Tocar fondo y volver a creer. Alimentar sueños y comandar proyectos, trabajar denodadamente en busca de un objetivo, formar un grupo unido y alimentar el amor por la camiseta sin pedir nada a cambio. Todo esto y mucho más tuvo este equipo de Los Teros que hoy produjo el primer cimbronazo de la Copa del Mundo, que conducido por el argentino Esteban Meneses hizo historia hoy en su debut en la 9ª Copa del Mundo.
COMO SE GESTÓ LA HAZAÑA
El Mono se la jugó ante el llamado de hace cuatro años, se interesó por el proyecto y junto al reconocido uruguayo Pablo Lemoine consolidaron un proceso que había comenzado allá por el 2010 cuando tocaron fondo luego de quedar afuera de una nueva participación de un torneo mundialista (2007 en Francia y 2011 en Nueva Zelanda) y que tuvo su transición fundamental en el 2016 luego de la participación en el Mundial de Inglaterra, cuando hubo que animarse a cambiar a los líderes de un grupo desgastado para hacer crecer al seleccionado, volver a clasificarlo para Japón 2019 y ponerlo en el lugar que buscaban.
Hoy este plantel celeste tiene el equipo más joven de la competencia mundialista con un poco más de 26 años de promedio y además así como Los Pumas y Namibia son los únicos tres equipos que se componen con todos jugadores nacidos en su país.
Para este presente de Los Teros hubo nombres y apellidos claves en este proceso: Sebastián Piñeyrúa actual presidente de Sudamérica Rugby, y anterior de la URU que entendió que había que proyectar al seleccionado uruguayo, para a partir de ahí poder soñar con más. Pablo Ferrari actual Presidente de la Unión que también se animó en la búsqueda, convenciendo a los dirigentes de los distintos clubes, Pablo Lemoine factor clave con su liderazgo nato que ayudó en la transición. Además tuvieron el apoyo incondicional de la dirigencia Argentina y de Agustín Pichot desde Sudámerica y World Rugby respectivamente para poder ayudar a posicionar a Uruguay y además tenerlo como aliado estratégico en la región.
De esa forma se clasificó por primera vez en forma anticipada para jugar otro mundial, el de Japón; logró otro hito de ganar en Canadá por primera vez como visitante. Así, Los Teros participaron de dos mundiales en forma consecutiva por segunda vez en la historia (antes había sido en Gales 1999 y Australia 2003), y la ilusión celeste se acrecentó más y mucho más. Pusieron manos a la obra para con orgullo y sacrificio reconstruir el Estadio Charrúa que estaba en muy malas condiciones y hoy es un lujo para toda Sudamérica y por último desde la humildad de su plantel con el orgullo y la garra charrúa de siempre salieron a dejar todo en cada partido en busca de su tercera victoria en la historia de Los Teros.
Ahora es tiempo de poder seguir creciendo y cantando el “vamo arriba la celeste” que resonó una y otra vez entre los abrazos y llantos de la tranquila tarde japonesa.