*Enviada especial a Francia
En el lobby del hotel hay mujeres jóvenes con equipos deportivos azules repartidas por diferentes espacios. Algunas charlan entre sí en ronda, otras reciben familiares o chatean con sus celulares, unas pocas hablan con la prensa. Son las jugadoras de la selección argentina femenina, que pasan el tiempo entre partido y partido del Mundial de Francia 2019 con la relajación tal de aquellas que aún no han advertido la revolución que han generado en su país.
Tanto en el Hotel Meliá La Défense de París como en el Barriere Le Royal de Deauville, la concentración del conjunto nacional se caracterizó por su clima distendido. Su cotidianeidad es muy distinta a la que suelen tener los planteles masculinos, custodiados por rígidos operativos de seguridad que hasta restringen la propia movilidad y el disfrute de los jugadores. En el equipo de mujeres, la dinámica aún es más tranquila y se caracteriza por la cercanía con las que las rodean: dan cuenta de que la construcción de otro fútbol -con lógicas y conductas diferentes- es posible.
En Francia, los días de la Selección femenina comienzan con un desayuno en el hotel. Luego, generalmente, el entrenador Carlos Borrello las convoca a una charla en la que analizan videos del próximo rival. Si esta actividad no está pautada, las integrantes del plantel pueden disfrutar de un par de horas libres. En esos momentos suelen atender a la prensa o a todo aquel que las requiera en las instalaciones del hotel.
En el lobby siempre hay algún mate dando vueltas. Caminando por los lugares comunes se puede ver al DT Borrello y a sus colaboradores, como así también a la presidenta de Banfield, Lucía Barbuto, quien encabeza la delegación de Argentina en Francia. Todos se muestran muy amables y no tienen problemas en pararse a hablar con las escasas periodistas que dan vueltas por los pasillos o con los curiosos que se acercan a preguntar quiénes son estas mujeres jóvenes que están desperdigadas por los sillones mirando sus celulares o haciendo videollamadas.
Son muy pocas las familias de jugadoras que han viajado hasta Europa para verlas en vivo y en directo. Todas argumentan lo mismo: el factor económico hizo que sus seres queridos no pudieran estar cerca en este momento tan importante en sus carreras deportivas.
Los que sí llegaron hasta el Viejo Continente tienen un acceso casi ilimitado al hotel. Las visitan en cualquier horario libre y pasan tiempo con ellas con total normalidad y sin restricciones. Gabriela Garton, Natalie Juncos o Adriana Sachs son algunas de las que reciben a sus allegados. Incluso, la familia de Aldana Cometti se acercó al hotel y la acompañó luego de que perdiera un diente (que luego le pegaron) en el partido ante Japón.
A las 12.30, ni un minuto más ni un minuto menos, deben presentarse a almorzar. Los horarios de comida son muy estrictos y aquella que no los respete puede ser pasible de una sanción. Luego habrá tiempo para una siesta y, por la tarde, se realiza el único entrenamiento diario. Los traslados siempre se hacen en los micros oficiales que dispone la organización de FIFA y casi sin escolta policial.
En París, la Selección practicó en las instalaciones del Estadio Olímpico Yves du Manoir en la localidad de Colombes, mientras que cuando le tocó jugar en Le Havre hizo base en Deauville y trabajó en el Parc des Loisirs de ese pueblo.
Ya por la noche, solo habrá tiempo para la cena y para la distracción en las habitaciones. La música, sobre todo la cumbia y el reggaeton, nunca falta, y jugar a la Play es una de las actividades preferidas, con Dalila Ippólito y Aldana Cometti como las mejores exponentes. A ellas también suele sumarse el auxiliar de utilería, Nicolás Pérez.
La intensa actividad hace que, hasta el momento, las jugadoras hayan tenido muy poco tiempo para pasear. A la Torre Eiffel y al Arco del Triunfo solo los han visto desde las ventanas del micro o desde la ventanas del hotel. En Deauville, una ciudad costera pequeña, aprovecharon para caminar unos minutos por los alrededores del lugar de concentración y para visitar la playa.
Ya pasaron los dos primeros partidos del Mundial (empate histórico 0-0 ante Japón y derrota 1-0 ante Inglaterra) y la dinámica diaria del plantel de la selección argentina no se ha modificado. Por el contrario, el buen clima se ha intensificado. Eso se debe a que, aunque no ha ganado, el equipo ha tenido actuaciones sorprendentes ante conjuntos netamente superiores y ha logrado resultados inesperados ante dos candidatos al título.
Le Havre y Deauville ya quedaron atrás. Es tiempo de regresar a París para preparar el último partido de la Fase de Grupos ante Escocia. En ese duelo, la selección argentina femenina buscará hacer historia y lograr por primera vez la clasificación a una instancia de octavos de final. Ni siquiera el hecho de estar ante una instancia decisiva ha logrado desestabilizar la calma que reina dentro de un plantel que, cuando le toque volver al país, caerá en la conciencia de haber marcado un antes y un después en la difusión del fútbol femenino en la Argentina.
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