Corrían los primeros años de la década del 2000 y Diego Maradona buscaba reponerse de sus adicciones en La Pradera, en Cuba, cuando un italiano se apersonó en la puerta del complejo con el objetivo de trabar relación con el Diez. La respuesta al desconocido fue un no rotundo, sin embargo, obstinado, no abdicó.
Stefano Ceci contaba con algo de recursos para solventarse la estadía, pero alejarse de La Pradera podía minarle las oportunidades. Se había "enamorado" del Diez como todo napolitano que vivió en éxtasis los años en los que el astro le arrebató la corona a la Italia poderosa, la del Norte, para hacerla brillar en el Sur de su país, en su humilde Napoli. Incluso, atesoraba una foto de cuando era un niño y había logrado arrancarle una imagen eterna. En consecuencia, cual indigente, Stefano decidió hacer base en la puerta. Allí durmió una, dos, tres noches, observando los movimientos del entorno de Maradona, pero sin suerte.
Hasta que Guillermo Coppola, entonces representante del ex capitán de la selección argentina, se apiadó de Stefano e intercedió para el encuentro. “Hubo buena onda de entrada”, cuentan desde la intimidad de Maradona y no se le despegó más. Así, el Tano fue ganando la confianza del ex futbolista, avanzando casilleros. Hasta transformarse en el enlace de sus negocios en Europa, pero sobre todo en Italia, hasta el día de su muerte.
En las últimas horas, Ceci tomó especial relevancia por una revelación que hizo en una entrevista al diario La Repubblica. “Puedo decir algo con seguridad: Diego se dejó llevar. Estaba cansado de vivir. Estaba deprimido. El encierro y todas las restricciones por la pandemia le dieron el golpe final. Me lo dijo hace un año: ‘Tanito, estoy cansado, voy con mi mamá y mi papá’”, hizo ruido.
“La suya era una muerte anunciada. Diego lo decidió. Si quería algo, no había forma de contradecirlo. No se le debería haber permitido salir del hospital una semana después de haber sido operado de la cabeza, pero decir que no para los que estaban con él en esos días hubiera significado enfadarlo”, agregó.
¿Tan cercano era a Diego como para poder acceder a tan profundos sentimientos del fantasista? Sí. Incluso, ya en la etapa de Matías Morla como apoderado de Maradona, el abogado le prestó el oído a varios negocios que le ofreció a Diego en Europa. Por ejemplo, fue el impulsor del regreso de Maradona a Nápoles en 2017, en el que vivió de homenaje en homenaje y fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad. También fue intermediario con varias cadenas del Viejo Continente que pretendían hacer programas especiales o documentales sobre Diego.
Stefano Ceci dejó de ser el osado desconocido que se transformó en homeless por unos días para acercarse a Maradona y quedó dentro de su círculo íntimo. Le ofreció el hombro en su aventura en Dubai, en la que muchas veces lo confundían como parte del cuerpo técnico. No es para menos: si Diego hacía ejercicio, él hacía ejercicio. Si el ex futbolista quería pelotear, ofrecía su físico espigado. Compartió cumpleaños, las fiestas de fin de año, como un familiar más.
Incluso llevó su increíble historia al papel: en 2015 firmó el libro "Maradona, el sueño de un niño" (o "il sogno di un Bambino", en italiano) en el que narra sus experiencias junto al ídolo del Napoli, su amigo. Lo editó la RAI y fue presentado en varias ciudades de la península. Incluso Ciro Ferrara, leyenda del conjunto napolitano en aquellas hazañas de los 80, ex compañero y amigo de Diego, participó de disertaciones sobre la obra.
Pero más allá de la cercanía, Ceci nunca perdió un ápice de fanatismo. Su cuerpo está tapizado de tatuajes de Maradona. Formó una familia y, para no dejar dudas sobre su admiración, a su hija la bautizó Mara Dona Ceci. Y ungió como padrino a… Sí, la figura de Argentina campeona del mundo en México 1986. Su cuenta de Instagram es Stefano Ceci… 10.
En los últimos meses del Diez en Fujairah se trasladó con la familia en varias oportunidades. Y mantenía el “ritmo Maradona”. Se adaptaba a sus horarios y rutinas. También lo acompañó en la firma del contrato con Dínamo Brest de Bielorrusia (club en el que el astro quedó como “presidente honorario” cuando asumió como director técnico de Dorados de Sinaloa) y también en el Mundial de Rusia; en los encuentros de la Selección y en el set de “De la mano del Diez”, el programa que condujo con el periodista Víctor Hugo Morales.
Stefano hasta aprendió a manejarse con soltura en el español, aunque eran normales algunos baches en el idioma. Era ahí donde surgía el humor de Maradona para chicanearlo. “¿Sos boludo, Tano?”, bromeaba cuando no entendía alguna chicana. “Dieco, Dieco (sic)”, le respondía Ceci en esas ocasiones, con una sonrisa tan grande como la que cargaba, ilusionado, cuando se aventuró hacia la clínica La Pradera para acercarse al Diez.
El 30 de octubre, día del aniversario N° 60 de Maradona, le había dedicado un mensaje sentido en sus redes sociales. “Feliz cumple querido amigo mío de la vida. Este también es nuestro cumple... Son 20 años juntos llenos de batallas y lágrimas, pero también de inolvidables momentos de alegría. Los dos juntos dimos la vuelta al mundo. Lo que me acompañará por siempre será tu fuerza y tu mágica sonrisa”, rubricó. “Abrazo gigante, Tano. Nos vemos pronto en Buenos Aires, amigo”, le respondió Diego.
En la citada entrevista contó cuándo se había dado la última conversación telefónica con Pelusa. “La última vez que lo escuché fue una semana antes de que lo operaran, por Facetime. No estaba físicamente a su lado cuando murió. Yo era el Tanito, su punto de referencia, viví junto a él hasta marzo, cuando el maldito COVID bloqueó los viajes” se lamentó.
El reencuentro nunca se dio. El 25 de noviembre, en la casa del Tigre, Pelusa dejó de respirar. Ese día, Stefano volvió a compartir su foto de niño junto a Maradona. “Te quiero mucho, el Tano siempre estará a tu lado”, firmó.
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