Algunos entran usando el Chrome. Otros viajan hasta el pasado y le dan enter al Explorer. Y los más tecnológicos usan el Safari. Están los que van por el lugar simple y los que utilizan la ventana de incógnito. Pero a todos, irremediablemente, en la página de FIFA les sale el mismo cartel en angustiantes letras rojas: el producto no está disponible.
Sí hay tickets aún para Croacia-Dinamarca o Uruguay-Portugal, por ejemplo, pero para el de la Selección, niet.
Y eso plantea un doble desafío a los 35.000 argentinos en tierras de Vladimir Putin. Primero cómo conseguir una entrada. Después, como llegar a Kazán, donde juega la Argentina, algo que no estaba en los planes de nadie y que muchos no previeron ni antes del Mundial ni después de la derrota con Croacia.
De hecho, fueron poquísimos los que se arriesgaron y compraron en reventa en Moscú tickets para octavos de final en Kazán más pasaje en tren. El resto, la gran mayoría, ahora está rezando y con posibilidades inciertas.
"Nosotros con mi viejo compramos el paquete para seguir a Argentina con entradas pensando en que clasificaba primero. Después de la derrota con Croacia volvimos a Moscú y logramos comprarles a unos peruanos que tenían entradas para octavos en Kazán. Ellos pensaban que clasificaban segundos y muchos revendieron lo suyo en Plaza Roja desde antes de la última fecha, cuando ya estaban afuera. Era el momento de aprovechar, porque ahora están pidiendo locuras", le dice a Infobae Juan, un joven de 23 años de Ceres, provincia de Santa Fe. El padre, un chacarero bonachón, mira y sonríe. Sabe que hizo negocio, como en su momento con la soja.
Y estaba en lo cierto. Moscú y San Petersburgo tienen los servicios colapsados para moverse a Kazán y los tickets escasean y la reventa vuela.
Las entradas para el partido tenían un precio oficial que iba de los 115 a los 245 dólares. Hoy se pide en la calle y las páginas de internet entre 500 y 1000 dólares, y con el riesgo de que no sean auténticas.
En el partido frente a Nigeria hubo cuatro argentinos detenidos. Uno por provocar disturbios alcoholizado, otro por intentar pegarle en la cancha a uno que insultó a Higuaín cuando erró su gol y dos porque se pelearon con los agentes de seguridad en el ingreso al estadio, cuando los tickets que tenían no eran válidos. Habían pagado 400 dólares por cada uno y eran falsos, algo que comienza a correr como agua debajo del puente por todo Rusia.
El problema para los argentinos es que los únicos que tienen tickets sobrantes para el partido son algunos peruanos y dinamarqueses, y saben que el bien es muy preciado. Tan preciado como hoy conseguir un boleto para llegar a la sede del partido.
En Moscú no quedan ni pasajes de avión ni de tren para ir hasta Kazán. Por las aerolíneas de bajo costo se conseguía un ida y vuelta por 5200 pesos, pero desde el miércoles está todo agotado.
Los trenes, con un costo de 1300 pesos y un viaje de 13 horas, están sold out desde el martes y ya Russian Railways anunció que no pondrá más formaciones.
La opción micro tampoco es potable: las empresas Spline Trans y Autovokzaly que hacen el trayecto en 14 horas y con un ticket de 1600 pesos ida y vuelta, no tienen lugares.
Entonces aparecieron tres opciones.
La primera, alquilar un auto por 500 dólares y sumarle a eso el costo de la nafta más peaje. El viaje desde Moscú dura 12 horas para hacer 830 kilómetros y desde San Petesburgo, 22 horas.
La segunda es tomar un Yandex, como se llama acá la empresa similar a Uber. Pero están pidiendo valores que llegan a los 1200 dólares entre tres personas.
La última es conseguir un particular que ponga micros. Hoy uno tuvo la idea y publicó en los lugares donde suele haber argentinos en Moscú que saca micros ida y vuelta partiendo el viernes a las 23 horas y con regreso apenas termina el match, a 170 dólares per cápita el viaje. Lo hace desde el Espacio Argentino, un bar que se puso en Moscú para el Mundial, pero los responsables de este lugar dicen no tener nada que ver con la iniciativa y nadie sabe cuán confiable es.
En la desesperación, habrá muchos que paguen fortunas para ir donde esté Messi. Para ir donde está el sueño de la Selección. Para no perderse el crucial partido con Francia. Pero más que nunca, hoy, pertenecer tiene su costo. Y es carísimo.
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