El segundo y último título del mundo para Argentina, con Diego Maradona como estandarte. El equipo que le dio forma a un himno de la celeste y blanca, el clásico "volveremo' volveremo'". Héroes. La Selección campeona en México 86 es leyenda. Y también ofrece su alma de Potrero, palpitando la Copa del Mundo Rusia 2018.
En la génesis de aquel grupo que arrolló las adversidades tuvo mucho que ver un nombre: Carlos Bilardo. El Narigón le dio forma a un plantel al que intentó transmitirle su pasión, que incluye un sinfín de obsesiones.
"Nos juntamos todos en la revista El Gráfico, porque nos hicieron una foto a todos los primeros citados de Bilardo, ahí empezamos a conocer al personaje", prologó Oscar Ruggeri, referente del seleccionado. "Empezó una nueva etapa, dura, difícil. El día a día era tremendo; no estábamos acostumbrados a entrenar tanto, a ver tantos videos", ofreció Julio Olarticoechea la semilla de las primeras diferencias.
"Bilardo no paraba un instante. Te hablaba todo el tiempo: 'Dale, dale, dale, hagamos las cosas en serio, concentrate, dale", describió Olarticoechea la intensidad extrema.
Y no hay exageración en los términos. Una anécdota de Ruggeri lo certifica: "Entrenábamos en cualquier lado, no teníamos ropa. Y, si no lo escuchabas, te cortaba la capucha de la campera. Después no había reemplazo".
El tiempo propició que los roces iniciales se transformaran en un "matrimonio" exitoso. "Es un maestro que te exige mucho, aunque en un momento se tornaba imbancable, por todo lo que laburaba", justificó el mediocampista.
"Estuve más tiempo en mi vida con Bilardo que con mi mamá y papá. Llegamos a conocerlo a la perfección. Y él nos convenció de lo que se trataba la Selección", concluyó el Cabezón.