Era la segunda edición de la final entre Alemania y Argentina en una Copa del Mundo, el replay de la definición de México 1986, pero en Italia 90.
Una oportunidad de tomar desquite para los alemanes, que cuatro años antes habían sucumbido ante la magia de Diego Armando Maradona.
El nombre del árbitro Edgardo Codesal Méndez quedó grabado en la memoria tras aquella recordada definición en el estadio Olímpico de Roma, en la que el juez, uruguayo de nacimiento, naturalizado mexicano y médico de profesión, cobró un penal de Roberto Sensini por una supuesta falta sobre Rudi Völler en los minutos finales del encuentro, poniéndole el sello al resultado a partir de la ejecución de Andreas Brehme.
Tuve la oportunidad de compartir 40 días durante la Copa América Centenario 2016 con Codesal (67 años), hijo de un ex árbitro y miembro de la Comisión de Arbitraje de FIFA. Por supuesto, aquel recuerdo no dejó de transformarse en charla en más de una oportunidad.
Al doctor Codesal lo considero un señor, más allá de que transcurridos casi 32 años sigue convencido de que su decisión fue la acertada y considera que hubo un toque sobre la espalda del jugador alemán.
En las conversaciones, subraya que en cada cruce por el mundo con un argentino le recuerdan la sanción. Y eso le produce un gusto amargo y le hace pensar "por qué habrá existido esa jugada, faltando tan poco para el final".
En una entrevista concedida al diario El País de España, el ex jugador Andreas Brehme reconoció que, en el penal que le marcó a Sergio Goycochea, y que le permitió a Alemania batir a Argentina por 1 a 0, no había existido contacto.
Conociéndolo a Edgardo Codesal, una persona con valores arbitrales, sé que cobro lo que creyó ver, pero muchas veces la mente nos hace esclavos de los errores.
Lo paradójico es que en aquella oportunidad fue un error desde el punto de vista técnico. No fue penal. La apreciación está basada en observar en varias oportunidades la jugada, partiendo desde los conceptos reglamentarios que aportaban las reglas de ese momento. Hoy, con otras expresiones reglamentarias, quizá pudiera haber defendido más su decisión.
Pareciera una contradicción en el análisis, pero no lo es. Y trataremos de ofrecer la respuesta del por qué no era penal en 1990 y ahora podría haber sido correcta su sanción.
¿La razón es de apreciación? ¿De que el fútbol es distinto? ¿De contar con más cantidad de cámaras para observar la jugada? No, es más simple. Las reglas de juego sufrieron cambios.
Hasta ese Mundial, la regla del juego en el apartado de faltas directas hablaba de la "intencionalidad". Cometer sin intención alguna infracción era legal. Por ejemplo: dar una patada a un contrario por calcular mal el bote del balón, o que el guardameta derribara a un delantero por un error de cálculo, si su intención era atrapar la pelota.
Aplicando conceptualmente las indicaciones, nunca existió intención de Roberto Sensini de cometer falta. Su objetivo era llegar al balón y despejarlo de la zona de peligro; el teutón, al sentir el mínimo contacto sin identidad de falta, simuló estrepitosamente y Codesal compró.
Ahora todo es más sencillo y objetivo: juzgamos el contacto físico al disputar el balón, por la fuerza y su contenido. "Consideraremos falta si se jugó de una forma imprudente, temeraria o con uso de fuerza excesiva", plantea el reglamento.
Un empujón, una patada o zancadilla, aunque sea fortuita, es siempre sancionable, por eso hoy le daríamos otra identidad a esa acción. En conclusión, ¿el error arbitral existió? Sí. ¿Fue voluntario? No.
Los que hayan leído mis comentarios sobre el árbitro italiano en la final de Brasil 2014, el del penal no sancionado de Neuer a Higuaín, podrán observar que la regla no escrita del juez, que busca "ser y parecer", en el caso Codesal se vuelve a confirmar.
Nicola Rizzoli había dirigido en dos partidos a Argentina camino a la final. Y en los dos la Selección se había impuesto. Sabía que los ojos del mundo iban a estar encima de su actuación. Influenciado por ese contexto, no vio el penal del arquero al Pipita.
Seguramente en Codesal, no en forma consciente, a la hora de procesar la jugada de Völler y Sensini, lo hizo bajo el tamiz de alguien que compartió toda su niñez con los argentinos. Y si los árbitros tenemos que "ser y parecer", ante las dudas muchas veces aplicamos esa norma tácita, y en forma inocente confundimos nuestras decisiones.
Los errores del árbitro son partes del juego. Y en ese reparto el error se lo llevó nuestra Selección, como luego sucedería en Brasil 2014 con el italiano Nicola Rizzoli.
Por esa razón, para este Mundial, algunas selecciones llevan un asesor arbitral como parte del cuerpo técnico, para que los ponga en autos respecto de quién y cómo es el árbitro elegido, en pos de preparar a los futbolistas, además de a partir del pizarrón, para manejarse con el tercer equipo en cancha, "el equipo arbitral".
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