El español que quiere cambiar al rugby argentino: “Matera responde a la lógica del siglo pasado, la lógica de los valores”

“La clave está en los nenes de seis a nueve años”, asegura Raúl Calvo Soler, un abogado especializado en violencia juvenil que cree que muchos rugbiers no son conscientes de la fuerza y la violencia que pueden generar

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Calvo Soler, en la puerta
Calvo Soler, en la puerta de la Unión Argentina de Rugby (Foto: Franco Fafasuli)

“Yo no sé nada de rugby”, dice con absoluta soltura Raúl Calvo Soler, un abogado español que hace años se enamoró de la Argentina. No sabrá nada de rugby, pero es el hombre que desde marzo está tratando de cambiar el destino de un deporte que en 2020 fue Doctor Jekyll y Mister Hyde: una muy buena actuación en el Tres Naciones y una histórica primera victoria sobre los All Blacks, pero señalado en enero por la violencia que terminó en Villa Gesell con la muerte de Fernando Báez Sosa y, en el cierre del año, por los asombrosos tuitsts racistas y violentos de tres jugadores de Los Pumas, entre ellos su capitán, Pablo Matera.

“Al rugby le faltan miradas desde afuera”, dice Calvo Soler durante una entrevista con Infobae. La suya lo es, por eso no duda en analizar sin complacencias al capitán de Los Pumas, y por intermedio de él a un sector muy importante del rugby argentino: “Matera responde a la lógica del siglo pasado, la lógica de los valores”.

La frase, para cualquiera que conozca un poco la lógica de razonamiento en el mundo del rugby, es impactante. ¿No son acaso los tan mentados y manidos “valores” el gran diferencial del rugby, su punto a favor sobre otros deportes? ¿No es eso lo que vende desde siempre el deporte de la ovalada?

Sí, pero están equivocados, dice Calvo Soler, licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctor en Ciencias Sociales y Jurídicas por la Pompeu Fabra, de la misma ciudad. Profesor Titular en la Universidad de Girona en Derecho, Criminología, Ciencias Políticas, Relaciones Públicas, Trabajo Social y Pedagogía, un día sus propuestas sobre cómo tratar la violencia en el deporte llegaron a los oídos de Marcelo Rodríguez, el presidente de la Unión Argentina de Rugby (UAR).

“Me llamó por teléfono a Barcelona, hablamos largo rato y me pidió que presentara un programa, que la decisión se tomaría tras examinar varios proyectos. Yo presenté rugby 2030, a la UAR le pareció interesante y lo tomaron”.

¿En qué consiste “Rugby 2030”? “Somos una fundación, 20 personas están trabajando en este proyecto desde marzo. El primer programa dura dos años, hasta marzo de 2022, es preparar el camino y comenzar a sembrar cosas. No soy especialista en rugby, pero el cambio es profundo, necesario, difícil y no se resuelve fácilmente. Hay que transitar de una cultura del rugby del siglo pasado a una cultura del siglo XXI. Y la sociedad argentina no es sencilla, porque valida comportamientos. Vamos a poner 24 programas en funcionamiento y preparar el terreno para el cambio en los próximos diez años”.

Se entusiasma Calvo Soler, de 52 años, cuando habla de su proyecto. Pero las noticias negativas se fueron acumulando este año, que se cerró con la fractura doble de tabique que un joven sufrió en Claromecó al ser golpeado por dos rugbiers de La Plata. Un amigo le envió días atrás una broma: ¿no es muy arriesgado lo de “Rugby 2030”, no debería ser “Rugby 2050”?

Calvo Soler cree que no, cree que el rugby argentino puede cambiar, pero sabe que llevará tiempo. “El problema del rugby es la pedagogía. Yo no sé nada de rugby, pero de jóvenes, violencia y conflictos con la ley penal, probablemente sé más que todo el mundo del rugby junto. Si vamos a discutir lo que uno sabe, del problema de donde surge la violencia de los jóvenes, de eso sé un montón. Hace 25 años que me dedico a eso. El foco no hay que ponerlo en el discurso del rugby, sino en la pedagogía que se aplica en el rugby”.

Y añade algo que para él es muy importante: “Soy español, pero también argentino. Tengo la doble nacionalidad, y a mucha honra”.

El dolor de la familia
El dolor de la familia de Fernando Báez Sosa

Para aplicar un remedio primero hay que reconocer la enfermedad. Según Calvo Soler, el rugby argentino aún no llegó del todo a ese punto.

“Hicimos una encuesta que completaron casi 26.000 personas, nos dio datos muy interesantes. Apuntamos a jugadores, entrenadores, directivos y socios. Hay preguntas comunes y diferenciadas, un total de 110 preguntas por encuesta. Un tremendo volumen de información. Un ejemplo: el 95 por ciento de los jugadores de rugby dice que en su vida jamás ha tenido un conflicto”.

- Es eso de cómo uno se autopercibe y de cómo es la realidad, ¿no?

- Exactamente. No lo ven. Empezamos a descubrir cosas muy curiosas. Cuando les preguntas a los jugadores si el rugby es un deporte masculino te dicen que para ellos no, pero que para la gente del rugby, sí. Es el “¡yo no, eh!”. Y es muy interesante el dato de que según qué lugar ocupa el jugador en el campo de juego, la gestión de las emociones varía. Por ejemplo: las primeras líneas consideran que un jugador y entrenador no deben expresarse emocionalmente. Cuanto más atrás te mueves en la formación, más naturalizan la expresión emocional. Eso significa que debemos manejar la gestión emocional de las primeras líneas de una manera muy particular. Lo que estamos intentando saber es si la personalidad hace a la posición o si es la posición la que termina cambiando la personalidad.

- Esa contención de las emociones, ¿es buena o es mala? ¿Explota luego fuera del campo de juego? ¿Son las primeras líneas más propensas a la violencia? ¿Y los que están atrás son menos violentos en la noche?

- Eso es lo que queremos comprobar. Los liderazgos positivos de contención son más probables de encontrar en los que juegan atrás en la formación. El roce es mucho más fuerte en las primeras líneas, lo que en España llamamos los gordos, y entonces la expresión emocional está ligada a la rabia, a la furia, al enojo. Y eso es peligroso. Nos está empezando a generar cosas... Es también muy interesante cómo varía la relación entre jugador y entrenador. El entrenador tiende a visualizar su relación desde el punto de vista del ejercicio del poder, el jugador, desde la influencia. Estamos investigando el vínculo entre jugadores, entrenadores, directivos y socios.

- Desarrollaron un plan a partir de marzo de 2020, pero a finales de año se conocieron los tuits de los jugadores de Los Pumas. ¿Los reafirmó en el proyecto o les hizo ver cosas que no habían visto...?

- Primero, yo conocía la Argentina, las dinámicas. Vivo en San Isidro. Estaba en el lugar perfecto, mi esposa es sanisidrense de toda la vida, mis cuñados también, trabajo con Gustavo Posse en un programa... O sea que yo conocía cosas. Pero además conozco, porque es lo que he investigado en estos años, cómo conectan la competencia deportiva con el conflicto deportivo y la violencia en el deporte.

Una de las publicaciones de
Una de las publicaciones de Pablo Matera en Twitter

- ¿Es viable creer que Matera, Petti y Socino escribieron esos tuits en 2011 y 2012 y nadie, ni compañeros, ni entrenadores, ni dirigentes los leían, nadie sabía lo que pensaban? ¿Hay algún tipo de estudio, algún tipo de trabajo en los equipos juveniles acerca de qué papel cumplen los entrenadores?

- De los 642 clubes de la Argentina seleccionamos varios grupos. Por ejemplo 20 chicos de 10, 11 y 12 años que van a pasar por un programa de identificación de estereotipos discriminadores. Les vamos a enseñar a observar y a observarse, a detectar si están sosteniendo estereotipos y prejuicios, les vamos a enseñar a enfrentarlos y a no caer en ellos. Esta es la manera en que nosotros pensamos que debe enfrentarse el tema de los tuits, formando a los jugadores de rugby para que detecten sus propios estereotipos y prejuicios.

- ¿Van a formar también a jugadores y dirigentes?

- Nosotros comenzamos siempre con jugadores y después pasamos con el programa a adultos. Trabajamos con entrenadores, socios, dirigentes y jugadores. Estamos sembrando: hemos comenzado a trabajar en la formación de entrenadores que trabajan con chicos de seis a nueve años, porque creemos que el punto clave de esta historia está ahí abajo. Si nosotros transformamos la manera en que se forma, educa y trabaja con un infantil, primero 6 a 9, luego 10 a 12, luego 13 a 16 y así sucesivamente, si comenzamos ahí abajo podemos cambiar las dinámicas formativas.

- ¿Por qué cree que el problema está ahí abajo, qué ha visto?

- Rugby 2030 consiste en preguntarle al rugby argentino como quiere ser de mayor en el siglo XXI. No qué rugby tuvimos ni cuál tenemos, sino cuál queremos para el futuro. Y la respuesta no puede ser el mismo rugby que tenemos hoy, porque el de hoy tampoco se parece en nada al de ayer. Yo siempre digo que si un entrenador entrena a sus jugadores como a él lo entrenaron, los está entrenando para un rugby y un mundo que ya no existen. Se necesita una nueva manera de formar jugadores.

- Insisto, ¿qué vio en el grupo de seis a nueve años?

- A los niños hay que enseñarles cómo debe ser un jugador de rugby al mismo tiempo que se les enseña a jugar al rugby. Esto de destinar los últimos 15 minutos a hablar de valores ni vale ni va a servir, porque esta es una generación a la que no la sientas a hablar de valores. Y tenemos que entender que hablar de valores hoy no es lo mismo que hacerlo hace 15 años. Necesitamos hablar más de competencias que de valores. Y el ejemplo que pongo yo es el de la charla entre Matera y el árbitro ante Nueva Zelanda. Cuando Matera le dice “acá falta el respeto, y yo pongo el respeto”, y todo eso. Y el árbitro le dice “Pablo, yo te necesito como capitán liderando a tu equipo, no pegándote con el equipo contrario”. Esa es la expresión del gran cambio formativo que nosotros queremos poner sobre la mesa. Matera responde a la lógica del siglo pasado, la lógica de los valores, que cada uno realiza en un contexto como se le ocurre.

- Esa lógica de los valores, ¿no es también tranquilizadora? Es decir, yo proclamo que creo en unos valores y los sigo, y eso ya me sitúa en una posición mejor.

- Es verdad, pero el problema es que cada uno le pone al valor respeto el contenido que le da la gana. El valor es como un faro, pero esta generación se quedó sin gasolina para entender el camino. ¿Y qué le pide el árbitro a Matera? Le pide una competencia, que es el liderazgo, y no el valor del respeto. Y cada vez que el jugador en el rugby aprende un hacer, aprende una competencia del ser. Lo vamos formando desde abajo, como si fuera un rompecabezas, en el que cada competencia le aporta un hacer nuevo que replica en el ser.

- Si fuera el árbitro y le explicara a Matera velozmente la diferencia entre valores y liderazgo, ¿qué le diría?

- Es que yo creo que el árbitro se lo dijo muy bien: yo quiero que lideres dentro del terreno de juego, no que te cagues a palos con el adversario.

- Como capitán hay cosas que no puede hacer...

- No puede. Está liderando a un equipo, tiene que gestionar, que atemperar. Forma parte de una competencia deportiva que no debe convertirse en un conflicto violento. Y otro tema: creo que no se ha entendido bien lo que pasó (a partir de los tuits de los tres Pumas), la gente no conoce los códigos disciplinarios del rugby argentino. Se genera una denuncia, se constituye el tribunal de disciplina, que toma una medida cautelar de desafectación de jugadores. No es ninguna sanción, es una medida cautelar. ¿Por qué se desafecta a un jugador? Entre otras cosas, para protegerlo. Australia podría haber dicho ‘yo no juego si ese tipo está en tu alineación’, y eso hubiera sido un problema. A los jugadores se los llamó y se les pidió que se explicasen para decidir si se sostenía esa medida cautelar. Dijeron que sí, que así había sido y que estaban totalmente arrepentidos de lo que habían hecho. Es una situación totalmente diferente a la del jugador australiano Israel Folau, que cuando lo llaman y le piden explicaciones sobre sus tuits él dijo ‘me ratifico”, y lo expulsaron. Ellos se arrepienten, el tribunal levanta la medida cautelar. Y el entrenador, teniendo en cuenta la situación emocional en que estaban los jugadores, decide no alinearlos, pero eso es una decisión técnica. No supimos explicarlo, eso es cierto.

La publicación del australiano Israel
La publicación del australiano Israel Folau, que generó el repudio del mundo del deporte

La resolución del caso de Matera, Petti y Socino llegó días después de la conversación de Infobae con Calvo Soler. El español prefirió no hablar de la decisión de la UAR de declarar prescrita la acción y obligar a los jugadores a asistir a una serie de charlas y realizar diferentes actividades que les hagan entender lo que hicieron. Sería, sin embargo, un error pensar que con combatir la xenofobia, el racismo y la discriminación se acaban los problemas en el mundo del rugby.

- ¿Qué papel tiene la intensísima preparación física y la cantidad y potencia de suplementos que se toman hoy? Un chico de 15, 16 o 17 años tiene hoy una fuerza, una energía que hace 20 años no se tenía. ¿Es un tema que se esté enfocando?

- La palabra clave es pedagogía. El gran cambio del rugby neozelandés lo hicieron cuatro pedagogos. La clave está en la manera que enseñamos y qué enseñamos. Una persona bien formada puede enfrentar ese problema que es el excesivo y dramático crecimiento físico. Estos chicos están tan acostumbrados a vivir con el roce constante, que cuando están fuera del deporte sufren un roce, no leen las señales del cuerpo que les dicen que alerta, que esto no es el partido. Reaccionan, y esa reacción en el terreno de juego, como enfrente tienes otro armario y hay reglas, se acaba en dos minutos.

- El boxeador tiene prohibido el golpe fuera del ring...

- Exactamente, y eso se llama pedagogía. Yo tengo un sobrino de 12 años que hace taekwondo y repite un mantra que es “dentro del tatami todo, fuera del tatami nada”.

- ¿Muchos jugadores de rugby se sienten siempre dentro del tatami?

- Necesitamos construir las herramientas para que los jugadores puedan entender las dinámicas fuera del tatami. Que aprendan a leer mejor su cuerpo, las señales de que hay tensión fuera del tatami, que entiendan que eso es otra cosa. Las preguntas, la comunicación no violenta, la respiración. Recursos que otros deportes aplican y que sirven para controlar la respuesta naturalmente violenta que el deporte lleva incorporada. Creo que nosotros hemos formado coches de alta velocidad y no les hemos puesto el freno. Ahora hay que incorporar el freno. Poner como freno simplemente el discurso de los valores hoy ya no funciona, eso no funciona con un chico de 17 años.

- Hay racismo, hay discriminación, hay homofobia, ¿en qué medida, en qué extensión?

- Hay que tener cuidado, porque yo también tenía un prejuicio con el rugby, y cuando empiezas a viajar por la Argentina ves que el rugby salteño, jujeño no es el rugby de San Isidro. Hay un rugby inclusivo.

- ¿Cómo definiría San Isidro?

- Para el programa de estereotipos hemos traído a 15 personas de la Argentina que conciben al rugby como un fenómeno inclusivo. Por ejemplo, el presidente de un club en el que sus 15 jugadores son de pueblos originarios. O la presidenta de un club que hace de él una máquina de cambios sociales en su pueblo. O la única mujer que tiene un cargo en una unión de rugby. Juntamos a todos aquellos que hace años que vienen trabajando en un rugby inclusivo. Hay una manera de entenderlo como un deporte que tiene la posibilidad de ayudar a las personas a mejorar como personas, como cualquier otro deporte. El rugby tiene claro que primero debe servir para formar personas, otra cosa es si lo hacen bien o mal. pero hay un espacio más tradicional, más clásico, que pone más el peso en el rugby que fue que en el rugby que va a ser. Hablar de San Isidro es mucha generalización, porque por ejemplo el SIC tiene los Espartanos. Hay una convicción ahí, el SIC tiene un producto social. Pero sí creo que hay gente que tiene miedo a que le cambien tanto el rugby que no sepan dónde encajar, hay gente que entendió que sostener el rugby del pasado con una generación del presente es condenar al propio rugby a la desaparición. Yo creo que esa es la batalla que está encima de la mesa.

Los Espartanos, el equipo de
Los Espartanos, el equipo de rugby que busca incluir en las cárceles

- Si el rugby sostiene el discurso de los valores y no va más allá, ¿qué riesgos corre?

- Un firme riesgo de perder una potencialidad enorme que veo en él. ¿Qué deporte tiene el volumen de voluntarios que se mueve todas las semanas para entrenar a los chicos? Ese es un potencial enorme del rugby. Pero si el rugby no se hace cargo, no restaura y se transforma va a tener serios problemas para sortear la manera en que es visto hoy fuera del mundo del rugby por la sociedad argentina.

- ¿Cuándo se van a ver los primeros frutos?

- Nosotros somos la vacuna del coronavirus, salimos de urgencia. Hay que poner en valor el proceso, pero el resultado va a tardar en llegar. Se necesita un proceso sostenido en el tiempo que otros disfrutarán en sus resultados. El aspecto más positivo de las tradiciones es que son los fundamentos para construir cosas sólidas, lo negativo es que son las anclas que no te permiten avanzar. No podemos traicionar la confianza de los jóvenes dándoles un rugby del siglo pasado. El rugby necesita aggiornarse al siglo XXI.

- Cuando dice todas estas cosas, ¿qué tipo de reacciones observa?

- He tenido de todo, batallas de todo tipo, que nos sirvieron para entender y aprender. Yo creo que traiciono la confianza de mi hijo si pretendo que mi hijo tenga el mundo que yo tuve y que reaccione como yo reaccionaba. Uno de los grandes retos de un padre es dejarlo libre al hijo tras haberlo ayudado. El rugby tiene que aprender eso. Hay muchos de los 642 que han aceptado el reto de la transformación. he encontrado gente maravillosa que me dice cuenta conmigo, otra gente que no entiende, y se lo he explicado, y otros que me dicen esto es una locura.

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