El rebote le quedó a Magnusson. Magnusson le pegó mal, de zurda y de primera. La volea cayó en los pies de Sigurdsson. Sigurdsson la controló, pensó y se acomodó para su pierna derecha. Bjarnason no pudo desviar el disparo. El arquero tapó abajo pero dejó la pelota viva para que Finnbogason. Hay algo que se repite en los jugadores de Islandia que participaron en la jugada del 1 a 1 ante Argentina (su primer gol en Mundiales). Es la terminación de su apellido: el "son".
El sufijo se extiende a toda la población de Islandia y a 22 jugadores del plantel mundialista. Frederik Schram, tercer arquero, es la excepción: su apellido no finaliza en "son" sencillamente porque nació en Dinamarca. Pero en su patria adoptiva, su apellido contrasta con la composición histórica de la identidad de los islandeses. Similar al caso de Eidur Smari Gudjohnsen, el máximo goleador de la Selección y -con pasado en el Barcelona- el futbolista más destacado del país, quien pertenece a la minoría islandesa que hereda el apellido paterno, una práctica ilegal desde 1926 y que habilita una discusión sobre raigambres y nacionalismo.
Sucede que en Islandia dos hermanos de distintos sexos pueden tener apellidos diferente. Los apellidos están conformados por el nombre del padre (en gerundio) acompañados por la terminación "son", para los hijos, o "dottir", para las hijas, sufijo que para ambos casos significa "hijo de". En términos prácticos, los herederos de Hannes Halldórsson, el arquero que le atajó el penal a Messi, tendrán de apellido Hanesson o Hannedóttir, de acuerdo al sexo; o el padre de Gylfi Sigurdsson, la figura de la selección vikinga, se llama Sigurdur Adalsteinsson.
Esta costumbre patronímica que limita la extensión del linaje familiar predomina. Sin embargo, en el último tiempo y por nuevos parámetros culturales, se legalizó la composición de apellidos heredados del nombre de la madre, conforme los hábitos de crianza de mujeres solteras.
El tema de los nombres y los apellidos pertenece al patrimonio cultural y es una cuestión de Estado en Islandia. Existe un "Comité para los Nombres" donde convergen todos los nombres habilitados para ponerle a sus hijos. Hasta 2013 eran 1.712 nombres masculinos y 1.853 femeninos permitidos en un país que no supera los 350 mil ciudadanos. Si los padres quieren un nombre que no está dentro del registro histórico, deberán elevar una autorización al comité a efectos de evaluar compatibilización con el alfabeto y las tradiciones locales.
El hábito lingüístico islandés privilegia el uso del nombre por encima del apellido: las guías telefónicas están organizadas en orden alfabético por el nombre y no por el apellido
Así como también se concedió la posibilidad de que las madres solteras le transfieran su nombre al apellido de sus hijos, las autoridades flexibilizaron las formas de denominación. Los 3.565 nombres reglamentarios parecen pocos. En 2013 comenzó una apertura hacia la adopción de nuevos nombres, cuando Blaer Bjarkardottir, una joven de 17 años, demandaba al Estado para utilizar el nombre que le habían puesto sus padres y que no estaba dentro del registro oficial. Finalmente habilitaron la denominación Blaer y la joven pudo modificar su nombre en los documentos de identidad que la nombraban "Stelpa" (niña genérica) Bjarkardottir.
Los nombres autorizados pueden cotejarse en una página web donde también incorporan a las últimas denominaciones que habilitaron con la fecha de admisión. A su vez, otra plataforma online permite modificar la identidad del usuario por una denominación tradicional de Islandia, con el "son", el "dóttir" y el nombre del padre.
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