* Enviada especial a Francia
Cuando tenía siete años, Dalila Ippólito miraba por la ventana de su departamento en Villa Lugano y envidiaba a los chicos que jugaban al fútbol en la canchita de abajo. No le importaba que tuvieran diez años más que ella, le gritaba a su primo -que formaba parte de ese grupo íntegramente compuesto por varones- y le pedía que la dejara sumarse a lo partidos. Cuando la aceptaban, la ponían cerca del arco para que convirtiera los goles y ella se enojaba cuando los erraba.
De eso ya pasó una década. Hoy Dalila tiene 17 años y está sentada en el lobby de un lujoso hotel en París. Desde los amplios ventanales se ven la Torre Eiffel y el Arco del Triunfo. La joven futbolista de River está a punto de cumplir un gran sueño: jugar un Mundial con la selección argentina. Su debut podría darse este lunes, cuando el equipo nacional haga su presentación en el Grupo D de la cita de Francia 2019 ante Japón en el estadio Parque de los Príncipes.
A diferencia de muchas de sus compañeras, que tuvieron que superar diversos obstáculos para poder jugar al fútbol, Ippólito pudo disfrutar de su pasión desde muy chica. Su talento innato le allanó el camino: a los ocho se sumó al club Jóvenes Deportistas de Lugano y empezó a disputar la Liga CAFI (Campeonato Amistad de Fútbol Infantil). En su equipo eran muy pocas nenas y se enfrentaban a rivales masculinos.
Con el tiempo, pasó a La Plaza, otra institución de su barrio. Su entrenador allí conocía a Diego Guacci, quien actualmente es el DT de las selecciones femeninas Sub 15 y Sub 17 de Argentina, pero que por entonces se desempeñaba en River. El contacto entre ellos hizo que Dalila diera el gran salto al "Millonario". Empezó yendo una vez por semana (los lunes) y luego fue sumando días, hasta que se quedó definitivamente.
Sus grandes actuaciones en el mediocampo del conjunto de Núñez le valieron una convocatoria a la Selección Mayor. Era 2017 y tenía solo 15 años cuando Carlos Borrello, en el regreso al trabajo del conjunto nacional luego de dos años de parate, la llamó para disputar un amistoso ante Uruguay. Ante las Charrúas, salió de titular. "No entendía nada. Fue hermoso y lo disfruté muchísimo", recordó Ippólito en diálogo con Infobae en París.
Fue así como debutó en la Selección Mayor incluso antes de pasar por las juveniles, con las cuales ha tenido mucha actividad reciente: con la Sub 17 jugó el Sudamericano de San Juan en 2018 y con la Sub 20 no pudo ir al torneo en Ecuador de ese mismo año por una lesión, aunque sí integró el equipo en los Juegos Odesur.
La convocatoria para el Mundial llegó casi como sorpresa para Dalila. A principios de año, la joven se había propuesto estar en Francia 2019, pero el hecho de no haber sido llamada para entrenar con la Mayor durante varios meses casi sepulta sus ilusiones.
"Soñaba con estar en el Mundial y me prometí hacer lo posible para que se cumpliera, pero sabía que estaba difícil. Como el entrenador no me citó para los amistosos que se jugaron afuera, yo pensaba que las chances disminuían cada vez más. Cuando me llamó para la última semana (antes de dar la lista para Francia) no lo podía creer, no me lo esperaba. En ese momento pensaba que ya estaba, que ya tenía el equipo. Enterarme que estaba en la lista de 23 fue una locura, estaba feliz y contenta. Lo primero que hice fue avisarle a mi mamá, que estaba más emocionada que yo", contó con una sonrisa enorme.
Pero el fútbol es solo una parte de la vida de la jugadora, que sigue viviendo con su familia en el departamento de Villa Lugano. Su mamá trabaja en una pizzería y su papá es contador en una repartición pública. Tiene cinco hermanos.
Dalila cursa cuarto año en el Comercial 35, una escuela pública de su barrio. Cuando sus compañeros y compañeras se enteraron de que jugaría el Mundial, comenzaron a mandarle mensajes de felicitaciones y de saludos. Según cuentan quienes comparten con ella en la concentración, a Dalila -como a cualquier chica de su edad- es difícil mantenerla alejada del celular. Aún así, es muy responsable con los pedidos del entrenador y con los compromisos del equipo.
En esas conversaciones que tiene con sus amigos en Buenos Aires, la mediocampista también recibe fotos y resúmenes de las distintas materias. Lee y estudia ya que quiere estar al día con la escuela para poder estar a la par de su curso cuando regrese.
"Va a estar un poco complicado cuando vuelva, pero voy a ponerle pilas para aprobar todo", aseguró, y, sobre su desempeño escolar, agregó: "Me va bien, me cuesta un poco, pero trato de acomodarme en los días que tengo libres para llegar con las cosas que me faltan. Voy a tratar de estar preparada".
En París, Dalila comparte habitación con la defensora Adriana Sachs (UAI Urquiza) y pasa mucho tiempo con su compañera en River Gabriela Chávez y con las otras futbolistas a las que conoce del torneo local.
Con 17 años, la mediocampista es la más chica del plantel. En el día a día, comparte con mujeres que, en promedio, tienen diez años más que ella. Mariela Coronel, incluso, le lleva 20 años. Dalila ha tratado de adaptarse y parece que no le ha ido nada mal: "Algunas me 'descansan' y me cuentan que cuando ellas tenían mi edad no decían ni una palabra cuando estaban en la Mayor. Las tenían 'cortitas', les tenían miedo a las grandes. Yo soy media atrevida, más suelta y me bajan un cambio", bromeó.
Dalila aún está algo obnubilada por tener el privilegio de convivir y de jugar al lado de algunas de sus ídolas como Estefanía Banini, Florencia Bonsegundo o Mariana Larroquette. Su juego se emparenta mucho con el de ellas: dentro de la cancha es una futbolista habilidosa, inteligente y con buen dominio de pelota.
El objetivo de estar en el Mundial ya se cumplió. El tiempo (y el entrenador) dirán si podrá sumar minutos sobre el césped. Sin embargo, Ippólito -igual que cuando lleva la pelota en los pies- no para y ya se traza nuevos objetivos: "Quiero jugar afuera, llegar al Barcelona y vivir del fútbol. Mi sueño número uno es ganar el Balón de Oro femenino".
SEGUÍ LEYENDO: