Casi todo lo que uno puede ver en una cancha argentina, aquí en Moscú, en el debut de la Selección en el Mundial, no ocurrió. Lo único que se verificó es que la pasión de los hinchas albicelestes por Messi y compaña es un bien preciado que atesoramos y se lo mostramos al mundo como un trofeo.
Por el resto, los más de 20.000 argentinos que coparon el Spartak Stadium se comportaron como probablemente jamás lo hubiesen hecho en cualquier partido jugado en nuestro país.
En principio, en Rusia hay varias prohibiciones que ningún hincha osó desafiar.
Está prohibido tomar alcohol en las calles y la habitual imagen de ver hinchas compartiendo cerveza en la esquina de la cancha aquí fue una postal imposible de retratar.
Lo mismo en cuanto a fumar en público. En Rusia tienen estrictos controles y solo se puede dar una pitada en lugares específicamente habilitados. Eso provoca que uno camine por la calle o recorra las diferentes tribunas del estadio y nadie esté encendiendo un cigarrillo. A menos, claro, que te llames Diego Armando Maradona. En ese caso, los privilegios están a la orden del día y Diego hasta pudo ostentar su famoso habano mientras sufría con el empate de la Selección en uno de los palcos del Spartak Stadium.
Otra cosa que los argentinos en Moscú respetaron a rajatabla en el match frente a Islandia fue el control de ingreso y de salida del estadio, sin moverse un ápice de donde les marcaban los policías moscovitas.
El Sistema de seguridad funcionó a la perfección. Fuera del estadio, las fuerzas de seguridad, que incluían al ejército, armaban pasillos por donde tenían que caminar los hinchas. No había manera de realizar un recorrido alternativo para burlar a los efectivos.
Y en el ingreso los molinetes son cerrados de piso a techo, y todos debían poner en un lector de barras la entrada corerspondiente y el Fan ID. Si daba rojo, no había manera de vulnerarlo, ya que a diferencia de nuestros molinetes estos son imposibles de saltar.
¿Cómo controlaban que el poseedor del Fan ID sea la persona indicada? Simple, apenas se apoyaba en el lector la tarjeta, al encargado de seguridad de cada molinete le aparecía la foto en tamaño grande del hincha que ingresaba, y podía cotejar cara contra cara. Parece ciencia ficción, pero funciona.
Otras dos cosas que están prohibidas en Argentina pero no se cumplen, acá nuestros hinchas lo respetaron a rajatabla.
Por un lado, la reventa de entradas. Infobae fue testigo de cómo se llevaban a 4 brasileños que querían lucrar con la desesperación de algunos hinchas argentinos en las afueras del estadio. Sí hubo reventa en el centro y por Internet, donde se llegó a pagar entre 800 y 1200 dólares un ticket para el debut argentino.
Por otro lado, la tenencia o consume de drogas es un delito castigado con penas altísimas en Rusia. Y los argentinos tomaron nota por lo que el inconfundible aroma dulzón que en algunas tribunas argentinas suele aparecer, aquí brilló por su ausencia.
En cuanto a los temidos barrabravas, se rechazaron 7 ingresos al estadio de integrantes de equipos del ascenso que estaban en la lista oficial del derecho de admisión que envió la Argentina.
Sus Fan ID fueron bloqueados y ya no podrán ingresar a ningún estadio. En el operativo de seguridad del que participaron más de 1000 agentes señalizados pero también muchísimos de civil, aportaron lo suyo 5 integrantes de la comitiva que envió el Ministerio de Seguridad, con Guillermo Madero, delegado de seguridad deportiva, a la cabeza.
Ellos fueron los encargados de ubicarse en el ingreso de la tribuna Este donde estaba el grueso de la parcialidad argentina y con los celulares de Tribuna Segura chequearon a muchísimos hinchas para saber si se encontraban en la base de datos de los indeseables.
"Apoyamos el trabajo de la Seguridad Rusa que es impresionante", le dice Madero a Infobae. "El Fan ID es un arma vital para pelear contra los violentos y apenas lleguemos a la Argentina lo vamos a impulsar. No es cuestión de costos, sino de voluntad. Así que esperemos que la AFA la tenga para que en breve también este Sistema esté instalado en los estadios argentinos", finaliza.
Tanto adentro como afuera del estadio, se vivió una fiesta en paz, solo manchada por dos mínimos incidentes. Uno ocurrió en la previa, en el banderazo, cuando varios hinchas intentaron subirse al techo de un negocio para hacer sentir su presencia desde allí. Apenas la policía rusa pidió que se bajaran con cara de pocos amigos, casi todos lo hicieron salvo uno, que tuvo que ser retirado por un efectivo de la delegación argentina.
El otro incidente fue dentro del estadio. Maradona arrojó una decena de camisetas con su firma hacia la tribuna lateral más cercana a su ubicación y varios se arremolinaron para agarrarlas. En medio de los argentinos, hubo un dinamarqués que aprovechó y se llevó una y la guardó en el bolso.
Varios hinchas lo encararon y rápidamente aparecieron los hombres de seguridad privada para controlar la situación y hacer que el dinamarqués devuelva la camiseta.
Por último, la desconcentración fue ejemplar: el subte funcionó a la perfección con frecuencia de menos de 90 segundos entre cada formación y el estadio quedo vació a la hora de haber terminado el partido.
Un partido que dejó sabor amargo por el resultado, pero satisfacción por el comportamiento de todos.
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