La elegibilidad de los jugadores para formar un plantel definitivo es el acto más importante en la carrera de un entrenador de Selecciones Nacionales. A diferencia de sus colegas que actúan en clubes, éste puede escoger entre todos los jugadores – ya sea en el país o en el extranjero – mientras que aquellos sólo podrán sumar a los actores que la economía de sus clubes permitiere.
Saber elegir a los jugadores es balizar el ríspido camino hacia el éxito buscado. Y para ello se requiere saber hallar difíciles equilibrios que armonicen edades, condiciones, actividad fehaciente, momentos de apogeo, trayectorias, coeficiente físico, comportamientos sociales y básicamente asumir un compromiso irrestricto.
Los jugadores solo le creerán a aquellos técnicos que les demuestren saber y haber llevado a cabo sus convicciones aún en disidencia con cualquiera de sus jugadores. No es éste el caso de Jorge Sampaoli quien ha dado elocuentes muestras de elegir bajo el imperio de la duda y atender a presiones desde los mas altos hasta los más simples niveles de incumbencia. A diferencia de técnicos anteriores, Sampaoli escuchó a altísimos gobernantes y a simples empresarios del fútbol. Enorme signo de debilidad de un técnico que nunca dio señales respecto del fútbol que quiere jugar y con quienes hacerlo. Por el contrario, lo que firmó en su libro se contrapone con lo que ha realizado hasta ahora.
La oficialización de la lista definitiva de los convocados para Rusia 2018 que acabamos de conocer nos pone frente a la advertencia de un primer grave error por parte del seleccionador cual es la de no haber incluido al delantero del Racing Club, Lautaro Martinez ( 20 años, 1.75 de estatura, 48 partidos en Primera, 22 goles con un promedio de 0.47 por encuentro).
Uno de los rasgos distintivos que marcan la idoneidad de un seleccionador es su criterio para proyectar. A una realidad tangible como es evaluar a un jugador le sucede otra que es intuir el techo que ese jugador pudiere alcanzar. Todos los técnicos del mundo coincidirán en las condiciones de un joven, más sólo los mejores podrán anticipar hasta donde podría llegar tal prospecto.
Quien estuviere a cargo de una Selección Nacional agregará a su calificación el saber elegir. Y saber elegir no es la obviedad de incluir a Messi y a quienes ya fueron sus consagrados compañeros en similares exigencias de alta competencia, si no ir insertando progresivamente todo cambio generacional que el tiempo demande. Luego poner a cada jugador en su puesto y evitar el riesgoso ensayo de volantes de ataque puestos a laterales o defensores ubicados como volantes. Un Mundial no admite ni pruebas ni errores conceptuales.
Si un jugador no produce información sobre sus actuaciones en tiempo real y por largos periodos es por que nada de cuanto hiciere trasciende. Y si esto ocurre, ¿ cual es su mérito para estar entre los mejores 23 profesionales del país?
No se trata de pedir exclusiones. Antes bien, intentaremos dar a conocer un punto de vista respecto por ejemplo de este jugador –Lautaro Martinez- quien sólo tuvo media hora de chance en la última gira. Inoportunamente el desorientado Director Técnico de la Selección Argentina lo hizo ingresar a los 15´ del segundo periodo de aquel fatídico amistoso ante España (1-6) cuando ya la caída era estrepitosa y perdíamos 4-1.
Este jugador transmite la potencia intimidatoria de Gabriel Omar Batistuta por la precisión y violencia en sus remates de media y larga distancia. Más aún, no resulta arriesgado opinar que cuando Batistuta – ese enorme goleador- tenía su edad recién llegaba a River tras un año en la Primera de Newell's Old Boys, su casa de origen. Y en River claramente no creyeron en él pues fue a Boca en el 1990. Su consagración –en inolvidable dupla con Diego Latorre – se produjo en 1991 a los 22 años, momento en que Alfio "Coco" Basile lo convocó a la Selección Nacional para jugar la Copa "América" de Chile. Un goleador deslumbrante tanto en la Florentina como en el equipo argentino.
¿Qué vió el entrenador Basile en él ?, advirtió el piso y proyectó un techo infinito. Tuvo razón.
Cada vez que se hizo una lista, los entrenadores proporcionaron la cantidad de jugadores por línea o por función. Tal premisa quedó atrás, defensores y volantes no siempre mutaron . La tendencia de este "nuevo juego" que por su velocidad, precisión , potencia y fricción nos diseña un espectáculo distinto del asimilado a través de los años, obliga al jugador a un mayor gasto enérgico con el riesgo cada vez más alto de una lesión muscular.
Defensores y volantes con diez o quince metros de perímetro a recorrer habrán transitado cerca de 10.8 kilómetros promedio en 90' minutos. Los delanteros de hoy superaran la misma distancia pero con mayores exigencias, aquellas que demanda la explosión del pique, el despegue para los saltos, los roces e infracciones. O sea, el fútbol de hoy es más veloz y físico. Es el que juegan Alemania, Brasil, España , Francia y – un escalón mas abajo- Bélgica. Esta nueva dinámica impone en la distribución mayor cantidad de delanteros que los requeridos hasta el último Mundial.
Fuimos a Brasil con Palacio, Agüero, Lavezzi, Higuaín y Messi. Y en los dos últimos encuentros consumimos todos los cambios de esos delanteros por razones físicas. En el encuentro por las semifinales, Rodrigo Palacio entró por Enzo Pérez, el "Kun"Agüero por el "Pipita" Higuaín y Maxi Rodríguez por el " Pocho" Lavezzi. Todos "fusilados".
En la final se produjo algo similar: Agüero por Lavezzi, Palacio por Higuaín (segundo tiempo) y no puntualicemos el ingreso de Gago por Enzo Pérez, cuando faltaban cuatro minutos pues no ayuda para entender esta reflexión.
El ingreso de Agüero en dicho duelo decisivo fue un pedido de Messi a Sabella en el entretiempo.
.-Ponelo al Kun.-, le murmuró Messi a Sabella al pasar y en el oido.
.-Pero está lesionado…-, respondió el técnico
.-No importa, que entre igual. – exigió el capitán.
Sabella le pidió entonces a su ayudante Julián Camino que preparen a Agüero y le dijo abrumado: "Cuando termine esto nos vamos a la mierda".
Entro el Kun –lesionado- por Higuaín destruido anímicamente, quizá por el yerro en clara ocasión de gol mano a mano con el arquero alemán Manuel Peter Neuer.
Un campeonato Mundial exige hoy más de cinco delanteros. Y es por ello que Sampaoli debió convocar al mejor jugador del fútbol argentino con la perspectiva, además, de ir generando su adecuación al futuro. Los pocos jóvenes que hoy fueron convocados- Pavón, por ejemplo- tendrán mayores herramientas en las futuras selecciones.
Este jugador erróneamente postergado por Sampaoli reúne unas condiciones que lo van asemejando a inolvidables cracks de épocas doradas de nuestro fútbol. Su cabezazo fuerte y preciso con ambos parietales nos recuerda a Martín Palermo y el freno inmediato para desconcertar al marcador y salir por el lado imprevisible es similar al del "Burrito" Ortega. Más aún, siendo un brillante delantero, sabe cuando sumarse a los tres cuartos del campo, la zona de la elaboración del juego (una virtud que maximizó Enzo Francescoli) o cómo utilizar el cuerpo para aguantar la marca protegiendo la pelota tal como lo ofrecía Juan Román Riquelme. Y aunque es diestro como Agüero, su zurda no desentona.
Adviértase que en la lista hay jugadores insuperables. Pero también han sido incluidos muchos que no actuaron regularmente en sus equipos europeos, otros que siquiera fueron tenidos seriamente en cuenta, otros que se acaban de incorporar con fragilidad física por continuas lesiones, otros en post operatorio y varios sin nivel para jugar un Mundial.
Lautaro Martinez no deja dudas sobre su equilibrio emocional en el campo y en la vida. Un valor fundamental para ser miembro convivencial de un grupo. Llego al fútbol con una enorme contención familiar y tales herramientas contribuirán fuertemente a que triunfe donde sea. Lo lamentable es que Sampaoli no lo haya visto o peor aún influenciado por alguien o algunos no lo haya querido ver.
Que se haga cargo.
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