Combatió en la guerra de Malvinas y se convirtió en campeón de automovilismo:”Me dio una nueva razón para continuar con mi vida”

Gabriel Massei estuvo en el frente en el conflicto de 1982. A la vuelta se dedicó a correr y ganó seis títulos nacionales

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El soldado Massei, primero en
El soldado Massei, primero en la izquierda, saluda junto a otros compañeros al coronel Seineldín en Malvinas

Volver del infierno y alcanzar la gloria. Así puede resumirse la historia de Gabriel Massei, quien estuvo en la Guerra de Malvinas y de regreso siguió adelante gracias a su familia y también en parte por su pasión: el automovilismo.

Su paso fue con éxito, ya que entre 1987 y 1992 logró seis títulos consecutivos en la extinta Fórmula 2 Nacional, una categoría que marcó una época en nuestro país. Su amor por el deporte motor lo llevó a mantenerse vigente a sus 55 años y coronarse a fines de 2018 en el zonal entrerriano Turismo Pista 1.600.

Massei, a bordo de su
Massei, a bordo de su Fórmula 2, en 1986, cuatro años después de Malvinas había encontrado una nuevo objetivo (Cholo Cano).

Massei, oriundo de la localidad cordobesa de Marcos Juárez, se muestra con una fuerte personalidad. Esa es una de las claves para poder sobrellevar una experiencia “demencial” como calificó al conflicto bélico en el sur argentino. Formaba parte del Ejército y según relata estuvo en el frente de combate. Hoy puede contarla y se brindó con Infobae en una charla sobre aquellos días en las islas y cómo continuó con su vida.

Con el hermetismo típico de una misión militar, horas antes de la guerra fue embarcado sin saber que iba a vivir una experiencia que lo marcó a fuego con 18 años.

Gabriel nació el 13 de noviembre de 1963 y hacia principios de 1982 cumplía con el servicio militar en Comodoro Rivadavia. “El 27 de marzo agarraron a los que mejor habíamos estado en el campo de instrucción. Éramos 120 conscriptos del Regimiento de Infantería y nos ordenaron preparar todo para zarpar. Salimos al día siguiente, pero no nos dijeron a dónde íbamos ni cuál era nuestra misión, aunque en el barco había un periodista de La Nación que nos dijo que íbamos a las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Tocamos destino el 1º de abril a las seis de la tarde, y ahí nos dijeron en realidad dónde estábamos: llegando a las Islas Malvinas. Luego del desembarco de los comandos, quienes recuperaron las islas, nos mandaron en helicópteros y aterrizamos a unos dos kilómetros de Puerto Argentino”.

Los amigos de Gabriel sonríen
Los amigos de Gabriel sonríen y festejan el retorno de su compañero, tras luchar en Malvinas.

Durante el primer mes en Malvinas, Gabriel estuvo en San Carlos con entrenamientos a diario. Pero hubo un hecho que fue una bisagra: el hundimiento del crucero ARA General Belgrano, el 2 de mayo.

“Ahí nos dimos cuenta de que el tema iba en serio y que no había marcha atrás. Sabía que podía pasar lo peor”, dice.

Los simulacros se convirtieron en realidad y el 21 de mayo Massei y sus compañeros entraron en combate. “Estaba haciendo guardia y vi llegar a 40 embarcaciones inglesas y nosotros éramos 42 soldados… Logramos bajar dos helicópteros que sobrevolaban a 30 metros. Después debimos replegarnos y llegamos a pie a un pueblo llamado Douglas, donde estuvimos tres días con muy poca comida. De ahí nos volvimos caminando hacia Puerto Argentino, donde nos encontramos con el Teniente Coronel Seineldín. Más tarde nos mandaron a Darwin”, recuerda.

Terminaba el segundo mes de la guerra, y ya en Darwin, las cosas se siguieron complicando para el cordobés: “El 28 de mayo nos sorprendieron los ingleses con sus morteros. Ellos se acercaron y los llegamos a tener a 300 metros. Nosotros éramos 7 y estábamos en un pozo. Fueron 12 horas de un duro combate. Al otro día ellos habían tomado algunas de nuestras posiciones y el jefe inglés agarró una radio nuestra y se comunicó con nuestro jefe. Le dijo: ‘Si no hay un cese al fuego vamos a comenzar a lanzar morteros’. Ahí recibimos la orden de rendirnos. Nos tomaron prisioneros y nos llevaron a un galpón donde se guardaban ovejas”.

Gabriel Massei, a los 55,
Gabriel Massei, a los 55, levanta el trofeo en Entre Ríos, y reconoce que el automovilismo fue fundamental en su recuperación tras la guerra de Malvinas (Augusto Gervasutti)

Una vez detenido junto a otros soldados, si bien los primeros días de convivencia con los ingleses fueron complicados, el tema se revirtió. "Llegué a ver a los propios ingleses curando las heridas de los nuestros. También nos alimentaron muy bien. Como yo hablaba un poco de inglés, me agarraron como traductor. Recuerdo que los ingleses me decían que ellos no nos querían matar a nosotros, pero sí a Galtieri (Leopoldo). Después nos subieron en un barco de pasajeros, que el 3 de junio emprendió viaje hacia Uruguay. Éramos entre 100 y 200 soldados argentinos. Nueve días más tarde llegamos a Montevideo y el 5 de julio volví a Marcos Juárez", cuenta sobre el retorno.

El tiempo ayuda a entender mejor las cosas. A casi 37 años del conflicto bélico, Gabriel describe qué es estar en una guerra: "En el momento no te das cuenta, pero es el marco más caótico y extremo. Es donde el instinto de supervivencia se eleva al máximo".

Rehacer su vida luego de esa experiencia fue delicado. Pero Massei lo consiguió y para ello fue clave la contención de los suyos. “Depende mucho de la personalidad de cada uno, de cómo reaccionás y de las personas que tenés al lado. Yo pude asimilar bien la experiencia a pesar de lo dura que fue. Pero también fue importante la ayuda de mi familia. Volví y me puse a trabajar en el campo de mi viejo. Encontré un motivo para seguir. Muchos de los que volvieron no tuvieron esa chance y por eso se suicidaron o no la pasaron bien”, reconoce.

A su vez afirma que "yo me sentí reconocido por el Estado y ni que hablar en mi ciudad. Los veteranos tenemos una muy buena pensión. Y por el automovilismo me tocó conocer varios lugares del país donde la gente te reconoce el haber estado en Malvinas".

Aunque es escéptico sobre la recuperación de la soberanía de la Argentina sobre las islas: "Después de 1982 hubo un quiebre. No creo que Inglaterra ceda. Y si llegan a hacerlo, nosotros no vamos a estar vivos para verlo. Es duro, pero el tema es así".

Gabriel cuenta el momento en el que su padre Osvaldo lo puso a trabajar en su campo para que pudiera tener su mente ocupada y así intentar superar el trauma de la guerra. Pero otra herencia familiar le dio un nuevo motivo para continuar: el automovilismo.

"Mi viejo era piloto de zonales y en 1986 quise seguir sus pasos y me enganché en la Fórmula 2 Nacional. Encontré una nueva razón para continuar con mi vida y esa era el automovilismo. Por aquellos años los autos de esa categoría tenían la velocidad promedio más alta de la Argentina. Poder manejar un coche fabricado por Oreste Berta fue espectacular. Él me enseñó mucho junto con Guillermo Maldonado (dos títulos de F-2 Nacional, cuatro de F-2 Codasur y uno de TC 2000)".

Arriba de un auto de carrera, el joven Massei demostró su pasta en el deporte motor con la media docena de coronas en la F-2 Nacional. "Fuimos campeones porque teníamos un gran equipo y debo reconocer que contaba con un buen presupuesto que me permitía probar mucho. Luego la categoría se transformó en la Fórmula Súper Renault (FSR) donde corrí hasta 1995. Más tarde competí en el Turismo Nacional y lo hice hasta 2008", sostuvo.

Alejado del automovilismo de primer nivel, luego volvió a los autos sin techo y recaló en la Fórmula Entrerriana, con ex monopostos de la FSR. Ahí fue campeón en 2010, 2011 y 2013. Gabriel le agarró el gustito a los zonales entrerrianos y en las últimas dos temporadas compitió en el Turismo Pista 1.600, donde se consagró campeón a fines del año pasado a bordo de un VW Gol.

A sus 58 años Massei se siente muy vigente y continúa dando batalla en las pistas: “Mientras el físico me responda seguiré compitiendo. El automovilismo me llena el alma y me da vida”.

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