Se acercan las semifinales de la Libertadores entre River y Boca y Carlos Tevez parece estar lejos de la consideración de Gustavo Alfaro para estos partidos. En su rostro exhibió el malestar por no haber sido titular en el Superclásico doméstico que terminó 0-0 a pesar de que el equipo tenía varias bajas (Mauro Zárate, Eduardo Salvio y Wanchope Ábila) y es muy probable que la historia se repita mañana.
El espíritu amateur del Apache se mantiene intacto pese a sus 35 años. Él quiere estar en todos los partidos. Le da prioridad a la Libertadores, como todo Boca, pero no se le caen los anillos por ponerse la 10 en un partido por Superliga contra un equipo menor o en alguno de Copa Argentina contra un rival del Ascenso.
“Cuando uno está en su casa y quiere la camiseta, se banca un montón de cosas”, marcó la cancha después del partido con San Lorenzo, en el que ingresó desde el banco para el final. Y existe una serie de puntos que explican por qué fue perdiendo la titularidad a lo largo del año.
EL NIVEL DE COMPETENCIA
La riqueza del plantel boquense atenta contra las posibilidades del Apache, que retornó al club a principios de 2018 tras su excursión por China cuando todavía Guillermo Barros Schelotto estaba al mando.
A Mauro Zárate y Bebelo Reynoso se les sumaron en el último mercado Alexis Mac Allister, quien se convirtió en una rueda de auxilio dentro del equipo de Alfaro, Eduardo Salvio (nivel europeo) y Franco Soldano, quien cubrió la baja de Darío Benedetto. Al potencial ofensivo Tevez se le fueron cubriendo todos los lugares.
También hay que mencionar a los jóvenes proyectos como Jan Hurtado y Agustín Almendra. Y no olvidar a su amigo personal Wanchope Ábila, referente de ataque actual por naturaleza, pese a que Carlitos no se siente cómodo ni es tenido en cuenta para ir de punta.
EL ASPECTO TÁCTICO
En general, el dibujo que adopta Gustavo Alfaro para Boca es el 4-2-3-1. El DT contempla a Tevez como enlace detrás del referente de área. Allí el DT baraja otras opciones como Zárate, Bebelo Reynoso y Alexis Mac Allister, jugadores con distinta dinámica a la del capitán.
A esta altura de su carrera, Carlitos se convirtió en un hombre más cerebral, pensante. Ya no se luce con los arranques de cuando tenía 20 años, pero cuenta con un plus en cuanto al panorama, visión y habilitación en los metros finales. Es por eso que Alfaro lo manda a la cancha de entrada en partidos específicos y contra rivales que reducen espacios y pueden ser difíciles de quebrar.
Cuando los adversarios tienen un juego más dinámico y apuestan al “palo y palo” (River, por ejemplo) requiere otro tipo de actores el escenario, según entiende Alfaro. Esto saca de cuadro a Tevez: no de la consideración total del DT, sino de la titularidad.
EL ASPECTO FÍSICO
La labor de Tevez en cada semana es ejemplar: no falta a ninguna práctica (ni siquiera en pretemporada) ni adopta algunas licencias que cualquier futbolista consagrado podría tomarse por sus pergaminos e idolatría. Pero el tiempo no viene solo y él lo sabe más que ninguno. Mientras en su cabeza gira la idea del retiro a fin de año (allí vence su contrato) trabaja a contraturno con sesiones de kinesiología y hace todo lo que sea necesario para estar a la altura de los más jóvenes.
El trajín que sufre su cuerpo no es igual al que soportan los Weigandt, Capaldo, Obando o Hurtado. Tevez adaptó su juego respecto a las limitaciones de este factor a la perfección pero, en tiempos del irreflexivo fútbol de hoy en el que se corre más de lo que piensa, a veces se pondera más el estado atlético de un jugador que sus cualidades técnicas. Y él está pagando por ello.
EL ROL QUE ALFARO LE TIENE ASIGNADO PARA EL TRAMO FINAL
“Si no me enojara porque quiero jugar esa clase de partidos (el Superclásico) no volvería a jugar al fútbol, me quedaría en mi casa y haría otra cosa. Ese fue el temperamento que me hizo ganar tantas cosas y pelearme a veces”. De esa manera explicó Tevez su desencajado rostro ante la suplencia con River.
El entrenador de Boca evalúa que un Tevez fresco de cuerpo y mente en el epílogo puede llegar a liquidar o inclinar la balanza a favor en cualquier partido. Así lo argumentó Alfaro luego del último 0-0 en el Monumental por la Superliga y probablemente lo piense de cara al choque por Libertadores.
“Cuando a uno le toca, tiene que dar lo mejor para que el equipo respire un poco más”, declaró Carlitos. Y eso es lo que busca su técnico, oxígeno y reflexión sobre el cierre, momento clave de los encuentros.
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