El norteamericano David Kim, el brasileño Paulo Souza y el mexicano Brandon Plaza fueron las víctimas de Lucas Guzmán en su camino hacia la medalla de oro. "Fue todo muy emocionante. La clave fue mantener la mente ganadora y no perder la concentración en ningún momento", le dijo a Infobae después de haberse coronado campeón en el Polideportivo Callao.
Su presea trajo el recuerdo de Sebastián Crismanich en los Juegos Olímpicos de Londres. "Él fue mi inspiración, pero hoy quiero escribir mi propia historia. No quiero parecerme a nadie", aseguró con la firmeza de un heredero que promete más alegrías para la delegación albiceleste.
La calma después de la euforia se instaló en su ser. Mientras esperaba la participación de sus compañeros, el joven de Merlo reconoció que se sentía confiado antes de subirse al tatami. "Estaba tranquilo con lo podía lograr. Después de los primeros combates me encontré con una final muy intensa. Sabía que iba a ser así porque al mexicano lo conocía de otros torneos. Era el rival a vencer", confesó.
A diferencia de lo que ocurrió en el Mundial de la especialidad, donde había hecho una promesa en caso de lograr el objetivo, en Lima optó por la cautela. "Como cumplí raparme cuando gané la vez pasada, ahora me tengo que dejar crecer al pelo. Seguramente haga una nueva promesa en Tokio", afirmó Guzmán.
Para afrontar su próximo desafío, Tokio 2020, el heredero de Crismanich deberá garantizar su presencia con una eliminatoria. "Creo que va a ser accesible, porque el mexicano es el subcampeón del mundo, y al ganarle me considero el campeón mundial. Si Dios quiere, yendo paso a paso, llegaré bien a Japón", advirtió.
Uno de los responsables en el apoyo continuo que recibe Guzmán día a día es el presidente de la Confederación Argentina de Taekwondo, Ignacio Gontan, quien también estuvo en 2012 cuando el correntino se convirtió en héroe en la capital británica. "Hay una analogía con los Juegos Olímpicos de Londres. La verdad es que viví cada lucha de Lucas con una presión terrible", reveló en diálogo con Infobae. "Era un resultado esperado, pero todas las luchas son complejas. Me hizo acordar mucho a lo que pasó en 2012, porque somos un deporte que no tiene tanta difusión y logramos resultados como los máximos profesionales que hay en otras disciplinas", agregó el licenciado.
En tiempos de crisis económica, polémicas decisiones en el Enard y menor recursos para el deporte, el directivo sostuvo un análisis que se ajusta a una realidad indiscutible: "Uno entiende que es un problemas de la actualidad del país. Si se le saca presupuesto a la cultura y hay gente que pasa hambre, cómo no le van a reducir al deporte. Es antipático decirlo, pero el monto económico que se le aporta al deporte es ínfimo en comparación al presupuesto anual nacional".
"Sabíamos que iba a llegar el ajuste, por eso intentamos hacer otro tipo de cosas para poder solventar los baches que se nos presentan. A veces invertimos nosotros mismos para que un atleta pueda viajar. Hacemos todo a pulmón porque somos un deporte amateur", continuó el directivo, sin ignorar las ventajas que brindaría profesionalizar la disciplina. "Hoy el taekwondo tiene un Grand Slam que premia con 70.000 dólares. Creo que el taekwondo va hacia eso. Si bien es hermoso el espíritu amateur, creo que se puede combinar perfectamente con el profesionalismo. Incluso ya sucede en otras actividades", concluyó.
La medalla de oro de Lucas Guzmán tiene un sabor adicional por el constante sacrificio que demandan las adversidades económicas. "La familia se quedó en Argentina y vivió cada combate con mucho llanto de emoción", recordó el héroe de Merlo, quien después de bajarse del escalón más alto del podio, agarró su celular y escribió un mensaje de pocas palabras y mucho sentido dirigido al grupo de su círculo más íntimo: "Lo hicimos".
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