Mauro Zárate salió del centro de diagnóstico donde se realizó la revisión médica antes de transformarse en jugador de Boca y lo esperaba un enjambre de cámaras y micrófonos detrás de su testimonio, luego de su controvertida decisión de irse de Vélez, club en el que era ídolo, luego de haberle dado la palabra al club de Liniers asegurando que iba a continuar.
En ese contexto, el delantero, de 31 años, aceptó la requisitoria periodística y se enfrentó a los medios, primero, más proclive a hablar. "Faltan algunas cosas y firmar. Ahora pienso sólo en jugar, ya hablé lo que tenía que hablar", dijo. Sin embargo, algunos hinchas de Vélez, enterados a través de la TV de que Zárate haría una aparición pública, se acercaron para escracharlo. Y la situación alcanzó altos niveles de tensión.
"A Vélez no le diste nada". "Amargo". "Traidor". Las agresiones de los fanáticos comenzaron a escucharse, mientras al atacante se lo vio notablemente nervioso.
"Me tengo que ir, permiso, permiso. Chicos, tengo que pasar", les solicitó a los periodistas, que le proponían sólo hablar de Boca, pero en esas condiciones, ante el contexto adverso, Mauro buscó abordar el auto y partir.
La decisión de sumarse a Boca y abandonar Vélez le causó diferentes trastornos a Zárate. Desde amenazas a su familia, el enojo de sus hermanos Rolando y Ariel (que se hizo público a través de declaraciones televisivas) y las demostraciones de enojo de los hinchas del Fortín.
Ni aun intentando dar vuelta la página, ya en uno de los trámites previos a la firma del vínculo con el Xeneize, logró escapar del fastidio de los velezanos.
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