Nadia Podoroska juega al tenis desde los cinco años. Durante su infancia, practicaba contra una pared de su casa, en Rosario, y una vecina protestaba porque hacía lío. Pero nada ni nadie la rinden. En la cuarentena puso un colchón contra la misma pared de su casa de toda la vida y siguió jugando.
“Muchas veces me olvido de que el tenis es un juego y trato de recuperar eso porque es así, es un juego. Recuerdo mucho a esa chica que jugaba horas y horas contra la pared y la vecina se quejaba por los golpes”, reivindica.
Hoy su nombre es un imán para que muchas más mujeres quieran jugar profesional o gozosamente, solas o entre amigas y no piensen que van a molestar, a fracasar o a hacer mucho ruido. Nadia volvió a poner el tenis femenino argentino en las canchas del mundo y a sumar una diversidad de señoras y señoritas a las canchas argentinas en un momento de avance de género -también- a la hora de disfrutar, practicar deporte y entrenar.
Ella es la número uno del tenis sudamericano, ocupa el lugar 38ª del ranking mundial de la Women’s Tennis Association (WTA) y, en el 2020, llego a la final de Roland Garros después de ocho victorias. Y este año, según define el periodista especializado en tenis, Pablo Amalfitano “completó el póker de haber jugado el cuadro principal de los cuatro torneos de Grand Slam”.
“Entro a la cancha y pienso que le puedo ganar a cualquiera. El tenis es muy exigente. Ganás y al día siguiente volvés a jugar. Ganás dos torneos en el año y después casi siempre perdés. Es muy valiosa esa parte del tenis: te enseña a perder. Es un constante sobreponerse y volver a empezar, caerse y levantarse”, enseña Nadia.
La primera semana de noviembre, la número uno de Argentina, va a liderar el nuevo impulso del tenis argentino en el país con la reaparición de un torneo WTA en territorio nacional -el WTA 125 del Buenos Aires Lawn Tennis-, que es un estímulo para las más chicas y una bandera para las más grandes.
Su ejemplo es de trabajo, disfrute, acción y reflexión: “Lo que más disfruto del tenis hoy, además de los viajes y la vida privilegiada que tenemos, es el crecimiento personal que una tiene que hacer para superarse adentro de la cancha. Soy una fanática del entrenamiento, practico durante horas, pero en este nivel hoy la diferencia entre ganar y perder tiene que ver más con la parte mental. Eso requiere mucho autoconocimiento”, explica.
-¿Cómo es el budismo positivo que a vos te ayudó a entrenar, no solo para ganar, sino para preservar la salud mental que es hoy un desafío tan importante para las deportistas?
-La filosofía con la que juego al tenis es una herramienta que tengo para poder afrontar todas las derrotas y las frustraciones con las que convivo a diario. El tenis es un deporte en el que competimos casi todos los días y perdemos la mayoría de las veces. Tenemos que aprender a convivir con la derrota, más allá que es mucho lo que ganás por fuera del resultado. En un partido de tenis, aunque pierdas, ganás experiencia y de eso trato de adueñarme y que eso no se me pierda, ni se me pase. Esta es la manera que encontré con todo mi equipo sobre cómo pensar y afrontar la vida. Cuando salgo a la cancha, por supuesto, que lo más importante es ganar. Pero, además del resultado, ganás un montón de cosas que te permiten crecer y seguir en el proceso de aprendizaje en mi carrera deportiva que es en lo que estoy enfocada hoy en día. Me gusta tomar la competencia y el deporte de esta manera.
-Tu mamá es profesora de filosofía, tu hermana estudia antropología y vos contaste que lees y ves videos de filosofía en los viajes. ¿Cómo es el mix entre un cuerpo activo y competitivo y una cabeza que también se nutre y busca evolucionar?
-Es un mix que, a veces, te puede generar contradicciones. Pero yo trabajo con el zen y me sirve mucho. Mi coach mental, Pedro Merani, hoy en día, es un maestro zen que hace una parte de soto zen con nuevos estudios de neurociencia para poder cambiar los comportamientos a través de los pensamientos. Es muy funcional para lo que necesito en el tenis que es un deporte en el que tengo que tomar decisiones en instantes de un segundo.
-¿Cuál es el valor de tu familia? ¿Son un estímulo para poder compatibilizar el aspecto intelectual y el entrenamiento físico?
-Mi familia me ha ayudado mucho en pensar, en analizar las situaciones, ver más allá del partido de tenis y ver algo más trascendental de la vida. Mi mamá estudió filosofía y mi hermana antropología. Esa rama me saca del ambiente de tenis y a mí me gusta mucho.
-¿Cómo ayuda tu figura a la tracción del tenis femenino en Argentina?
-Con las últimas apariciones que estuve teniendo se logró un poco más de visibilidad del deporte. Y, además, que finalmente, después de tantos años, la mujer está tomando más protagonismo. Por suerte hay más difusión y repercusión en los medios. Ese es el mayor cambio que veo. Pero, por supuesto, es el comienzo, todavía faltan muchas cosas por hacer, no solo en el tenis sino en todo el deporte. Ojalá cada vez sea más el lugar que tenemos.
-¿Cómo se puede hacer para que con el tenis pase algo similar al fútbol femenino que hoy se popularizó tanto en Argentina?
-Hay un abismo entre el tenis y el fútbol. Cuando yo era chica nos juntábamos con dos o tres amigas y una pelota y nos poníamos a jugar al fútbol. Si alquilás una cancha de fútbol la dividís entre diez, es más económico y más sencillo de jugar. Pero, de todos modos, se puede hacer que el tenis sea un deporte más accesible.
-En Argentina se logró que se profesionalizara el fútbol y que cobren las jugadoras a partir de la lucha de Maca Sánchez, la transmisión televisiva (con Ángela Lerena, entre otras), los compilados en Youtube (con Natalia Maderna, en Futurock) y que se juegue en los barrios populares (como el equipo que fundó Mónica Santino en la villa 31) y las canchas de fútbol 5. ¿Cómo se puede democratizar el tenis?
-Por más que es un deporte más caro, si se brindan esos espacios y se generan más herramientas el tenis es un deporte muy lindo para jugar, te brinda muchas cosas y se aprenden muchísimos valores que es lo mejor que nos da el deporte. Es importante que se haga cada vez más conocido y que la gente se interiorice del deporte. Es un efecto contagio. Ojalá que pueda pasar lo mismo que con el fútbol que es maravilloso lo que pasaba hace dos años atrás y lo que estamos viviendo hoy en día. Es un gran logro que se haya profesionalizado y muchos otros cambios, más allá de todos los avances que faltan. Y esos cambios son gracias al esfuerzo que están realizando muchas mujeres de nuestro país. Para mí sería muy especial que también pase algo similar con el tenis.
-¡Vos trajiste alegría a muchas mujeres que descubren la alegría de jugar!
-(risas) ¡Vamos todavía!
-Escribiste un texto en Instagram cuando la nadadora Delfina Pignatiello tuvo que cerrar sus redes por ataques y agresiones. ¿Qué te pasa a vos con el impacto de los comentarios?
-Desde el lado del tenis, eso que sufrió Delfi después de los Juegos Olímpicos, se vive muchísimo. Con las apuestas nosotros recibimos mensajes de una agresividad que tenemos super naturalizada, pero que cuando te ponés a pensar un poco decís “no está bien”.
-¿Te dan fuerza los avances de las mujeres en Argentina y te da orgullo volverte un símbolo de las jóvenes que buscan empoderarse a través del deporte?
-Es muy importante tener referentes en el deporte que sean una inspiración desde que sos chiquita para que te motiven. A mí me pasaba que tenía dudas si era capaz o me preguntaba cuán lejos podía llegar. Por eso, es fundamental tener referentes que te incentiven y te motiven. Y que las chicas sepan que somos personas normales, que trabajamos y que vamos por nuestros sueños.
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