Aquel 10 de octubre se había transformado en una fecha trascendental para buena parte del pueblo argentino. También para Tomás y Mariana. La noche comenzaba a ganarle lentamente a la refinada tarde caribeña de Cancún y ese bar perdido en el medio de ese oasis mexicano albergaba sueños, deseos y una decisión de vida. Si Argentina lograba vencer a Ecuador en Quito, el exótico viaje de la joven pareja sufriría un cambio radical que venían masticando desde hace varios meses durante los que habían dejado atrás la mayor parte de Latinoamérica y una buena porción de Centroamérica.
"Ese día fue impresionante. Mi viejo, que es un enfermo peor que yo del fútbol, me había ido a visitar justo a México. Lo vimos en un bar que es todo futbolero y había un sector de Argentina, y sectores de todos los que jugaron ese día. Fue impresionante. No lo podíamos creer. Lloramos, pateamos, fue increíble". Tomi hoy está en Bronnitsy, el pequeño pueblo ruso ubicado a una hora de Moscú que cobija la concentración de sus ídolos de la selección argentina. Desde allí le responde a Infobae en compañía de Mariana, su social ideal, y Draco, el perro que ambos adoptaron hace más de un año en Brasil.
Empezó como una aventura y se transformó en un estilo de vida. 32 meses atrás –"Hace ya casi 3 años", aclara Mariana– tomaron la camioneta Volkswagen Saveiro 0KM y enfilaron hacia el norte. Se afincaron durante más de un año en Buzios, una paradisíaca ciudad costera de Brasil, donde ella utilizó sus conocimientos como fisioterapeuta y él se las ingenió en una cocina para subsistir.
"Somos de Mendoza. Nos conocimos ahí, hace 5 años que estamos juntos. Nos presentaron unos amigos que tenemos en común y apenas nos vimos ya sabíamos que estábamos destinados a estar juntos. Antes de empezar este viaje, yo era fisioterapeuta y Tomi tenía una pollería en Mendoza. Dejamos todo y arrancamos el viaje. Lo que hacemos es parar un par de meses para trabajar y después seguimos. Yo tengo 25 años y él 28″, relata Mariana.
Juntaron el dinero necesario y otra vez pusieron en marcha el vehículo para quitarle la modorra brasileña: el susurro de la curiosidad los arrastró por Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y Colombia.
Era poco. Esas ganas todavía no se habían saciado. Él se había enamorado del Mundial tras haber sido testigo privilegiado del equipo de Alejandro Sabella que llegó a la final en Brasil 2014. Quería repetir la experiencia. Pero la cosa no dependía de ellos: el equipo nacional tecleaba al ritmo del cambio de técnicos o dirigentes. ¿Argentina iba a jugar el Mundial de Rusia?
De todos modos el motor seguía ronroneando: "Estábamos entre ir a Alaska o al Mundial". Para ese entonces, el canino se había amalgamado a la perfección al plan, como si fuese un espíritu aventurero que reencarnó en Draco: "Está entrenado ya. Viajó en camioneta, lancha, 4×4, velero, avión, tren… ¡Es un maestro! Él duerme la mayoría del tiempo con nosotros. Si hace calor duerme afuera o adelante de la camioneta. Se adapta".
El aluvión era imparable. Subieron "La China" –así bautizaron a la camioneta– a un barco y cruzaron de Colombia a Panamá. Durmieron en todos lados: desde estaciones de servicio hasta Iglesias. Sin embargo, los caminos que quedaron grabados en sus retinas fueron los de Bolivia: "Fueron los más raras. Todos una aventura".
Pasaron también por Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Belice y "alguno más". Otra vez decidieron hacer base para planificar el último empujón. Eligieron Puerto Morelo, en las cercanías de Cancún y Playa del Carmen. Fueron meseros, masajistas, pizzeros y trabajaron en el rubro de la construcción.
Aquellos tres goles de Messi giraron la brújula. Borraron Alaska del GPS. "Con la clasificación jodida que tuvimos siempre estuvo la duda de ir a Rusia. Ese día, cuando salimos del bar, hablando con mi viejo decidimos ir. Ahí se terminó de definir. Dijimos: 'Nos vamos'. No tuvimos que charlar nada", confiesa Tomi.
Utilizaron el método Ro-Ro (Roll on-Roll off, en inglés), cargaron la camioneta nuevamente en un barco para cruzar el Oceáno Atlántico y la esperaron en Bélgica. Allí se toparon con una de las peores sorpresas. "Tenés que dejar tus llaves. Cuando llegamos a Bélgica a retirarla nos habían robado todos nuestros recuerdos. Mapas, adornos, frazadas, las valijas. Fue feo porque nos robaron recuerdos del viaje que en sí no tenían ningún valor para ellos, pero para nosotros sí", revive Mariana sin perder el tono de calma que la definió durante la nota.
Se enamoraron de los recovecos de las históricas ciudades belgas, pero debían seguir adelante. El pitazo inicial del Mundial no los esperaría. Saltaron a Holanda, luego a Alemania y la grilla los guió rumbo a Polonia, Letonia, Lituania y Estonia. Por el sur de este país pisaron su tierra prometida.
"Fue difícil por el tema del idioma, pero nos ayudaron. Sólo nos pidieron el título del auto, el carnet de conducir y los pasaportes. Nada más. Fue facilísimo. Con el auto nunca tuvimos problemas. Las fronteras fueron relativamente fáciles y siempre nos ayudaron", señala mientras intensifica las gestiones para dar el último paso de su sueño: todavía no tienen entradas para los partidos que disputará Argentina en Moscú, Nizhni Novgorod y San Petersburgo durante la fase de grupos.
La travesía de estos auténticos trotamundos que pasaron buena parte de los últimos tres años en la cabina de la camioneta ya es un éxito. El éxito que muchas veces la sociedad de consumo evade porque no da réditos económicos. "Nos dejó miles de enseñanzas. A convivir, a llorar, a tratar de tener paciencia, a confiar en la gente más. Hay mucha gente buena en el mundo nos hemos dado cuenta", explican a coro.
"Hemos conocido mucha gente loca en el camino. Nos pasaron mayoría de cosas buenas. Es difícil convivir las 24 horas en el viaje. Todo el tiempo juntos los dos. Tener todo ordenado dentro de la camioneta o los pelos del perro. ¡Pero vamos sobreviviendo!", reconocen.
Quizás mañana estén presentes en el Otkrytie Arena siguiendo de cerca Argentina-Islandia. Quizás no. El vehículo les marca que ya llevan más de 77 kilómetros viviendo por ahí. Lo único que tienen en claro es que las andanzas recién empiezan: "No planeamos volver. Queremos ir a China o la India. Tenemos pensado quedarnos un par de años más por acá. Si se puede, hasta el Mundial que viene así vamos también. Queremos, por lo menos, darle una vueltita al mundo".
Si quieres cambio verdadero, pues, camina distinto. Y vaya si lo hicieron…
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