El triunfo de la rabia sobre el miedo

Por Daniel Arcucci

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No hay otra manera de explicar este partido que no sea acá, en medio de la euforia. Hay partidos que no resisten análisis. Tal vez si hubiera finalizado como finalizaron los primeros 45 minutos habríamos dicho que fue el triunfo de la experiencia. ¿Por qué? Porque Ever Banega fue el mejor jugador en esos primeros 45 minutos, en los que Lionel Messi marcó la diferencia con un gol brillante. Y pudo haber hecho uno más con un tiro libre en el palo. Desde el fondo quien sustentaba todo era Marcos Rojo.

Con esos 45 minutos se explicaba el triunfo de la mano de la experiencia. Y también seguramente de la mano del enojo, de la mano de la furia, de la mano de la rabia de aquellos que se sentían marginados, o que se sentían de algún modo criticados.

Hablamos sí de Mascherano, de Messi y compañía. Pero lo que pasó en el comienzo del segundo tiempo obligó a un segundo análisis, que es el miedo ganándole a la rabia. Un penal de Mascherano que despertó todos los fantasmas, una vez más, luchar contra la adversidad para un equipo que le cuesta luchar contra la adversidad. Se fueron consumiendo los minutos como la paciencia y tal vez como la esperanza. Y aparecieron todos los defectos de ese equipo. Hubo un solo jugador que realmente nunca abandonó esa lucha: se llamó Marcos Rojo.

Entraron los más chicos. Bien Pavón, no tan bien Meza. Los cambios de Sampaoli llegaron tarde otra vez, algunos de ellos. Pero allí seguía Marcos Rojo. Y lo que no pudo lograr Higuaín, lo que no pudo lograr Agüero que también había ingresado, lo que no pudo lograr el propio Messi, lo logró un jugador que sí encarna la rabia, y la furia. Se llama Marcos Rojo. Hizo un triunfo para marcar con "rojo", justamente. Con marcador rojo, y sobre todo con rojo de entrega, rojo de sangre y rojo porque tal vez marque la recuperación en este torneo. En definitiva, el Mundial empieza de nuevo para Argentina. Es otro Mundial.

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