Seamos sinceros. ¿Por qué confiábamos en que hoy Argentina podía pasar a los cuartos de final del Mundial de Rusia? Por las ganas. Por la sangre. Por el carácter. Por todas esas cuestiones. Y hoy la verdad que Francia jugó al fútbol. Y la Selección Argentina apenas un ratito, casi nada.
Nos acostumbramos a sufrir el fútbol en la Argentina. Nos acostumbramos a sufrirlo para explicar frustraciones. Y nos acostumbramos y eso es lo más grave, lo demás forma parte del trabajo, nos acostumbramos a sufrirlo para jugarlo. El contraste de hoy: Mbappé sonriente con el gesto adusto de todos los jugadores argentinos. Y digo esto, desde una manera de sentir y de vivir el fútbol. Nos acostumbramos a sufrir el fútbol porque nunca valoramos, por ejemplo, que hace 4 años Argentina estaba jugando la final de Brasil 2014. Nunca se valoró. Ni siquiera se valoró que en ese partido haya merecido ganar. ¿Cómo íbamos a valorar entonces esto? ¿Cómo íbamos a valorar la reacción, o no, de una generación que hoy está marcada? Porque así se vive el fútbol en la Argentina. Hoy, hoy está marcada. Dentro de 10 años tal vez digan, ¿se acuerdan de Mascherano? Ya no sólo de Messi.
Porque Messi merece un párrafo aparte. Porque Messi, tal vez, esté dejando los Mundiales, tal vez no, por edad podría jugar otro. ¿Pero querrá jugar otro?
Argentina acaba de ser eliminada en los octavos de final. Es lógico por todo lo que ha pasado en los últimos tiempos. Y yo sé que aburre hablar de todos los problemas institucionales, pero son reales. Aburre que la Selección haya sido arrastrada también por la situación institucional. ¿Saben qué? Me quedo con un final que puede ser el título también. El libro de Maradona, cuando se celebraban los 30 años de México 86, terminaba con una frase. Y después de Messi, ¿qué? La pregunta es esa. Ya que nos quejamos tanto. Ya que ahora estamos gritando. Después de Messi, ¿qué?