Gonzalo Higuaín (30 años) debutó en la Selección en 2010, con la llama al máximo debajo de la pelota. Fue en el anteúltimo partido de las Eliminatorias de cara a Sudáfrica 2010, contra Perú, en el Monumental. La jornada de la tormenta bíblica, la del gol milagroso de Martín Palermo. Anotó un gol.
"Llegué a la Selección con Maradona, para el partido contra Perú, donde nos jugábamos la clasificación. Y me lleva al Mundial con dos partidos nada más. Fue todo muy loco, muy rápido. Y que te dirija un emblema del fútbol mundial fue muy lindo. Todos lo disfrutamos", dice el Pipa, con el Alma de Potrero bien abierta, una fija para disputar su tercera Copa del Mundo en Rusia.
En su camino hacia el artillero que regó goles en Real Madrid y Juventus, se formó mirándose al espejo. "Mis ídolos de la Selección eran (Gabriel) Batistuta y (Hernán) Crespo. Dos grandes nueves, que estuvieron durante mucho tiempo en el equipo y son los que más miré", confiesa.
El atacante pasa de ídolo en ídolo. Porque el fútbol le regaló el honor de jugar con uno de los futbolistas más destacados de la historia, Lionel Messi: "Cuando uno es jugador y vive de esta profesión, tenés el privilegio de jugar con grandísimos jugadores. Y jugar al lado de los mejores te hace mejorar. Ojalá pueda jugar al lado de Messi mucho tiempo más".
La frustración de las finales perdidas, con la Copa del Mundo de 2014 como emblema, genera bronca y al mismo tiempo oficia como combustible para esta generación. "No es fácil jugar una final del Mundial como por ahí mucha gente se piensa. Yo me quedo con la experiencia de que pudimos jugarla. Ahora vamos por la revancha y tenemos la convicción de que queremos ganar algo con la Selección, que hace mucho que no se logra", concluye el atacante de la Vecchia Signora.
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