De comer un asado en la propia casa de Lionel Messi, en un encuentro en el que juntos alimentaron el sueño de ganar el tercer Mundial para Argentina, a ganarse el rechazo de la famosa y nociva "mesa chica" de la Selección. En poco más de un año, Jorge Sampaoli pasó de ser la alternativa perfecta para suceder a Edgardo Bauza a ser señalado por los referentes del plantel, por lo bajo, como responsable ineludible de que Argentina llegue a la última fecha de la fase de grupos a la espera de un milagro para pasar a los octavos de final del Mundial.
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"Él tiene mucha culpa de lo que pasó con Croacia. Nos confundió a todos con sus cambios constantes y con sus locuras", disparó uno de los futbolistas con mayor recorrido en la Selección pidiendo reserva de su nombre. Y agregó, sin anestesia: "En el cuerpo técnico están peleados entre ellos y nosotros quedamos en el medio de ese quilombo".
El idilio inicial se evaporó como la niebla. En su momento, la conducción de la AFA encabezada por Claudio Tapia despidió a Edgardo Bauza y Sampaoli abandonó el Sevilla -previo pago de una cláusula de rescisión de 1.500.000 euros por parte de la AFA- con la mayor venia posible en la Argentina, impulsado por Mauricio Macri, Daniel Angelici, el propio Tapia y Messi.
Los presidentes de la Nación y de Boca pensaban, al igual que el as de espadas del Barcelona, que el fútbol ofensivo que siempre pregonó Sampaoli era la ruta perfecta para llegar al Mundial de Rusia con aspiraciones serias en el último Mundial para varios de los integrantes del plantel, como Javier Mascherano, Sergio Romero, Marcos Rojo, Lucas Biglia, Enzo Pérez, Ángel Di María, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y acaso también el propio Messi, quien llegará a Qatar 2022 con 35 años.
Sin embargo, Argentina entró al Mundial por la ventana, después de no poderle ganar a Venezuela en la cancha de River y a Perú en la de Boca, y tras superar 3 a 1 a Ecuador, en la altura de Quito, en la última fecha. La desesperación de la AFA en la previa fue tan grande que contrataron al famoso brujo Manuel para que impulsara al equipo hacia Rusia.
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Ya por entonces, Sampaoli se apoyaba más de la cuenta en las opiniones y gustos de Messi a la hora de los planteos tácticos y las convocatorias de futbolistas para los distintos partidos. Al punto de que, ya con el Mundial en el horizonte, llegó a declarar públicamente que la Selección no era su equipo sino el de Messi, a quien -dijo- no estaba en condiciones de enseñarle nada por su ahora discutida condición de mejor del mundo.
Esas concesiones públicas -esa permeabilidad- no hicieron otra cosa que ir deslegitimando el liderazgo de Sampaoli para con el plantel. Y las dudas del técnico, reflejadas en los cambios constantes que realizó en el equipo desde que la preparación se mudó de Ezeiza a Barcelona hasta llegar aquí, terminaron de horadar su imagen ante el grupo.
"Que diga lo que quiera", lo desautorizó el Kun Agüero con el doloroso 3 a 0 en contra ante Croacia todavía humeante. Fue luego de que un periodista le comentara, en la zona mixta, que Sampaoli había dicho en la conferencia de prensa que el plantel nunca había terminado de comprender su idea futbolística. En realidad, el técnico había dicho que lo que no había funcionado ante Croacia fue su proyecto de juego. Fuera de ello, la respuesta de Agüero deslegitimando la autoridad del técnico no fue otra cosa que una muestra gratis del descontento reinante entre la vieja guardia de la Selección para con un Sampaoli cuyo poder hoy está completamente ajado.
El desencanto del plantel para con el técnico parece haberse trasladado también a las tribunas, donde los hinchas protagonizaron el histórico caso de dedicarle un canto con insultos al técnico en pleno Mundial. "Sampaoli botón, Sampaoli botón, sos un hijo de puta, la puta madre que te parió", entonaron, enfurecidos, buena parte de los más de 20 mil argentinos que estuvieron en el estadio de Nizhny Novgorod cuando se terminaba el partido ante los croatas.
El técnico tiene contrato con la AFA hasta después del Mundial de Qatar 2022, pero el escenario actual que lo muestra cada vez más debilitado y la desilusión de quienes impulsaron su llegada hace que desde las altas esferas del fútbol argentino ya estén pensando en su sucesión. El desencanto, está claro, alcanza también a la dirigencia deportiva y política que lo arropó en su momento. "Ahora la estrategia es desgastarlo para que se vaya después del Mundial sin querer cobrar todo el contrato", reconoció un dirigente del Ascenso que conoce muy bien a Tapia.
Envuelta en problemas, con una crisis interna y la relación Sampaoli-referentes a punto de estallar, Argentina se deja ver tan confundida en el campo de juego que ni siquiera Messi está a la altura de su condición de crack: jugó para el aplazo ante Islandia y Croacia, arrastrado por la corriente de un equipo que parece a la deriva.
Sin un funcionamiento confiable, sin alma y sin rebeldía, esta Selección es el reflejo de las miserias que esmerilan la salud del grupo tanto como las posibilidades de Argentina en el Mundial.