John Obi Mikel sabe bien quién es Messi. Desde la final del sub 20 que perdió en 2005, las tantas veces con el Chelsea ante Barcelona o en partidos como los de este martes, ya casi un clásico de los mundiales, el volante nigeriano bien podría decir que Leo es, para él, una especie de némesis, la figura que siempre lo opaca. En aquel partido decisivo del juvenil el rosarino metió dos goles y se llevó el premio al mejor jugador del torneo. "Me lo robó", ríe Mikel, que había sido el cerebro de Las Águilas y al final recibió el Balón de Plata.
Para el nigeriano sin embargo la figura intimidante de Messi en el campo rival no le provoca resentimiento ni envidia. Es admiración total. En los últimos dos años, como capitán de Nigeria, Mikel debió votar en FIFA por el Balón de Oro y, a pesar de que Cristiano Ronaldo era candidato –y de hecho ganó–, él eligió siempre a Lionel, al "ladrón" de hace 13 años.
"Messi es Messi, él define los partidos", aclara el africano y recuerda la última vez que lo enfrentó a nivel selecciones. Fue en en el Mundial de Brasil. Y como aquella vez en Holanda por el juvenil, Lionel metió dos goles. Entonces Mikel se pregunta lo mismo que muchos: "¿Es realmente humano?". Nadie sabe, John.
El de este martes puede ser un partido histórico para Nigeria. Quizá todavía más importante que el triunfo en la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, también contra Argentina. El último antecedente es un indicio positivo para el equipo de camiseta verde. En el amistoso jugado en noviembre de 2017, Nigeria le ganó a los de Sampaoli 4 a 2.
Pero Obi Mikel, de 31 años, sabe que aquella vez en Krasnodar tuvieron una ventaja para nada sutil. "Un cierto ser humano no estaba jugando", sonríe el 10 de Nigeria y amplía el concepto: "Sin él, definitivamente son menos equipo. No podemos poner toda nuestra atención en Messi, pero él es el hombre que debemos detener. ¿Tenemos que poner a alguien para que lo marque? Tal vez sí, tal vez no, porque cuando hacés eso estás jugando con menos equilibrio".
Los africanos saben que Argentina está obligada a reencontrarse con el buen juego, la confianza y la suerte para no quedar eliminada en la zona de grupos. "Tiene grandes jugadores y un buen equipo. Les está costando y esperemos que siga así", bromeó Mikel en charla con la prensa, antes del partido, y más en serio, aclaró: "No podemos mirar lo que hagan ellos, tenemos que jugar seriamente y con humildad".
El primer Mundial de Nigeria fue aquel en el que la enfermera se llevó a Maradona de la cancha tomado de la mano. Fue en 1994. Pasó mucho tiempo. De aquel partido del golazo de Caniggia al decisivo de este martes pasaron seis mundiales y en cinco torneos ambos equipos quedaron en el mismo grupo.
John Obi Mikel se ríe cuando piensa en la costumbre de enfrentar a una de las potencias cada cuatro años. "Sabíamos que los cruzaríamos", dice, y jura que lo anticipó antes del sorteo. "Le dije a un amigo: 'Confiá en mí, Argentina estará en el mismo grupo que nosotros'. Es una locura. No sé por qué, pero sigue sucediendo".