La de Diego Maradona con Daniel Passarella es una de las peleas más grandes y, a su vez, de las que más se lamentan en el fútbol argentino. Por la dimensión de los personajes, emblemáticos ellos, porque en definitiva todo se trató de egos. Porque, de tener entre ellos otra relación, el beneficio para el deporte más popular del país quizá podría cambiar el rumbo de las cosas. Pasaron 32 años desde aquella ruptura que parecía definitiva, allá por 1986, cuando el astro acusó al Káiser de no querer jugar el Mundial de México por la mala relación entre ambos. Pero la vida, que da vueltas como la mismísima pelota, los cruzó en Rusia, en el marco del Mundial, donde ocurrió lo inesperado: el abrazo entre ambos.
"Eramos muy unidos nosotros (…) él entendió que yo le había robado la capitanía, no quiso jugar el Mundial 86 porque hasta el jueves antes de jugar contra Corea él era titular, se enfermó de repente y yo tengo la plena convicción de que con Daniel hubiésemos sido campeones también pero el Tata Brown la rompió y bueno, no fuimos menos sin él… qué va a ser", comentó Maradona sobre cómo empezó todo.
Fue ese año, el de la consagración en México, donde Diego Maradona y Daniel Passarella no pudieron acercar posiciones. Más bien se alejaron todo lo posible. Y comenzaron las acusaciones: el 10 declaraba sin eufemismos que el capitán que había levantado la Copa en 1978 se había borrado, que quería perjudicarlo a él que ahora, por decisión del entonces entrenador de la Selección, Carlos Bilardo, llevaría la cinta en lugar de portarla Passarella.
"Nosotros nos habíamos peleado en la concentración del América de México. Yo llegué quince minutos tarde a una reunión junto con los rebeldes. Esos éramos, según Passarella: Pasculli, Batista, Islas… Entonces nos comimos un discurso de Passarella, con el estilo de él, bien dictador; que cómo el capitán iba a llegar tarde. Lo dejé hablar '¿terminaste?', le pregunté. 'Bueno, entonces vamos a hablar de vos ahora'", cuenta Maradona en su libro México 86. Mi Mundial, Mi Verdad. Así Ganamos la Copa (Planeta).
En ese capítulo, Diego agrega: "Y conté delante del plantel completito todo lo que era él. Y se armó el lío grande. Porque en aquella selección había dos grupos. Por un lado los que apoyaban a Passarella. Estaban Valdano, Bochini, varios. Passarella les había llenado la cabeza y por eso decían que nosotros habíamos llegado tarde porque estábamos tomando falopa. Entonces le digo: 'Está bien, yo asumo que tomo'. Pero acá hay otra cosa. No estuve tomando en este caso ¡mirá vos! Además vos estás mandando al frente a los pibes que están conmigo que no tienen nada que ver ¿entendiste, buchón?".
He allí el principio, la génesis de una pelea histórica que luego se retroalimentó por acción o inacción de los personajes en cuestión. Pasaron 32 años de egoísmos, acusaciones y odios. En Rusia, sin embargo, algo pareció ocurrir. Al menos, el abrazo menos pensado.
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