No todos los grandes futbolistas viven de rentas. No todos pasean por Europa posteando sus fotos en Instagram. Ni siquiera un Antonio Alzamendi. No es suficiente haber sido el delantero que metió el gol para que River fuera campeón del mundo por única vez en su historia. La cancha de fútbol 5 que trata de alquilar todos los días ni siquiera lleva su nombre. El cartel dice La Hormiga, su apodo de pibe porque recorría las casas pidiendo comida. Queda en Cardona, un municipio que araña los 5.000 habitantes y limita con Colonia. Justo el lugar donde nació Víctor Hugo Morales, el que inmortalizó “es lo tuyo, Antonio” cuando relataba sus arranques explosivos en los 80. Hoy Alzamendi no anda con el vértigo de aquellos tiempos. Vive lejos del ruido de las tribunas y de los flashes. Hace un tiempo largo que no se conoce nada él en los medios. Está del otro lado del mostrador. Detrás en realidad. Y algunos muchachos que van a jugar tal vez no saben que ese señor con poco pelo blanco, súper sencillo en su andar, era un fenómeno. Los años pasaron, el pelo negro furioso se fue cayendo. Difícil también mantener ese cuerpo fibroso con el que desbordaba por la banda en Independiente con Bochini y en Uruguay con Francescoli. Aunque no es su mayor dolor. Cuando habla, dice que no le molesta tener que pelearla todos los días para vivir. Que siempre fue así su vida. La bronca más profunda de Alzamendi es sentirse ninguneado por River.
Las imágenes de Youtube se repiten sin que nadie logre destronarlo. Los hinchas le recuerdan a cada rato el gol en Japón. Se ven bien las caras, los movimientos, los números. El Beto Alonso hace rápido el tiro libre. El Steaua de Bucarest se había dormido un poco. Alzamendi tira la diagonal en el área y define a un toque con la cara externa del pie derecho. La pelota da en el palo. Pega en el arquero y se levanta. El rebote queda en el área chica. Ahí Antonio cabecea y sale a festejar como siempre. Con una larga carrera con los abrazos abiertos. La espalda blanca, con el 7, brilla en el mundo. Rápidamente llega el abrazo del entrañable Roque Alfaro. El del Tapón Gordillo. El del Búfalo Funes. Y al rato todos levantan la Copa. El Tolo Gallego, el Cabezón Ruggeri, el Negro Enrique, el Tano Gutiérrez, Montenegro, el Bambino Veira. Un equipazo. Aunque hace un tiempo, durante la gestión de Daniel Passarella como presidente, Alzamendi fue a hacerle un mimo a su nostalgia al Museo de River y resultó todo lo contrario. “Es horrible llegar con tu señora y que te cobren la entrada. Yo no tengo problema en pagarla. Pero me parece que deberían tratarte con más delicadeza cuando fuiste alguien importante para la historia del club”, cuenta y cambia el tono de voz. Mira el póster que fue y le da más bronca que este presente a la espera de reinsertarse en el fútbol.
-Al recordar ese gol, al verte en clubes grandes, se te imaginaba bien. Pero está claro que antes se ganaba otra plata.
-Ni hablar. Yo la peleo día a día. No soy millonario ni nada por el estilo. En nuestra época no se ganaba la plata de ahora. Antes te pasaba algo importante en tu vida personal y quedabas acostado en un segundo. Ahora hacés tres goles y valés cuatro millones de dólares. Y con cuatro palos cualquiera vive tranquilo toda su vida si la sabe manejar.
-¿Vos no ganaste tanto o no pudiste invertirla bien? Ruggeri suele decir que los jugadores no deben hacer negocios porque no saben.
-Yo venía bien hasta que tuve problemas personales. Me pasaron cosas... Me divorcié. Me agarró el Corralito. Hice negocios en un campo y me fue mal. La inversión era buena pero me acostaron los vivos. En un divorcio las cosas son difíciles. A veces se te llevan todo y quedás solo con el ropero.
-¿Tuviste que reinventarte?
-Los negocios son así: suben y bajan. En este momento está complicado y la voy llevando. Como hay que llevarla en la vida. Siempre peleándola y confiando en que se abran nuevas puertas. Le ha pasado a varios jugadores. En un momento sos protagonista de la historia de un equipo y después el club se olvida. Todo lo contrario pasa con los hinchas. Yo con ellos soy agradecido. Me han dado un cariño tremendo. Me sigue pasando. Me hacen volver a lo que extraño. Yo no estoy arrepentido de nada. Mi vida la he hecho lo mejor que pude. Pero el otro día escuchaba a Oscar en el programa que hace en Fox (90 Minutos de Fútbol) y tiene razón. Hay dirigentes que creen que la historia arranca del día que ellos llegaron al club. Y no miran para atrás. Nosotros fuimos muy importantes en la historia de River.
-Te dolió que en la fiesta de River del otro día no estuviera ningún representante de los campeones del mundo.
-Más que doler, me molestó. Que no reconozcan que fuimos los únicos campeones del mundo, que fuimos los primeros campeones de América del club... River tenía unos cuadrazos, pero no había ganado. Por eso, que hoy no te reconozcan porque están en un momento dulce me molesta. Con esta clase de dirigentes estamos olvidados en la historia. Por lo menos hacele saber a la gente quiénes fuimos. ¿Cómo puede ser que en las fiestas de River el campeón del mundo pase inadvertido? O que te inviten un día a la cancha de River y te dejen tirado en la tribuna...
-¿Cómo que te dejen tirado?
-Una vez me llevó un hincha al Monumental. Se largó a llover y yo me estaba mojando en la tribuna. Empecé a subir y bajar para buscar un lugar bajo techo. Y nada... Decí que justo uno encontró a Villazán, otro de los uruguayos que jugó en River, y me llevó al palco de Enzo (Francescoli). No me parece bien andar mendigando en un estadio habiendo sido alguien importante para la historia del club. Otra vez pasó que nos invitaron desde el club a los campeones. Fuimos y nuestro lugar no estaba. Miro para un costado y veo al Tapón Gordillo tirado en una tribuna. Me enojé y me fui de la cancha. Debe haber una persona idónea que conozca la historia de River. O que la estudie. Merecemos un lugar. Yo no les voy a ir todos los días a los partidos. Solo quería ver a River. La cancha. Ahí te sentís dolido.
-¿Alguien te pudo pasar una factura porque en las elecciones estabas con Antonio Caselli, candidato opositor?
-Eso es la estupidez más grande que existe. Yo no me podría enojar con estos jugadores que lograron cosas importantísimas para River. Ponele que mañana gana Caselli y yo les cierro la puerta del estadio. Noooo. Me parece algo desubicado y estúpido. Hay jugadores que son parte de la historia.
-¿Cuántas veces viste ese gol al Steaua?
-Yo lo veo siempre. Me lo pasan los hinchas. Indudablemente fue el más importante. A veces quieren hacer creer que jugamos contra nadie. Sería bueno saber que el Steaua de Bucarest ganó en Europa, le había ganado al Barcelona y era la base de la mejor selección rumana de la historia... Había equipos formidables. Pero nosotros teníamos un cuadrazo y sufrimos ese partido como loco, metimos a morir y sacamos el resultado. River temblaba porque hacía años que no podía ganar una Copa Libertadores. Había que estar en ese partido contra el Cali, que había que ganar. Te tiraban toda la historia arriba. Esas cosas hay que reconocerlas. No es tan fácil ser campeón de América. Yo digo que el River del 86 era igual al Boca de Bianchi.
-¿En qué lo veías igual?
-Quizás Alonso me mata cuando lea lo que digo porque es hincha de River rabioso. Pero si mirás los jugadores nuestros y los comparás... Era muy ese estilo. Nuestra pareja de centrales era el Tano Gutiérrez y Ruggeri, como el colombiano Bermúdez y Samuel. Te mataban y jugaban. En el medio eran metedores. El Tolo Gallego igual a Serna, el Negro Enrique no paraba como Battaglia. Palermo era nuestro Funes. Guillermo Barros Schelotto abierto a lo Alzamendi. Laterales fenomenales. Dos equipazos. Aunque éramos mejor nosotros, ja.
-¿Qué técnico era el Bambino Veira?
-Era sensacional. Sabía manejar a los jugadores. Y eso que éramos hombres ya hechos. Además de su estrategia, ibas contento a entrenarte. Él ponía alegría. Y te hablaba de frente. Lo que más le gusta al jugador. Te decía “mirá, Antonio, yo te traje por esto. Ahora está Amuchástegui. Depende de vos jugar o no”. Después Amuchástegui se lesionó y quedé jugando. Me confirmó que tenía palabra.
-¿El Bambino también está un poco olvidado? Se habla solo de Gallardo, Ramón Díaz y Labruna.
-No tengas dudas... El Bambino logró lo que ningún entrenador de River consiguió en la historia. Que digan lo que quieran. Pero los números lo marcan... Salió campeón argentino, de América, del mundo... Ganó todo lo que River no había ganado. Pero no se habla de él. Como no se habla de nosotros. ¿Sabés qué me molesta? Vos entrás al Museo de River y está La Máquina, que eran unos cracks. Pero salvo Alonso no hay una foto de los campeones del mundo. Eso demuestra cómo nos valoran. Hay una piecita. ¿Pero no tendrían que estar esos 11 jugadores en la entrada?
De chico Antonio era de Independiente. En Durazno, los domingos agarraba la Spica y se iba arriba en su casa hasta sintonizar la voz de José María Muñoz. Lo seguía al Chivo Pavoni, el histórico capitán uruguayo que ganó 5 Libertadores con el club. Y así La Hormiga se hizo hincha. En la calle relataba sus propios partidos en dupla con su cuñado. Eran Bochini y Bertoni. Justo Bochini y Bertoni... "Después la vida me llevó a jugar al lado del Bocha y a reemplazar a Daniel. Yo soy de Peñarol y de Independiente. Aunque agradezco a la gente de River. Me entregué por completo por ellos", repasa con mucho respeto. "Para mí fue increíble entrar al vestuario y verlo al Bocha. Tener a Pastoriza de entrenador. Que aparezcan para saludar el Negro Rolan, el Chivo Pavoni, Pepé Santoro... Una gente divina. Se me vino mi sueño de chico. Tenía delante mío a los jugadores que yo escuchaba en la radio".
-¿Después estuviste a punto de ir a Boca?
-Sí, antes de llegar a River. En ese momento Boca tenía unos líos bárbaros. Preferí ir a River porque ahí te pagaban. Y además yo quería ir a River. Pero Faraone me insistía. Me acuerdo que fui a la AFA y me sacó para un costado. "Yo te quiero en Boca. Dale, venite", me decía. "No, Carmelo, ya di la palabra a River. A Aragón Cabrera", le respondí. Y firmé con ellos.
-En River viste nacer atrás tuyo a un pibe como Caniggia.
-Un fenómeno. Lo quiero. Lo adoro. Hablo seguido con Cani. Tenemos una gran amistad. En un momento se llegó a decir que yo tenía celos de él. Al contrario. Me acuerdo una tapa de El Gráfico en la que yo lo levanto como diciendo “ven, acá está el que sigue”. Es un tipo sensacional. Debe ser el único jugador con los huevos para declarar que era hincha de Boca mientras jugaba para River. Yo le decía “¿pero vos sos tarado, cómo vas a decir eso?”. Pero a él no le importaba, ja.
-Hoy faltan esos jugadores tipo Caniggia, Alzamendi...
-Se tenía otra viveza. Yo ahora veo que a los pibes no les gusta trabajar. Entrenarse en los centros. Ponerle un pase en la cabeza a un compañero. Vos mirás y no podés creer que los desbordes terminen tan mal. Llegan a gran velocidad pero no definen como se definía antes. Y para mí es por falta de trabajo. Es que hoy les llega todo rápido... Hay pibes que se hacen millonarios en dos segundos. No todos. Hay una gran cantidad que fracasan. Pero en el fútbol de hoy hay errores que en nuestra época no pasaban.
-¿Te gustaría cambiarlo como entrenador?
-Yo tengo la expectativa de volver a trabajar. Aunque no está nada fácil porque no tengo alguien que me represente. El medio está difícil. En toda mi vida como jugador me manejó Paco Casal, que fue lo mejor que me pasó en la vida. Pero hoy por hoy estoy solo en Cardona. Durante un tiempo estuve con gente suya. Y después no dirigí más. Me había perdido un poco. Ahora volví. Yo dirigí en muchos lugares. En Uruguay me fue bien en Fénix y en Deportivo Maldonado. Estuve en Rampla Juniors. Más tres veces en Perú, en Guatemala, en Australia. Fui ayudante de campo de Carlitos Aimar en el Logroñés cuando empecé.
-¿Y ahora?
-Voy para cinco años que no dirijo. Porque me calenté con el medio en general y dejé. Hay momentos en los que te piden experiencia. Y cuando la tenés llaman a gente que no la tiene... Aunque te va bien con los jugadores, que son los que te venden, los clubes te cierran las puertas. Hay dirigentes que a los entrenadores con experiencia nos jubilan antes.
-¿Te da miedo quedar fuera del sistema?
-Yo estoy intentando entrar de nuevo. Pero ni hablar que está digitado. Hay técnicos que giran por todos lados sin ganar un título. Eso me hace pensar que hay algo armado. Pasa en Uruguay, en Argentina, en todos lados. Yo no tengo problema en decirlo. Ojo: todos tienen derecho a estar como están. No critico. Yo lo que digo es que para todos el trabajo debiera ser por resultados. Hay representantes que no te dejan entrar. El otro día leí en Infobae la entrevista a Pipo Gorosito. Cuando dijo que algunos van a ver a Klopp y ya sienten que dirigen como él. Es verdad. Empiezan a hablar y a largar verso... Cantan precioso pero cuando agarran un equipo no se ve lo que dicen.
-¿Gallardo te sorprendió? Vos lo viste arrancar en Uruguay.
-Yo pensé que le iba a costar cuando dejó Nacional. Pero la verdad es que Gallardo es una cosa increíble. Como le pasó a Guardiola. Son pocos los entrenadores que logran tanto apenas arrancan. Algunos han salido de golpe y se caen. Él rompió todos los récords. Es un chico tocado por la varita mágica. Que supo aguantar a todo River y lo sacó campeón de América. Le falta la del mundo nada más, pero no le quita el mérito que ha hecho. Todo lo contrario.
-¿Te gusta el River de hoy?
-Me encanta. Gallardo es un tipo fenomenal. Me gusta porque hace jugar a River de la forma que al hincha le gusta históricamente. Tiene contenta a la gente. Juega un fútbol muy lindo. No es fácil todo lo que logró.
-¿Y el fútbol uruguayo?
-Estamos mal en el fútbol uruguayo. A nivel equipos nos falta bastante para ser campeones de América como antes. Pasa que los mejores jugadores se van en dos segundos. La selección es un paraíso aparte. Hace tiempo que no tenía esa mística que ganaba en todos lados. Tabarez logró que Uruguay volviera a ser Uruguay. Y planteó una conducta. Ser un cuarto en un Mundial por supuesto que es difícil. Mamita. Más en un país chico como nosotros.
-¿En Uruguay podés ir a ver los partidos?
-En Peñarol voy y ni tengo que pedir la entrada. Me dejan entrar enseguida. Para los partidos importantes debemos presentar un carnet que tenemos y hasta nos dejan ir con un acompañante. Vamos a un palco o a la tribuna. Como decía antes, es distinto a lo que nos pasa en River. Lo tendremos que seguir hablando en el grupo de whatsapp que armamos con el Negro Enrique para juntar a los muchachos del 86. Estamos casi todos. Ruggeri, Pumpido, Karabín, Montenegro, Borelli, ahora se va a sumar Cani. Hasta Galíndez apareció. Y queremos arreglar para vernos. Estamos esperando que el Tano Gutiérrez se decida a poner el asado que prometió.
-¿Cómo se llama ese grupo de whatsapp?
-Los únicos campeones del mundo...