Jorge Sampaoli y Franco Armani (31 años), el arquero sensación de River Plate, tienen en común su origen: los dos son oriundos de Casilda, provincia de Santa Fe. Pero el Zurdo y el arquero no son apenas vecinos: el entrenador lo conoce desde pequeño y vivió innumerables anécdotas con la familia. No es para menos: fue ni más ni menos quien hizo debutar en Primera a Leandro, hermano delantero del hoy Armani más famoso.
Los sucesos ocurrieron en 1999. En aquella época, Leandro, a los 15 años, era el atacante promesa de Aprendices Casildenses y Sampaoli, el entrenador.
"Me tuvo un año entrenando con el plantel profesional y a los 16, cuando me iba a hacer jugar en Primera, justo me engripé. Igual me llevó al banco y cuando entré en el segundo tiempo hice un gol", contó Beto Armani en una entrevista que le brindó al diario La Capital de Mar del Plata.
Lo momentos cumbre de los Armani siempre estuvieron cruzados: cuando el delantero, categoría 1983, tuvo su auge, ascendiendo con Tiro Federal de Rosario a Primera o destacándose en Newell's (en su momento fue tasado en cinco millones de dólares), Franco recién asomaba y buscaba hacerse un nombre primero en Ferro y luego en Deportivo Merlo.
Hoy el guardameta es la figura del momento, pieza clave en el título del Millonario en la Supercopa Argentina frente a Boca y vital en la victoria de River contra Racing, mientras Leandro todavía se mantiene en actividad, pero de vuelta en su pago, preparando gritos en Unión Casildense.
Pero fue en Aprendices cuando los caminos de Sampaoli y la familia Armani se cruzaron. ¿Cómo habrán de cruzarse de cara al Mundial? "Revolucionó la manera de trabajar en cuanto a lo físico y futbolístico. En esa época trajo de profes a Carlos Desio y Pablo Fernández. La forma de juego era muy vertical, no podías respirar ni parar un segundo. Había que presionar arriba, recuperar y tener la pelota", describió Leandro la filosofía que hoy el Zurdo intenta imponer en la Selección.
"Nos hacía ver partidos de Real Madrid y Barcelona. Tenía un pizarrón y pasábamos dos horas escuchándolo. Llevó al equipo a salir campeón. En 1999 y 2000, con él como entrenador, sólo perdimos tres partidos. Se bancó muchas puteadas, pero mantuvo su idea y le dio resultado", amplió.
Con el hermano de Franco la relación resultó especial. Tal vez, porque advertía cualidades de elite en sus movimientos dentro del área. "A mí me volvía loco. En esa época tenía una motito, con escape liberado, con la que iba a las prácticas y a él no le gustaba que anduviera en la moto. Me cuidaba mucho. Al final de los entrenamientos siempre me faltaba algo en la moto; la bujía o aparecía una goma pinchada. Un día llegué a mi casa y no la encontré. Le pregunté a mi vieja y me dijo que la había vendido. Después, al tiempo, me enteré que Sampaoli le había llenado la cabeza", aportó una anécdota desopilante que pinta el nivel de intimidad.
Claro que el vínculo tuvo que pasar por un proceso de adaptación. "Al principio lo veía como un hinchabolas, porque te llevaba a ver videos a la casa, pero con el paso de los años te das cuenta de la magnitud de esas cosas. Por eso no me sorprende lo que le sucede y lo tiene merecido", continuó en la nota con La Capital.
"Si lo dejan trabajar tranquilo, no creo que le tiemble la pera con nadie si tiene que sacar o poner a alguien", dijo entonces. ¿No habrá temblor, entonces, a la hora de evaluar al arquero y vecino, al que ayer vio en vivo y en directo en el Cilindro de Avellaneda? ¿Lo pondrá Sampaoli a competir con Romero, Guzmán y Caballero por una plaza para ir a Rusia 2018?
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