaba motivado, debajo de la camiseta de la Selección usaba la de Chacarita”.
Después del Nantes se quedó en Francia y jugó en el Metz, Louhans Cuiseaux, Le Puy y Angouleme, hasta que se retiró y decidió dirigir. Pero en esa faceta no se encontró lo que esperaba. De los equipos que dirigió (Chacarita, All Boys, Atlético de Rafaela, Talleres de Remedios de Escalada, Angouleme y Seressien de Bélgica) sólo tuvo buenos resultados en su último equipo.
“Si yo hubiese tenido un asesor, un representante, hoy sería distinto. Son un mal necesario. Me faltó eso. Porque estaba bien afuera, en Bélgica, ahí conocí a mi mujer, pero me volví a Argentina. Allá podría haber hecho una diferencia económica. Pero creí que tenía que venirme acá, le dije de volvernos. Sentía que tenía que dirigir a Chacarita, que ojalá se me diera Boca. Era mi pensamiento. No me puedo quejar de la carrera que hice, pero siempre me digo ‘qué pelotudo, elegí para el carajo’”.
-¿Te sentís reconocido?
-Me doy cuenta que si alguien comenta “este es Barguitas” me reconocen, se acuerdan de mí, cosa que me da placer por supuesto. Con algunos chateo en Facebook y me demuestran cariño, pero la verdad es que no creo que sea recordado en el mundo del fútbol.
Nunca hizo nada fuera del ámbito del fútbol. Fue jugador, entrenador, pero una vez que se retiró por completo, se dedicó a la familia. “Me dejé estar, no sé por qué. No es que estaba solo, pero el post fútbol fue sin pena ni gloria. A veces me preguntaba por qué no me iba de vuelta a Europa, pero después me preguntaba qué iba a hacer allá. Ya no quería sufrir más, entonces me vine para acá”.
-¿Por qué sufría?
-No me dieron la trascendencia que quizás yo merecía.
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