Francia iba como candidato al título. Era organizador del torneo y disponía de jugadores en apogeo. Pero en la primera fecha había sufrido ante la débil Rumania: fue 2 a 1 con gol sobre la hora de Dimitri Payet. Didier Deschamps atribuyó responsabilidades del magro partido y el bajo rendimiento a Paul Pogba y Antoine Griezmann. Francia ganó sin ellos en cancha y el técnico decidió exponerlos.
Al siguiente partido, al banco. La improvisación tuvo su rectificación en el segundo tiempo. Albania dominaba a Francia en argumentos defensivos y actitudinales. Un remate en el palo y la desconcertante solidez de un rival con grandeza deportiva. A falta de veinte minutos para la concreción de un 0 a 0 que desprendería angustia y cuestionamientos, Griezmann a la cancha. Quedaba un minuto para la debacle: centro de Rami desde la derecha y cabezazo del recién ingresado. Hasta acá, un desenlace convencional de un partido en agonía.
Griezmann corrió hacia el corner con el grito atragantado. Y en un Francia – Albania por la segunda fecha de la Eurocopa de 2016, el autor del agónico gol se desahogó con palabras foráneas. En un ejercicio de lectura de labios, se distingue la exclamación de dos frases patentadas en el Río de la Plata: bramó "la concha de su madre" en un criollo auténtico y respiró cuatro veces "vamos". Francia ganó y Griezmann salvó el prestigio galo. Pero para el festejo recurrió a un lenguaje ajeno y en una situación de drama e incontinencia, verbalizó su felicidad con un discurso más argentino, más uruguayo que francés. En un medio charrúa, confesó que lo naturalizó: "No sé por qué, pero me salió así. Cuando tengo mucha rabia, puteo así".
Las expresiones tienen su correlato: Griezmann absorbió costumbres y tradiciones rioplatenses en sus años de vestuario y fútbol. Escucha cumbia y la difunde entre sus compañeros. No sólo es un tomador de mate, es un fundamentalista. Cada vez que llega a un estadio, lo hace acompañado de todo el equipo matero. En las redes sociales, sube publicaciones con el término "matecito". "Me da energías por la mañana y también por la tarde. Algunos tienen miedo que me salte un doping, pero ya les expliqué. Y he pasado más de treinta", le respondió a los incrédulos. "Es como un té o un café", comparó.
Antoine es hijo de Isabelle y Alain. Nació en Macon, en la región de Borgoña, el 21 de marzo de 1991. Su abuelo materno, de apellido Lopes, jugó de manera profesional en el Pacos de Ferreira de la primera división portuguesa. Se formó en la Unión du Football Mâconnais, de su pueblo natal. El ídolo de su infancia fue el delantero brasileño Sonny Anderson. Se probó en diez clubes franceses, incluido el Lyon, del que era hincha. Fue rechazado por su físico, por entonces pequeño y débil.
En 2005, jugó con el Montpellier un partido amistoso ante el París Saint Germain en el Camp des Loges, centro de entrenamiento de las inferiores del PSG. Allí estaba Eric Olhats, ojeador de la Real Sociedad en Francia. El cazatalentos había estado viendo futuras promesas en Argentina. Llegó allí para visitar viejos conocidos. Se encontró con un niño de aspecto frágil. "No se destacaba por encima del resto. Jugó diez minutos saliendo desde el banco porque en el físico estaba completamente sobrepasado por los otros jugadores. Pero realizó grandes gestos técnicos cuando tenía la pelota. Esa técnica, esa fluidez y esa facilidad en el juego me encandilaron. Pensé que si evolucionaba físicamente a lo largo de los años podría convertirse en un jugador interesante", describió Olhats, visionario.
Griezmann tenía trece años cuando un desconocido se lo quería llevar a San Sebastián, España, para jugar al fútbol. El ojeador consiguió persuadir a la familia con la garantía de que lo iba a hospedar durante tres semanas en su casa hasta que se adaptara a la residencia del club vasco. Las tres semanas fueron seis años. En 2009 fue convocado a realizar la pretemporada con el primer equipo de la Real Sociedad. Allí comenzó su conexión con la cultura rioplatense.
El delantero era Carlos Bueno, un uruguayo. El ex punta de San Lorenzo, Belgrano, San Martín de San Juan, Sarmiento de Junín y Argentinos Juniors fue su iniciador en la filosofía del mate: "Yo lo pasaba a buscar para ir a entrenar. Iba siempre con el mate. Un día me dice: 'Ey, dame un mate'. 'No te va a gustar', le digo y no se lo doy. Al otro día igual, me pidió y se lo di. 'Qué feo', me dijo. 'Yo te dije que no te iba a buscar', le respondí. Tomé tres mates más y me dice que quiere otro. Le expliqué: 'No me gusta que me toquen el mate, si no te lo tomás todo, no te doy nunca más un mate'. Y se lo tomó todo, obligado. Puso una cara de asco pero me dijo no estaba tan mal. Y a la tarde merendamos, fuimos a una plaza y me pidió otro mate. 'Ya sabés lo que tenés que hacer. Lo tomás todo o te mato', le dije. Y ahí empezó todo".
Bueno contó que Griezmann en su casa tiene un cuarto con hasta ochenta paquetes de yerba uruguaya. Y Martín Lasarte, técnico uruguayo que lo dirigió en sus primeros años en la Real Sociedad, confesó que fue su compatriota quien le enseñó la técnica del cabezazo: "Si hoy ves rematar a Antoine, es como ver a Bueno. Hacen el mismo gesto".
Bueno fue quien lo hizo hincha de Peñarol. En las redes circulan fotos de Griezmann con la camiseta del Manya y videos cantando canciones de cancha del equipo uruguayo. Su vínculo con la idiosincrasia rioplatense se extiende hasta la actualidad. Hoy su mejor amigo es Diego Godín, defensor charrúa, ex Nacional. "Es uruguayo. Siempre estuvo rodeado de jugadores uruguayos. Ama lo que somos, comer asado, nuestra música, y toma más mate que yo", resumió. En el Atlético de Madrid jugó con Luciano Vietto, Matías Kranevitter, Augusto Fernández y Nicolás Gaitán. Lo hace ahora con Ángel Correa, Axel Werner y el otro defensor uruguayo José María Giménez. Y siempre fue dirigido por Diego Simeone.
Cuando compartía plantel con una amplia legión de argentinos, Griezmann aceptó la invitación de Kranevitter a participar del Gran DT, un juego típicamente argentino. En una entrevista a ESPN, contó detalles de su experiencia: "Yo peleaba el descenso con Augusto Fernández. Es muy divertido que los jugadores puedan darte puntos. Al principio no conocía a nadie, pero me di cuenta que José Sand me daba muchos puntos y lo puse de capitán".
La influencia rioplatense en las costumbres de Griezmann es fácil de contrastar. El sábado se medirá con Argentina por los octavos de final del Mundial de Rusia. Si gana, le podrá tocar Uruguay en cuartos. Es la historia del francés más sudamericano: el que toma mate e insulta como si hubiera nacido en Buenos Aires o Montevideo.
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