Lionel Messi y compañía tienen libres al menos ocho horas por día. El plantel de Argentina se entrena a lo sumo cuatro horas cuando practican en doble turno. Algunos días, como hoy, la actividad física y futbolística se reduce a dos horas de trabajo en el campo más la eventualidad de una tercera para alguna charla grupal de Jorge Sampaoli o para observar videos de los rivales o de los movimientos propios a corregir.
El resto del tiempo descansan, a la noche y a la religiosa hora de la siesta. ¿Cómo hacen para matar ese tiempo muerto, el largo espacio ocioso de las concentraciones? Aquí, en Bronnitsy, el pueblito de unos 20 mil habitantes distante a 54 kilómetros de Moscú, la Selección cuenta con todas las comodidades -y más- como para pasarla bien o, en todo caso, para no aburrirse.
En el Bronnitsy Training Centre, el complejo donde Argentina dispone de 12 canchas de entrenamiento que lucen como paños de billar, transformaron un microestadio en un centro de esparcimiento gigante, con cuatro mesas de ping pong, tres de metegol, un microcine para ver películas o jugar a la Play Station, un espacio para jugar con dardos y también con un arco y una flecha, una cancha de básquet y otra de bádminton.
Pero las vedettes son otros dos juegos: el padbol, similar al fútbol-tenis pero en una cancha de paddle y con dos jugadores por lado, y el Parchís, un juego digital que sería algo así como la versión moderna del Ludo Matic y que es furor en las concentraciones de muchos equipos: por caso, Neymar y Dani Alves supieron fotografiarse jugando en un viaje en avión.
El acondicionamiento del complejo, que incluyó un mejoramiento de los campos de juego castigados por la nieve del último invierno local, le costó a la AFA más de 2.000.000 de dólares. Este es una suerte de CENARD europeo, un complejo donde suelen entrenarse los equipos nacionales rusos de remo, karate, esgrima y tenis de mesa, entre otros deportes. El centro también cuenta con un hotel, un restorán, un centro de salud, una sala de conferencias, tres gimnasios, una pileta, tres saunas, un sector de relajación y dos jacuzzis.
Cuando no está viendo algún video de Islandia, Croacia o Nigeria, los rivales de Argentina en la primera fase del Mundial que comenzará el jueves con el partido entre Rusia y Arabia Saudita, Jorge Sampaoli se recluye en su habitación a despejar la mente mirando alguna serie o película. La última que vio fue Los infiltrados, un drama policial protagonizado por Leonardo Di Caprio, Jack Nicholson y Matt Damon.
Lejos de los estilos restrictivos, Sampaoli les da libertad a sus jugadores para utilizar las redes sociales -algo que otros técnicos, como Joachim Löw, el de Alemania, no permite- e incluso los deja llevar sus teléfonos celulares a la mesa a la hora de comer. Hay entrenadores, como Marcelo Gallardo en River, que decidieron aplicarles multas a los jugadores que usen sus celulares en los horarios de comida. Sampaoli, en cambio, es de los técnicos que estimulan la libertad absoluta de su plantel, siempre desde la confianza que tiene en el profesionalismo y la responsabilidad de sus dirigidos. Estilos diferentes, al fin.
"Los muchachos recién ahora están recuperando la alegría porque las lesiones que dejaron afuera a Chiquito Romero y a Manu Lanzini golpearon mucho al grupo", comenta una voz de la delegación que pide reserva de su nombre. En efecto, las bajas por lesiones del arquero y del volante ofensivo, quienes fueron reemplazados por Nahuel Guzmán y Enzo Pérez en la lista de 23, castigaron anímicamente al grupo. A Gabriel Mercado, compañero de habitación de Lanzini, recién ahora se le está yendo el semblante más bien triste que tuvo en los primeros días posteriores a la lesión del mediocampista ofensivo del West Ham. Los dos exjugadores de River forjaron una fuerte amistad que se potenció porque comparten representante: Hernán Berman. Por eso a Mercado le dolió sobremanera la rotura de ligamentos que dejó sin Mundial a Manu.
A propósito de las habitaciones, la que reúne mayor talento futbolístico es la 221, compartida por dos viejos amigos como Messi y Agüero, compinches desde los tiempos de los seleccionados juveniles. "No molestar, héroes en reposo", dicen los carteles que cuelgan de los picaportes de las puertas. Las otras habitaciones están distribuidas de este modo: Ansaldi-Pavón, Tagliafico-Meza (excompañeros en Independiente), Caballero-Armani, Guzmán-Fazio, Dybala-Higuaín (hoy juntos en la Juventus), Mascherano-Biglia, Otamendi-Rojo, Di María-Lo Celso y Mercado-Enzo Pérez. Ever Banega es el único que duerme solo.
Desde que se instalaron en Bronnitsy el sábado por la noche, el plantel puso en marcha un torneo de truco que tiene como parejas salientes a Messi-Agüero, Higuaín-Dybala, Banega-Di María, Pavón-Lo Celso y Ansaldi-Tagliafico.
Gigante y con todas las comodidades a disposición de los futbolistas, en el complejo pueden verse monopatines que son utilizados por integrantes del cuerpo técnico para trasladarse desde las canchas de entrenamiento hasta la concentración. A más de un ayudante de Sampaoli se lo vio sonriente y agitado mientras aprendía a movilizarse en monopatín por las callecitas del predio, cuya entrada muestra una gigantografía con imágenes de los principales jugadores de la Selección.
Mientras a Wilfredo Caballero se lo suele ver leyendo los libros Pelota de Papel y Dinámica de lo Impensado, éste último de Dante Panzeri, a Gonzalo Higuaín y Federico Fazio, flamantes papás, es común observarlos hablando por FaceTime para que sus esposas les muestren cómo van creciendo sus bebés en Turín y en Sevilla, ya que la mujer del ex Ferro es española y recién más adelante volverá a instalarse en Roma, donde juega el marcador central.
Las rondas de mate en la habitación que comparten Mascherano y Biglia son otro de los clásicos del grupo, que antes de dormir la siesta suele engancharse con los canales de televisión ruso que muestran imágenes de la previa del Mundial, así como en los últimos días siguieron de cerca la NBA, Roland Garros y Fórmula Uno. "Los pibes se ríen porque no cazan una del idioma ruso", agrega otra fuente de la Selección, que dice que "el equipo está bien, con toda la ilusión de hacer un gran Mundial más allá de que la previa viene siendo complicada".
La mayoría de los jugadores tienen reproductores de audio en sus habitaciones, donde la música mas escuchada es la cumbia y el reggaetón. Por la tarde, cuando hay un solo turno de entrenamientos, suelen salir a caminar en grupos por el predio con sus parlantes portátiles mientras los encargados rusos de la seguridad sonríen tímidamente al escuchar temas inéditos para ellos, como la cumbia santafesina que suena aquí, a 13.476 kilómetros de Buenos Aires.
Así transcurren aquí las horas de la Selección. Entrenando lo justo y necesario para dosificar energías y no sobrecargar físicamente a los jugadores a cuatro días del debut, tratando de encontrar el funcionamiento colectivo que Sampaoli todavía espera, y repartiendo el tiempo libre entre el descanso y esa gran batería de juegos y comodidades que configuran un tratamiento VIP.
SEGUÍ LEYENDO