Cada vez que la Selección juega en La Bombonera el rock nacional acompaña el fervor de los hinchas con las estrofas de la Bersuit, Los Piojos y La Beriso. Desde temprano, los fanáticos que colmaron el Alberto J Armando se encargaron de ovacionar a Lionel Messi con cada puesta en escena que protagonizaba el astro del Barcelona.
Desde la presentación del 11 inicial, hasta los goles convertidos en la entrada en calor, el público variaba entre el "Olé, olé, olé, Leo, Leo"… con el "Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar"…
Sólo hubo un paréntesis cuando llegó el momento del reconocimiento a los campeones del mundo de 1978 y 1986, donde Oscar Ruggeri se robó todos los aplausos antes de que se escuche el "Volveremos otra vez, volveremos a ser campeones, como en el 86″, ó "El que no salta es un inglés". La bandera que cubrió la tercera parte de la cancha fue un claro mensaje para los que viajarán a Rusia: #VamosPorMás, junto a las dos estrellas conseguidas en el pasado.
Fue una lástima que en la espectacular salida de los equipos, donde los fuegos artificiales sorprendieron a los presentes, desde el sector donde se ubicó La 12 se entonó el "Dale dale Bo, queremos la Copa, la hinchada está loca quiere un campeonato para festejar"… Tuvo que aparecer Soledad Pastorutti con el himno para silenciar a los desubicados y unir al estadio con "los eternos laureles" y el "juremos con gloria morir".
Cuando el paraguayo Arnaldo Samaniego abrió el telón del espectáculo, la monotonía del partido no despertó grandes emociones: alguna preocupación aislada cuando Lo Celso recibió la infracción que derivó en el penal con el que La Pulga abrió el marcador, y una inesperada ovación a Gonzalo Higuaín cuando el Pipita falló una clara ocasión de gol, fueron las reacciones más llamativas del primer tiempo.
En el complemento, en cambio, el segundo gol de Messi fue opacado por la salida de Di María y el ingreso de Pavón: el ídolo del Xeneize, responsable del bicampeonato y de la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores, hizo temblar al Templo para que el celeste y blanco se vuelva a teñir de azul y oro, y la pregunta que se remite al Fantasma del Descenso circule por la popular local.
Una vez más, tuvo que reaparecer el mejor jugador del mundo para ubicar a los hinchas en el clima mundialista con su hattrick, al tiempo que el Kun Agüero selló la goleada en el 4 a 0.
La ilusión por la Copa del Mundo y la admiración hacia Messi completaron la jornada que dejó a los propios jugadores haitianos visitando el vestuario local, pidiendo una foto con la figura internacional y un cambio de camisetas.
La partida hacia el micro que depositó a la delegación albiceleste en el predio de Ezeiza fue una clara muestra del afecto de los simpatizantes. Como si se trataran de estrellas de rock, los protagonistas se retiraron con el cariño de los hinchas regalando sonrisas y selfies. La despedida tuvo una relación directa con el sueño que despiertan.
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