Hace poco más de veinte años que Diego Flores apostó al ajedrez; conocer y dominar sus secretos. Relegó vida, familia y dinero; antepuso la emoción al pensamiento. Hace casi una década que integra la nómina entre los tres mejores del ranking local. En la última semana de septiembre dio otra muestra de su capacidad y talento; se adjudicó invicto, con 9 puntos sobre once posibles, la serie final del 94° Campeonato Argentino Superior, la principal prueba del calendario doméstico, que se jugó en el Museo de Arte en Tigre, y sumó su séptima corona. Siete títulos en catorce años. Así quedó a un paso de igualar el record (vigente desde 1975) de Don Miguel Najdorf, el más ganador en el historial vernáculo, vencedor con ocho títulos. Tras el triunfo, Flores mientras repartía saludos y agradecimientos, soltó la primera reflexión.
“En primer lugar quiero aclarar que nunca tuve por meta ganar o marcar un récord de conquistas con el Argentino; desde que comencé a jugarlos siempre tuve por prioridad ganar la plaza que te clasifica a integrar el equipo olímpico, mi sueño es jugar las Olimpíadas de Ajedrez (una especie de mundial de seleccionados, con equipos de 4 jugadores); eso es lo que me sigue atrapando hasta hoy”, contó el nuevo rey del ajedrez argentino, representante del Club Obras, y que en su palmarés cuenta con siete olimpíadas representando al país.
-¿Pero estás a un paso de igualar la hazaña de Najdorf?
-Sí, es cierto, pero eso es sólo un número, una estadística. ¿Cómo me voy a comparar con El Viejo? Él fue inmensamente superior. No va a cambiar nada si lo alcanzo o lo supero en la cantidad de campeonatos argentinos ganados.
-¿Y de tu actuación, qué análisis hacés?
-Tengo la suerte que, desde 2005 cuando gané mi primer Argentino, siempre tuve buenas actuaciones. Esta vez llegué algo golpeado, venía de participar en una Copa del Mundo en Siberia, en la que quedé eliminado en 1ª rueda. Cargaba con un viaje de dos días, y más de cuarenta sin ver a mi familia (su mujer, Loreley, y sus hijos Julián, de 10, y Juan Martín, de 4) porque jugué dos torneos de preparación, uno en España y otro en Grecia antes del Mundial. Así que llegué a Buenos Aires sin descanso, un día antes del comienzo del torneo y con un comienzo flojo, porque gané la primera partida sin jugar bien. Después me acomodé y recién en la 4ª rueda me di cuenta que podía pelear el título. Bueno, después de once días al fin todo terminó y de la mejor manera.
Diego Flores es nacido en Gran Canaria, España, hace 36 años. Cuestiones laborales empujaron a sus padres hasta la isla española la que abandonaron con la llegada del pequeño Diego. En 1986, la familia volvió a su terruño, en la ciudad de Junín, en el barrio El Picaflor, a 260Km de Buenos Aires.
Tenía 10 años, y con varios intentos en el tenis, fútbol, básquetbol, ciclismo y taekwondo, cuando Diego descubrió el ajedrez. En 1992 aprendió a pulir los rudimentos en la Escuela Municipal; ensayaba cinco horas por día todos los días, y seis años después sus ojos pestañaban para entender lo que veía desde el segundo escalón del podio: había obtenido el subcampeonato mundial Sub16, en Oropesa (España) .
“Ya por entonces el ajedrez había perdido algunos espacios en los medios. Recuerdo que al regreso de España, le empaté una partida en una simultánea a Kasparov, en Recoleta, y para la prensa esa noticia fue más importante que mi segundo puesto en un Mundial (risas)”.
Las buenas actuaciones no sólo le inflaron la autoestima, sino que también subió su ranking Elo (sistema de puntuación de los ajedrecistas); y su estilo de juego, táctico y de ataque, lo convirtieron en un jugador de cuidado para sus rivales. No fue extraño que en 2005, a los 22, llegara su primera gran conquista en el orden local.
“Ese torneo lo jugué en el Círculo Miguel Najdorf en Los Polvorines. Había arrancado mal y después me acomodé, pero no pensaba en el título, la idea era alcanzar una de las dos plazas para la Olimpíada en Turín en 2006. Pero llegué al primer puesto compartido en la última rueda, y tuve la fortuna de vencer a Pablo Ricardi en el desempate y así gané mi primer Argentino y mi acceso a la Olimpíada”, recordó Flores, que en 2008 alcanzó el título de gran maestro, y que actualmente es el N° 2 del ranking argentino con 2602 puntos, detrás de Sandro Mareco, con 2633.
-¿Podés recordás cada uno de los siete títulos que ganaste?
-Sí (risas), no son tantos. El segundo fue en 2009, en La Plata -antes había dejado pasar dos chances que las aprovechó Rubén Felgaer-, allí partí como favorito pero fue muy reñido y recién en la última rueda vencí a Fernando Peralta. Después hubo un par de años que no jugué el Argentino y volví en 2012 que lo gané en Villa Martelli. Esa vez no fue un torneo cerrado, todos contra todos, se trató de un abierto (se enfrentan en cada rueda, rivales con el mismo o similar puntaje), arranqué muy bien y después pude manejar la diferencia. En 2013 se jugó en Chaco. Fue un torneo difícil donde pude remontar y acomodarme en el final. Pero perdí unos puntos increíbles y tuve que definir el desempate, otra vez con Peralta y la suerte cayó de mi lado. Tres años después Villa Martelli volvió a ser la sede del Argentino 2016 y volví a ganar jugando bien. Y en 2017, hice un torneo correcto, le gané la partida decisiva a Sandro (Mareco) y me quedé con el título sin perder ninguna partida.
Flores, al que sus amigos apodan Turu, hizo su debut en las competencias bianuales, llamadas Olimpíadas de Ajedrez, en Turín 2006 y desde entonces marcó asistencia perfecta en las seis siguientes: Dresde 2008, Khanty Mansyisk 2010, Estambul 2012, Tromso 2014, Bakú 2016 y Batumi 2018.
-Con el ajedrez tuviste la oportunidad de viajar y conocer. ¿Cuál fue tu mejor torneo y que ciudad te atrae más?
-Sin dudas que mi mejor torneo fue el Open de Dubai en 2018, gané el torneo soñado, el mejor de mi carrera. ¿Y una ciudad? Hay muchas pero me quedo con Barcelona. Es preciosa, me encanta todo, lo que se ve, cómo viven, y ahí además tengo dos debilidades. Yo soy muy fanático de Boca, pero disfruto mucho al ver al Barcelona y a Messi.
Aunque el Rey del ajedrez argentino prefiere minimizar sus éxitos locales, los atribuye a un efecto que no consigue explicar aún, tal vez muchas de sus acciones firmes y arriesgadas frente al tablero son producto de su fuerza emociona, de la contención de su familia:“A mis viejos les debo todo, siempre fue importante sentir su apoyo, su confianza para que viajara a los torneos, incluso hasta cuando no podían ellos acompañarme por una cuestión de plata. Ahora estoy casado hace más de diez años, y mi mujer es increíble; ella es la que más me incentiva a seguir, me hace el aguante pese a su trabajo y a los dos chicos. Sin dudas que tengo una gran familia que no solo me ayuda muchísimo sino que es la gran responsable de mis éxitos”.
Pero Diego Flores, así de claro, sin rodeos ni eufemismos, que no retacea elogios o palabras de agradecimientos cuando se lo indaga, tampoco toma distancia si tiene que opinar sobre un tema sobre el que muchos callan.
Los campeonatos argentinos son la principal prueba del año que organiza la Federación Argentina de Ajedrez (FADA); se realizan desde 1921, y nacieron con el nombre de Torneo Nacional porque la FADA se fundó en 1923. Las condiciones y reglamentos de cada torneo los establece esa entidad. Este año se introdujo una modificación: el ganador del campeonato argentino no tiene la plaza asegurada para jugar en el equipo olímpico. La decisión estará a cargo de un seleccionador.
“No me gustó el cambio, con el sistema del campeón del año olímpico y el anterior más los tres mejores del ranking se habían formado buenos equipos y logrado buenas actuaciones. Además los jugadores teníamos mayor interés en participar en el Argentino; con la presencia de los mejores maestros se realzaba el certamen. En cambio, ahora, habrá un seleccionador que vaya a saber con qué criterio tomará la decisión de elegir a los integrantes de los equipos. Puede ocurrir que un chico tenga una buena racha de torneos suba su ranking y será muy difícil explicarle si no hay un número que lo avale. Puede ser que este sistema funcione en otros deportes, en el Tenis, en la Davis, pero en ajedrez tenemos el Elo, que es matemático y refleja la realidad de cada jugador. No me quiero adelantar y habrá que esperar para opinar mejor”.
-Sos tan fana de Boca que te anticipaste a la 7ª (el sueño de los boquenses de sumar otra Copa Libertadores). ¿Le ganaste a Boca?
-No, (risas) eso es imposible; Boca ganó más títulos argentinos que yo, y tiene seis Copa Libertadores, en cambio yo no tengo ninguna.
Diego Flores sin plazos ni objetivos; un rey al que no le preocupa los límites de su reinado.
Luego 94 ediciones de los Campeonatos Argentinos, ésta es la tabla con los ajedrecistas más ganadores:
1°, Miguel Najdorf, 8 títulos (1949, 1951, 1952, 1955, 1960, 1964, 1967 y 1975).
2dos. Raúl Sanguineti (1956, 1957, 1962, 1965, 1968, 1973 y 1974) y Diego Flores (2005, 2009, 2012, 2013, 2016, 2018 y 2019), con 7.
3°, Roberto Grau (1926, 1927, 1928, 1934, 1935 y 1938), con 6.
4os., Héctor Rossetto (1942, 1944, 1947, 1961 y 1972), Pablo Ricardi (1994, 1995, 1996, 1998 y 1999) y Rubén Felgaer (2001, 2007, 2008, 2010 y 2014), con 5.