Excéntrico, verborrágico, provocador, histriónico. Ese es el Alex Caniggia conocido. El que para aquellos que ya pasaron los 35, es el hijo del Cani, quien generaba emociones fuertes con la selección argentina en los 90. Mientras que para muchos que tienen menos de 25 es simplemente el personaje de la tele, el de los realities, una de las figuras del popular programa de TV Masterchef (al que acaba de renunciar) que tuvo un padre futbolista.
Lo que pocos saben quizás es que Alex alguna vez pensó en seguir los pasos de su papá. Sí, y eso ocurrió en España. Más precisamente en Marbella, al mismo tiempo que su mamá, Mariana Nannis, exhibía sus lujos a orillas del Mediterráneo.
Allá por el 2004 la familia Caniggia decidió trasladarse a la Costa del Sol española. Fue cuando Claudio Paul optó por abandonar el fútbol tras un último paso por Qatar. En ese entonces Alexander Dimitri (tal como figura en su DNI) tenía 11 años, al igual que su hermana melliza Charlotte Chantal. Y una de las actividades que tenían los chicos era patear la pelota. Fue así que el Pájaro conoció a Lars Funes, un argentino instalado en Europa desde hace 4 décadas, quien trabajaba en la comisión de deportes de Marbella y tenía su propia escuela de fútbol. A esos campus que organizaba y dirigía Funes, comenzó a ir Alex, para entrenar un poco, divertirse, pero sin competencia infantil oficial. A la par, la hoy figura de MasterChef, corría en kartings, otra de las actividades que más le llamaba la atención.
Fue recién en 2010 cuando Alex Caniggía, ya con 17 años, decidió ser parte de un equipo de fútbol oficial. El Atlético de Marbella Juvenil, dirigido por Funes, quien mantenía una gran relación con Claudio. Aquel conjunto participó en la categoría Segunda Provincial de Málaga y tenía fichado a Alex como delantero en la Federación Andaluza de Fútbol.
Según las estadísticas de la web lapreferente.com (que informa sobre todo el fútbol amateur de España), el hijo de Caniggia jugó 8 partidos oficiales en la temporada 2010/11, de los cuales en 3 actuó como titular. No hay registro de que haya marcado goles ni imágenes de video, salvo unos pocos segundos.
Por eso, el que mejor sabe cómo jugaba Alex Caniggia, es Lars Funes, su entrenador, quien permanece en la Costa del Sol al mando de El Oso Club de Fútbol y guarda un lindo recuerdo de aquella época. “Alex tenía una condición similar a su padre. Era muy rápido y además le pegaba bien a la pelota. Esa de 2010/11 fue su última experiencia en el fútbol. Yo lo fiché para jugar en la Liga de Málaga. Lo ponía de wing, de extremo, como dicen acá, y era muy, muy rápido. Lo ubicaba por derecha o por izquierda, aunque a veces se chocaba con los paredones”, dice Funes y suelta una risa.
Lars recuerda que Alex era responsable como jugador: “Se entrenaba y era constante. Jugaba bien, tenía cositas, pero conmigo alternaba. Jugaba de vez en cuando. No me importaba mi relación con Claudio. Jugaba el que mejor estaba. Pero él jugaba, sí. Tengo un gran recuerdo de Ani, como le decíamos. Así lo llamaban en su casa desde chiquito, Ani”, revela Funes.
El entrenador de aquel Atlético de Marbella rememora aquellos tiempos: “Conocí a toda la familia Caniggia. A Mariana Nannis, a Charlotte que a veces venía a patear también y a Axel, el menor de los hermanos. Claudio lo acompañaba a Alex. Pero no quería que lo reconocieran. Se ponía una gorra y se escondía. Era de los padres exigentes. El quería que su hijo la rompiera”.
Las canchas en las que Alex Caniggia trató de imponer la velocidad que valora Funes eran de césped artificial y algunas de tierra, en las que el balón picaba mucho y costaba dominarlo. Fue una temporada en la que el equipo de Alex merodeó la mitad de la tabla y los últimos puestos. Su posición final fue décimo con 19 puntos, producto de 5 victorias, 4 empates y 13 derrotas.
Pero más allá de lo futbolístico, ¿cómo era aquel Alex Caniggia que jugaba al fútbol entre sus 17 y 18 años? “Él era un chico bárbaro, uno más del grupo porque tenía los códigos de los chicos de acá, tal como un europeo más. Ani es como se lo ve en la televisión, igual. No es que tiene una postura, es así: divertido y cachondo. Siempre fue así. Un hincha pelotas terrible”, así es como lo añora Funes quien también recuerda su look, muy distinto al actual, sin tatuajes. “Al principio tenía unos rulos bárbaros, unos rizos muy llamativos. Un día se los sacó y lo puteé”, comenta su ex entrenador.
Y así como ahora sus habilidades pasan por la cocina, hace 10 años eran con una pelota pese a que su mejor jugada no fue un gol, según la memoria de Funes: “En un partido lo meto sobre el final, le pido que juegue por izquierda, desbordó, tiró el centro y empatamos el partido”.
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