Luka Modric convive con su infancia. Nació en Zadar, cerca de Obrovac, el 9 de septiembre de 1985. Modrici, la aldea donde se crió, terminó conformando su apellido. Su primera nación fue Yugoslavia.
El jugador será el 10 y el capitán de Croacia cuando el jueves enfrente a la Argentina por la segunda fecha del Grupo D, en un partido que decidirá el ánimo, el entusiasmo y las probabilidades de la Selección por acceder a la siguiente fase de la Copa del Mundo.
Luka Modric es hoy una referencia del fútbol de elegancia, sobriedad y distinción. Su niñez contrasta con la serenidad que transmite. Nació en zona de guerra, en el corazón del conflicto bélico por la independencia de Croacia.
Cuando tenía seis años, la guerra de guerrillas había explotado. En diciembre de 1991, en la aldea de Jesenice, siete ancianos fueron acribillados por un grupo de rebeldes serbios. A 500 metros de su casa, los chetniks (una organización guerrillera nacionalista, conservadora y monárquica serbia) asesinaban a su abuelo.
Sus padres Stipe y Jasminka trabajaron en una fábrica textil hasta el estallido de la guerra.
Su padre fue alistado al ejército croata y su madre escapó con sus hijos. Desplazados de sus raíces por el conflicto bélico, recorrieron distintos hoteles de refugiados. Quienes lo recuerdan, aseguran que con siete años de edad tenía la mirada apagada y la frente arrugada de un anciano.
En situación de pobreza y desamparo, Luka Modric se resguardó en la pelota. El empleado de uno de los refugios donde se alojó precisó, en diálogo con el diario croata 24 Sata, que de niño "rompía más ventanas que las bombas serbias".
Jugaba en los estacionamientos, con otros niños refugiados, rodeado de escombros y en penumbras. Su padre fue futbolista y, como pudo, le contagió la pasión en una situación sociocultural adversa.
"La guerra me hizo más fuerte. Fueron tiempos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidarlo", relató ya de adulto. Su familia siempre había peocurado abstraerlo del dramático contexto cuando él era un niño, buscando que tuviera una infancia feliz.
La mañana del 4 de agosto de 1995 comenzó la ofensiva croata de independencia. La Operación Tormenta concluyó con la guerra de Croacia. Fue la mayor limpieza étnica perpetrada en los Balcanes con un saldo de veinte mil croatas muertos y la expulsión de 250.000 serbios de las áreas conquistadas.
Luego del desastre, su padre comenzó a trabajar como técnico aeronáutico en el aeropuerto, y su madre se perfeccionó como costurera. Luka ya tenía diez años y vislumbraba un próspero futuro como futbolista.
Tomislav Basic, responsable de las inferiores del NK Zadar, recordó en diálogo con el diario deportivo Marca un detalle revelador: "Eran muy pobres, no tenían dinero para materiales, así que decidí hacerle unas canilleras de madera que aún conservo, porque sabía que iba a ser un gran jugador".
En el Hajduk Split no quisieron ficharlo por considerarlo débil. El Dínamo Zagreb lo reclutó en 2001 y al año siguiente firmó su primer contrato profesional.
El club croata lo cedió al Zrinjski Mostar de Bosnia para la temporada 2003/2004, donde fue distinguido como el mejor jugador del año.
Volvió al Dínamo Zagreb para recalar en un nuevo préstamo en el Inter Zapresic que terminó segundo en la Primera División de Croacia. Después llegó la era de gloria: tres años en el Dínamo Zagreb, cuatro en el Tottenham y los cinco que lleva despuntando en el Real Madrid desde 2012.
Con la selección de Croacia debutó el primero de marzo de 2006 en una victoria por 3 a 2 ante la Argentina en Basilea, Suiza. Hubo goles de Tevez y de Messi en aquel amistoso preparativo para la Copa del Mundo de Alemania, la primera cita mundialista de Luka Modric. Repitió en Brasil 2014 y, ya como capitán, líder y figura excluyente, lo hace en Rusia 2018. Un niño que nació en la ex Yugoslavia, se crió a las sombras de una guerra feroz y se refugió en el fútbol, que hoy se refugia en él.
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