Marcelo D'Andrea es una cara conocida incluso para los que no lo conocen. Es la imagen que siempre está cerca de Lionel Messi, tanto cuando está en la Selección, como cuando desde Ezeiza necesitan hacer un seguimiento de su estado físico en Europa.
Marcelo D'Andrea es el fisioterapeuta de la Selección, aunque en el caso de la Pulga ya es un amigo. Y el trabajo es bastante más frondoso que su tarea en la camilla. "Cuando llega, el jugador precisa calentar, un trabajo de elongación o masajear lo que necesita antes o después del partido. Y colaborás con el utilero, ayudando al profe… Al jugador no le puede faltar nada. Con eso te sentís feliz", detalla.
Su arribo a Ezeiza se dio de la mano de nombres rutilantes, dentro de la cancha y en el banco de suplentes. "Bati (sí, Gabriel Omar Batistuta) siempre buscaba un masajista, se lo decía a (Marcelo) Bielsa y a (José) Pekerman. Yo venía en un momento muy difícil en mi vida, fue como un llamado de Dios", prologa.
"Me acuerdo que fui a Ezeiza en colectivo, tardé como dos horas. Entro y veo bajar a Bielsa y a Pekerman. Y se me frunció…", le agrega color a la anécdota.
En la Selección conoció a los dos futbolistas más importantes que dio la Argentina. Y con ambos generó un vínculo irrompible, privilegio doble.
"Cuando Maradona se retira, me llama para hacerle masajes antes del partido. Y, ya estando ahí, me dice: 'Vení Daddy, vamos a calentar, a patear'. Yo pensé que estaba en un cumpleaños feliz. Estaba con los globos", ofrece una pastilla de la relación que mantiene con el capitán de la Selección campeona del mundo en 1986.
Hoy es la orgullosa sombra de Lionel Messi, "otro símbolo. Y a mí lo que me lleva a ser amigo de él es la persona, lo que te transmite como persona. Desde que lo conocí hace diez años, lo admiro, por la evolución y por el ser humano que es".
Por eso, con el mismo afán que pone para desarticular una contractura rebelde, suelta el deseo, ferviente: "Leo se merece todo y se merece, como Diego, levantar la copa del mundo".