El clásico entre Argentina y Brasil que se disputará en Belo Horizonte por un lugar en la final de la Copa América es el partido que más expectativas generó desde que comenzó el torneo. Con entradas agotadas, los hinchas locales coparán el Mineirao con la ilusión de aplastar al equipo de Lionel Scaloni y esfumar al fantasma de la humillante derrota ante Alemania por 7 a 1 en la Copa del Mundo del 2014.
Como el fixture indicaba que la sede de Belo Horizonte iba a ser el escenario de la semifinal donde en teoría debería jugar Brasil si se quedaba con el Grupo A, los fanáticos locales adquirieron los boletos con mucha anticipación, y para el choque de mañana la distribución será aproximadamente de 85% de público brasileño y el restante de argentinos.
Sin embargo, los entusiastas simpatizantes criollos se ilusionan con dar el golpe en el Mineirao. La posibilidad de eliminar al pentacampeón en su propia casa enciende la llama de la esperanza para hacer historia. Por lo tanto, muchos seguidores se embarcaron en los vuelos con destino a la ciudad de Minas Gerais.
Como pasa en este tipo de eventos, las compañías aéreas elevaron los precios de los pasajes y en las últimas horas se registraron valores que varían entre los 20.000 y 48.000 pesos para abordar el avión que aterrice en Belo Horizonte.
El combinado conducido por Tite llega a su compromiso con su capacidad goleadora, ya que los dos triunfos que consiguió en las instancias anteriores fueron por 3 a 0 (Bolivia) y 5 a 0 (Perú), aunque los empates sin goles frente a Venezuela y Paraguay (en cuartos de final avanzó por penales) representan las dudas de los más escépticos.
En cambio, el elenco Albiceleste fue de menor a mayor y sus producciones frente a la Vinotinto y Qatar (ambos 2 a 0 a su favor) opacaron las frustrantes presentaciones contra Colombia (0-2) y Paraguay (1-1).
En un marco en el que el torneo continental no despertó mucho interés en los amantes del fútbol, donde las transmisiones televisivas reflejaron varias tribunas vacías y la ausencia de Neymar golpeó el sentimiento del país anfitrión, el clásico entre Argentina y Brasil despertó el fuego de la competición más antigua de selecciones.
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