Landskrona es una ciudad de la zona Oeste de Suecia que aglutina varias de las más bellas postales escandinavas. Lejos de ese parámetro estético, Landskrona es también el nombre de la barra brava del Zenit de San Petesburgo, el equipo ruso que tiene en su plantel a nuestros compatriotas Driussi, Kranevitter, Rigoni, Paredes y Mammana.
Y el apodo de la barra proviene de una batalla producida siete siglos atrás, cuando las fuerzas rusas vencieron a las suecas en un asentamiento que tenía ese nombre cerca de San Petesburgo.
¿A qué viene semejante introducción? A que siete integrantes de dicho grupo, considerado el más violento de Rusia, uno del Dínamo de Moscú y otros dos de nacionalidad estonia, estuvieron los últimos diez días en Buenos Aires ultimando detalles para ser los anfitriones de los barras argentinos en el Mundial.
Y el periplo cerró con una cena con brindis incluido el domingo por la noche en el restaurante El Corralón, de la zona de Abasto, con el grupo más selecto de La Doce encabezado por Rafael Di Zeo.
Porque mientras los hinchas se desvelan para saber cómo conseguir sus tickets, pasajes y alojamientos, los barras de la Selección con los de Boca a la cabeza tienen todo arreglado para estar en el Mundial.
La Landskrona, que en Rusia es liderada por el xenófobo Alexey Rumyantsev, tenía dos objetivos para el viaje sudamericano. Cerrar un trato en contante y sonante para proveer alojamiento y traslados y armar un plan estratégico para enfrentar a los hooligans ingleses, ya que la selección británica tendrá su base de operaciones en San Petesburgo, mientras que los de Sampaoli se alojarán en Moscú.
Este último dato es el que sumó a los violentos del Dynamo, también de ideología ultraderechista, que se encargarán de la logística para los argentinos en la capital.
Claro que hay un lugar intermedio donde también podría darse un choque: es Nizni Novgorov, la ciudad donde Argentina jugará el 21 de junio frente a Croacia, e Inglaterra lo hará el 24 contra Panamá.
Los ultras rusos y los hooligans británicos han protagonizado los más violentos choques que se recuerden en partidos de Eurocopa o Champions League en los últimos 15 años.
Con ese panorama, los rusos llegaron a la Argentina a comienzos de mes vía Frankfurt según los registros de Migraciones.
El nexo lo hizo un ladero de Di Zeo, apodado Mochila, cuyo hermano es tatuador en la galería Bond Street y tiene contacto con tatuadores de todo el mundo, rusos inclusive.
Se alojaron en un hotel céntrico y la primera parada fue Mataderos para presentarse ante los barras de Nueva Chicago, con quienes compartieron la tribuna el sábado 3 de febrero en la victoria 1 a 0 frente a Riestra.
La facción de Chicago apodada Los Perales tiene históricas buenas relaciones con los grupos de Lugano y de Lomas de Zamora de La Doce, a punto tal que compartieron el safari al Mundial de Sudáfrica 2010.
Al otro día, los rusos estuvieron en San Lorenzo, donde se los vio en la ciudad deportiva compartiendo espacio con La Butteler, nombre de los bravos del Ciclón.
El periplo siguió por Liniers el viernes pasado, en la derrota de Vélez frente a Patronato 2 a 0 y cerró en la Bombonera, junto a La Doce, en la victoria con Temperley 1 a 0.
Claro que lo que venía siendo un viaje perfecto, sufrió un inconveniente: mientras que en los otros estadios ingresaron sin problema gracias a tickets que les guardaron los barras locales, en Boca debían pasar con carnets, ya que el club sólo permite abonados.
La Doce sacó diez de los que usan siempre para alquilar a turistas a 150 dólares y los cedió a sus huéspedes.
Pero cinco de ellos llamaron demasiado la atención y fueron demorados por la Policía, que comprobó con apenas un golpe de vista que los rusos no eran, precisamente, los dueños de los carnets.
Y como no tenían encima sus identificaciones terminaron con una causa contravencional que se les labró en el edificio de la fiscalía de la Ciudad ubicado en Combate de los Pozos 155.
A Anton Pshenichnyi, Grigorii Pomerantsev, Priit Poldsepp y Anatoli Eremenco se les labraron actuaciones por el artículo 93 de la ley contravencional.
Cuando salieron, para sellar la amistad y el trato, fueron a comer con la barra de Boca en un menú de tres pasos sin pagar un centavo.
La situación representa un desafío para el Gobierno que aseguró que enviará una lista de 670 indeseables a Rusia para que no puedan ingresar al Mundial.
"Son todos aquellos que tienen restricción de concurrencia en nuestro país. A esos barras Rusia no les dará el Fan ID, que es el documento indispensable para entrar a la cancha", le dice Guillermo Madero, secretario de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos de la Nación, a Infobae.
Entre ellos están varios de los barras que hicieron convenio esta semana con la Landskrona.
Pero a los nuestros les importa demasiado: muchos burlaron esa prohibición en los últimos tres mundiales y no parece que esta vez vayan a desistir de hacerlo nuevamente.
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