Matías Adanez, Sebastián Moreno, Santiago Domingo y Marcos Alcetegaray son, antes que nada y después de todo, hinchas de Messi.
Fanáticos del fútbol y de la Pulga, los cuatro juegan en la Selección de la UBA y el día en que el 10 renunció a la albiceleste, después de errar el penal en la final de la Copa América Centenario 2016, tomaron una decisión: pondrían su amor por el jugador del Barcelona en una bandera y la llevarían a todo evento donde el astro estuviera presente.
Así nació la insignia "Verte jugar es mi Mundial", con la imagen de Lio de espaldas, señalando al cielo.
"La hicimos para agradecerle todo lo que nos dio en este tiempo y sacarle presión. Debutó en el banderazo que se hizo en el Obelisco para que Messi regrese a la Selección después de su renuncia", cuenta Matías a horas de tomar el tren para partir a Kazán, destino obligado para todos los hinchas que están siguiendo en Rusia a la Selección.
Esa bandera llegó con ellos hasta este lado del mundo el 20 de junio. "Ahorramos durante cuatro años para estar acá y sacamos entradas por la página oficial de FIFA. Cada vez que se abría la venta, cada uno usaba cuatro computadoras, teníamos amigos y familiares haciendo lo mismo solo para ayudarnos, y terminamos consiguiendo desde el partido contra Croacia en adelante. Y los aéreos si los sacabas con mucho tiempo no eran tan caros", agrega.
Paran en hostels, se mueven en los trenes gratis que puso la organización, la comida es de supermercado para ahorrar costos porque la idea es quedarse hasta el último día en que avance la Selección y ellos se tienen fe. No solo por el juego del equipo, sino por la increíble odisea que vivió esa bandera desde que llegó a Rusia, y que demuestra, además, las insondables diferencias que separan a la seguridad en el fútbol en la Argentina con respecto a una potencia.
"FIFA no permite banderas de más de 2 metros por 1,5. Entonces esta la hicimos en dos paños, con velcro, para unirla ya en el estadio. Una vez que la entramos, una hora y media antes del partido con
Croacia, en Nizhni, quisimos ponerla debajo de nuestras ubicaciones, pero los de seguridad nos decían que no se podía porque interrumpía la visual de una fila. Entonces convenimos colgarla a 50 metros, en una zona autorizada. Nos sentamos, masticamos bronca por la goleada en contra, y media hora después del partido fuimos a buscarla. Y no estaba. No lo podíamos creer: nos la habían robado", relatan el comienzo de su odisea para recuperar la bandera.
"Empezamos a hablar con los de seguridad de FIFA pensando que la habían retirado ellos. Y nos dijeron que no. Entonces nos la habían robado y era responsabilidad también de ellos que nos habían dicho que la colgáramos ahí. Intentamos explicarles eso pero era imposible por la diferencia idiomática, hasta que uno fue a buscar al jefe del operativo policial que vino con un traductor", cuentan.
"Nos vio tan angustiados que nos dijo 'vamos a hacer lo imposible por recuperarla, nosotros tenemos cámaras en todo el estadio tomando todo lo que ocurre antes, durante y después del partido. Ustedes no se vayan'. Y fue con uno de los oficiales de la delegación argentina de la Policía Federal a ver las cámaras de seguridad", sigue relatando Matías.
"A la hora volvió y nos dijo: 'Están las imágenes, se las llevaron dos ciudadanos rusos. Si esperan un rato más, buscamos con las cámaras de ingreso por dónde entraron al estadio, le hacemos zoom al Fan ID que utilizaron, así sacamos los nombres y documentos y nos ponemos a trabajar'. Te juro que no lo podíamos creer".
Esto, que en Argentina parece de ciencia ficción, funcionó.
Dos horas después, la Policía rusa tenía nombre y dirección de quienes se habían hurtado la bandera.
Pidieron que hagan la denuncia y que en un par de días iban a tener novedades. Los cuatro hinchas argentinos se fueron a seguir al team de Sampaoli a San Petersburgo, pensando que era difícil que eso fuera a ocurrir y mandaron a hacer otra bandera igual a Buenos Aires que un amigo se las trajo para el partido contra Nigeria.
Ahora, tienen dos. Antes de partir a Kazán recibieron el mensaje de uno de los oficiales de la Federal avisándoles que la bandera ya estaba en el cuartel central de Policía de Moscú, que podían pasarla a buscar con sus pasaportes y que a los dos rusos que se la habían llevado, les habían iniciado un procedimiento judicial.
Así que el aliento contra Francia se multiplicará. Ojala también se multipliquen estos trabajos de seguridad en la Argentina, un país que no permite hinchas visitantes mientras acá, en el Mundial, hay ejemplos de sobra de cómo trabajar para que quienes las hacen, dentro o fuera de un estadio, las paguen.
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