Giselle Soler está radiante. Todavía con el maquillaje intacto, su figura esbelta y su sensualidad natural, la rosarina se prepara para subir al podio para celebrar la segunda medalla para la delegación argentina. Fue de plata.
Una inesperada caída la privó de repetir el oro que había cosechado hace cuatro años en Toronto. "Es algo común que se puede dar en este tipo de deportes. Igualmente, una está preparada para seguir adelante", dice emocionada en diálogo con Infobae; y argumenta: "Hubo mucha presión y se notó en cada una de las participantes. A mí me pasó en un salto doble, que es de lo más seguro de la rutina, pero con la emoción y la aceleración se produjo esto".
La rosarina espera el abrazo de su novio, Ken Kuwada, quien también representa al país en patinaje en velocidad, aunque ello no podrá suceder hasta el 6 de agosto, cuando aterrice en Lima con el resto del equipo.
A pesar de la distancia, la contención está presente. "Estuve hablando con él hasta antes de salir a la pista", reconoce Giselle. "Hoy es tu día. Aprovechalo y disfrutalo mucho. Después hablamos", fue el último mensaje de su novio previo a la definición.
"Es muy bueno tener a una persona que haga lo mismo, aunque sea en otro deporte. Me acompaña, me alienta y me apoya mucho. No tengo palabras de agradecimientos para expresar todo lo que hace por mí", desliza Gigi, todavía conmocionada por el resultado obtenido.
La relación de los enamorados comenzó los Juegos Panamericanos de Toronto de 2015. Sin darse cuenta, se forjó un vínculo que se inició a través de la amistad hasta que el sentimiento continuó creciendo. "En Canadá cada uno estaba en la suya", recuerda Soller. "Nos hicimos amigos y muy compañeros. Cada vez que iba a Buenos Aires me escribía para hacer algo, pero yo por una u otra cosa no podía verlo", agrega.
"Che mirá, no puedo salir hoy. Tengo que entrenar", era la respuesta que más utilizaba ante cada invitación de Ken, quien parecía destacarse más en el remo que en el patinaje. "Recién el año pasado empezamos a hablar después de los Sudamericanos de Cocha. Yo le escribí un mes antes de viajar para preguntarle el tema de la altura y ahí empezó todo", aclara la rosarina.
Se conocieron hace cuatro años, pero hace 9 meses que están de novios. "Lo que más me gustó de él, fue la confianza y predisposición que tenía conmigo. Me escucha siempre. Además, como vive en Mar del Plata hizo varios viajes para verme que fueron detalles que me parecieron increíbles", revela Giselle.
Con descendencia japonesa, Kuwada también aplicó sus exóticas costumbres asiáticas para conquistar a Gigi. "En su casa comen con palitos, y cada vez que me invitan a cenar, Ken me dice que coma como ellos; pero a mí no me sale. De a poco me va enseñando", confiesa entre risas.
Los roles cambiarán cuando Ken llegue a la capital incaica. A partir del 6 de agosto será ella la que le brinde la contención que se requiere antes de la competencia. "Ahora soy yo la que le va a dar todo el apoyo", afirma Soler todavía emocionada por el brillo de su presea plateada. "Quiero disfrutar la medalla con él, toda mi familia y los que los que me ayudaron a lograr esto, porque después de cuatro años es difícil mantenerse", concluye antes de subirse al segundo escalón del podio. Su amor pronto llegará para cumplir su deseo más inmediato. El del beso y el abrazo del reencuentro.
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