Si Argentina no cierra un amistoso para viernes o sábado en el Camp Nou a partir del casting express que los dirigentes, con la anuencia de Jorge Sampaoli, realizan contrarreloj en Barcelona (Malta o San Marino, los dos candidatos con más chances); por citar un ejemplo, Franco Armani llegará a Rusia sin un minuto medianamente oficial en la Selección. El DT no podrá testear la solidez de la espalda de Gabriel Mercado. Tampoco podrá ver, más allá de en un trabajo táctico o un picado frente a los sparings, la resistencia de Lucas Biglia o Sergio Agüero, a quienes les urge ganar rodaje tras sendas lesiones.
Son algunos de los trastornos que provoca la desprolija suspensión del amistoso ante Israel, que expuso a futbolistas que deberían enfocarse sólo en la competencia a punto de comenzar a una puja que excede al deporte y los obligó a tener que tomar decisiones dirigenciales. También ofrece beneficios bajo la mirada de Sampaoli (evitar traslados y actos protocolares, como la visita al Muro de los Lamentos), pero el punto es que el episodio es una espina más en el camino de espinas que desanda la Selección hacia el Mundial.
Un breve repaso permite confirmar que lo mejor que le puede pasar a la Selección es que empiece el Mundial. Porque cada paso que dio en todo este tránsito previo vino acompañado por un tropiezo, un error no forzado o una polémica.
La entrega de la lista de 23 futbolistas llegó envuelta en indecisiones y controversias que hasta incluyó debate con los familiares de los futbolistas. Primero, los vaivenes en la organización. Que el DT casildense iba a entregar directamente la nómina de 23, que dos días después de la de 35 exigida por FIFA saldría la definitiva, que mejor esperar el fin de semana para observar en tiempo de descuento a Diego Perotti (Roma) en un rutilante duelo por la última fecha de la Serie A.
Luego, el tironeo por Ricardo Centurión, derramando primero que tenía ticket para el Mundial y, luego de una foto en un cumpleaños nocturno, optando por otros nombres. Más el caso Nahuel Guzmán, una fija del grupo durante el período de cuatro años que se caía del furgón.
¿Más? El affaire Sergio Romero, un intocable desde 2010. El "bloqueo articular" en la rodilla derecha que provocó la decisión de Sampaoli de no esperarlo ante la necesidad de una artroscopía, hecho que generó el ruido mediático de la esposa del arquero, Eliana Guercio, quien puso en duda las condiciones de la determinación.
Y la "reconvocatoria" de Nahuel Guzmán, con la perla oculta: antes de informar el cambio en el listado, el técnico llamó primero al portero para cerciorarse de que no iba a recibir una negativa. Una jugada de laboratorio, para no quedar en offside.
Los sucesos que forzaron a los cambios de planes se dieron constantemente. Incluso a partir de mínimos detalles. La extensión de la visita de Mauricio Macri antes del viaje a Barcelona, las "sorpresas" previas al vuelo, como la canción del músico Axel en el aeropuerto, desfasaron el horario de salida; por ende, también el de arribo.
El primer día de entrenamiento en la ciudad done brilla Messi se redujo a movimientos en el gimnasio del hotel. Y, ante el desgaste, medio día libre, el primero del regimen libertario de Sampa que… también generó polémica.
Porque llegó el día y medio libre desde el domingo a la tarde hasta hoy a la mañana. La foto de Cristian Ansaldi, la sorpresa de la convocatoria, en el jacuzzi con su esposa; las suspicacias alrededor de si los futbolistas se cuidan en sus momentos de ocio con una competencia que genera tanta efervescencia.
Pero el episodio Ansaldi fue borrado rápidamente por el vodevil por el desplante a la invitación del Papa Francisco, cursada hace aproximadamente un mes. El deseo de Sampaoli de no perder más tiempo de entrenamiento o descanso, aunque en el medio estuviese Su Santidad, la versión de la AFA de que el cónclave había sido cancelado con anticipación, desmentida desde el Vaticano.
Y, en el mismo día, las protestas pro-palestinas en las narices de los jugadores que se preparan para el Mundial, las imágenes de las camisetas de Messi ensangrentadas, la posición fuerte de los jugadores, la disolución del partido de los 2 millones de dólares.
Todo, en tres semanas. ¿Hay que remontarse más atrás? Se puede, claro que se puede: el desmadre en la AFA tras la muerte de Julio Grondona, el FIFA Gate que salpicó fuerte por estos lares, tres técnicos en un ciclo de cuatro años (que pueden ser cuatro si contamos a Olarticoechea, que se hizo cargo ante la acefalía en los Juegos Olímpicos), la elección del 38-38, la renuncia de Messi, el regreso de Messi, la suspensión de Messi, la asunción de Sampaoli, la zozobra que se transformó en desahogo en Quito, tras el 3-1 frente a Ecuador con el color milagrero de la presencia de… un brujo. El Brujo Manuel.
Aunque el verdadero brujo es Messi, que sigue encendiendo las esperanzas a pesar de todo. Y todo, quedó evidenciado, es mucho. Por él, en el desmadre y la organización, Argentina puede permitirse soñar.
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