El grito de gol sin arco, la ovación menos pensada y el sueño de Diego que se cumplió por el miedo: así fue la emocionante vigilia durante la operación de Maradona

Nuevamente, con la salud del Diez como protagonista, una ola de medios y de hinchas se agruparon en las inmediaciones de la clínica Olivos para presenciar otro final feliz en la historia del astro. Así se vivió

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REUTERS/Matias Baglietto
REUTERS/Matias Baglietto

- ¿Qué pasa acá? ¿Por qué tanto lío?

- Es por Maradona, señora.

- Pero, ¿cómo puede ser? Vivo en el 6º piso y desde allá se escucha...

No bien el doctor Leopoldo Luque confirmó que Diego Armando Maradona iba a ser trasladado desde el sanatorio Ipensa de La Plata hacia la Clínica Olivos, lugar en donde se llevó a cabo la operación con el objetivo de extraer el hematoma subdural que le descubrieron en la cabeza, el centro medico se convirtió en una especie de Meca. Hacia allí sería llevado el Diez en ambulancia, pero también iba a ser sitio de encuentro para la prensa y todos aquellos hinchas que buscaban hacerle sentir su cariño a uno de los íconos más grandes de la Argentina.

Mientras el reloj marcaba casi las seis de la tarde, varios fanáticos fueron copando las inmediaciones del lugar en el que el actual DT de Gimnasia sería intervenido quirúrgicamente. Claro que al tratarse de Diego, no había predominio de colores, por lo que se podían apreciar camisetas del Lobo, tatuajes de Boca, shorts de Racing, gorras de San Lorenzo y hasta buzos de River. En realidad sí se podía distinguir una bandera por sobre las otras: la de Argentina. Porque Maradona no entiende de cuadros ni de equipos, Maradona es de todos.

- Olé, olé, olé, olé, Dieeegooo, Dieeegooo...

A medida que los canales de televisión informaban que el campeón del mundo de 1986 se aproximaba al sanatorio, no solo los devotos maradonianos empezaban a colmar las calles linderas a cuentagotas, sino que también lo hacían los distintos integrantes del entorno de Pelusa. Una de las primeras en llegar fue Jana, su hija -reconocida en 2014- que en época de cuarentena prácticamente se mudó a la casa de su padre para acompañarlo en el encierro. Lo hizo escoltada por Johnny Espósito, sobrino (hijo de Mary Maradona) y quien desde hace años asiste al astro de Villa Fiorito. Luego, lo hizo Verónica Ojeda, ex pareja y madre de Dieguito Fernando (el menor de los herederos del ex futbolista).

La puerta de la Clínica
La puerta de la Clínica Olivos se llenó de periodistas y de fanáticos de Diego (REUTERS/Matias Baglietto)

Alrededor de las 19:10, dos ambulancias de la prepaga Swiss Medical paralizaron el escenario con sus sirenas. Al doblar por la calle Arenales y hacer su ingreso por el portón lateral de la clínica, se produjo el primer momento Maradona de la jornada: una manada de camarógrafos, fotógrafos, movileros y cronistas se abalanzaron sobre los vehículos con el frustrado intento de conseguir una imagen de la estrella, al mismo tiempo que los seguidores pusieron fuerte en el cielo su grito de aliento para su Dios pagano.

- Y cuando va a la cancha, la Doce le agradece todo lo que Dieguito se merece...

El autor del Gol del Siglo frente a Inglaterra llegó acompañado por Gianinna. Su aparición solo volvió mas fervientes a los hinchas y más inquietos a los periodistas, que con el anhelo de brindar antes que nadie la novedad solo brindaban una serie de datos e informaciones que se contradecían de un minuto a otro.

Ya con la mayoría del elenco dentro del lugar y rendidos ante la ineludible espera, tanto hombres de traje y micrófono en la mano como los que tenían el número ’10′ en la dorsal tomaron la decisión de romper la guardia que yacía en la puerta anexa y peregrinaron en conjunto hacia la principal, que se convertiría en un santuario improvisado con banderas y carteles y en el escenario ilustre de todo lo que vendría.

Los devotos maradonianos lloraron, rezaron
Los devotos maradonianos lloraron, rezaron y celebraron cuando el doctor informó que el Diez se encontraba en buen estado

- O mamma, mamma, mamma... sai perche' mi batte il corazon? Ho visto Maradona, Ho visto Maradona eh, mamma, enamorado estoy.

Casi como un gol agónico que sirve para ganar un partido en el último minuto, Dalma Maradona llegó a tiempo para reunirse con aquel que tantas veces juró por ella antes de que se lo lleven a un rally de nuevos estudios pre-quirúrgicos y que, finalmente, iban a culminar con Diego dentro del quirófano a la espera de la anestesia y el bisturí.

Vaya ironía de la vida: el último sueño de Maradona era poder juntar a sus hijos en una mesa. Algo que no pudo hacer, pero que casi logra por completo en una clínica y bajo un marco bastante alejado de la felicidad y sanación que anhelaba. El único ausente fue Diego Jr. Sinagra, debido a que se encuentra en Italia.

Como se esperaba luego de tomar la decisión de volver a realizarle los exámenes médicos, la operación comenzó recién pasadas las 21 horas. Pero más allá de las innumerables salidas al aire por parte de los corresponsales de radio y TV o de las constantes canciones y ovaciones por parte de los fanáticos, en el lugar solo predominaba la incertidumbre.

Los presentes se emocionaron hasta
Los presentes se emocionaron hasta las lágrimas cuando uno de los fanáticos leyó a viva voz el cuento "Me van a tener que disculpar", de Eduardo Sacheri

Uno de los momentos más enternecedores y sensibles de la ya noche del martes fue cuando uno de los fieles dejó su lata de cerveza de lado y tomó una edición de La vida que pensamos, de Eduardo Sacheri. Y fue ahí que, cual Hamlet, alzó su mano en alto y a viva voz entonó de principio a fin el cuento Me van a tener que disculpar, en el que el autor describe y remarca su incapacidad de juzgar a Maradona por su actuación descomunal el 22 de junio de 1986 frente al seleccionado de Inglaterra. Un relato con el que el intérprete llegó a las lágrimas y que culminó en un abrazo con el resto de los que permanecían ahí, con frío y tras varias horas, por la misma razón que su interlocutor: una demostración de amor.

- ...Ya que el tiempo cometió la estupidez de seguir transcurriendo, ya que optó por acumular un montón de presentes vulgares encima de ese presente perfecto, al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria.

Los minutos avanzaban y, mientras algunos medios recogían sus equipos y guardaban todo, las personas ajenas a la labor de informar pero propias al deseo de bienestar de su ídolo fueron acaparando el lugar. De los 50 que había a las 18 cuando todavía pegaba el sol de noviembre pasaron a casi 200, a las que poco les importaba el viento, el clima fresco o el hecho de que al otro día seguramente debían madrugar para afrontar la dura rutina: estaban ahí presentes, por el simple hecho de estar.

Cerca de las 22.40, llegó la primicia -nobleza obliga- por parte del periodista Martín Arévalo, de TyC Sports. “Queremos llevarle tranquilidad a la gente porque, gracias a Dios, la operación de Maradona fue exitosa y todo salió bien”, relató al aire y se produjo el estallido de la muchedumbre. El ambiente fue invadido por un “¡Vamos!”, al unísono, que se asemejó con un grito de gol, seguido por un nuevo cántico para festejar el momento.

- Ole le, ola la, el que no quiere a Diego no quiere a su mamá...

Leopoldo Luque, médico de Maradona, dando el parte médico tras operar a Diego.

Las horas de espera, tensión y nerviosismo valieron la pena. No había alma que no reflejara una sonrisa en la entrada de la Clínica Olivos, aunque aún quedaba tiempo para una ovación más. “Terminó la operación a Diego Maradona y fue un éxito. Todo se dio tal cual estaba previsto. Diego está bien y en su habitación descansando”, informó Luque en su primer parte médico pasando las 11 de la noche. Y la hinchada no necesitó oír nada más. Inmediatamente, los gritos y cánticos fueron dirigidos para el profesional de la salud, que se retiró saludando y agradeciendo el reconocimiento.

Lo vivido en la extensa jornada de martes alrededor de la operación de Maradona se podría comparar con el recorrido de una montaña rusa, con sus altibajos, del temor a la alegría, del cansancio a la emoción. Aunque quizá las palabras exactas las tenga Ernesto Cherquis Bialo, quien le brindó su testimonio a Infobae para el documental por los 60 años de Diego y sintetizó al personaje con esta frase: "La vida es una nota que hace trepitar el corazón cuando vas a cubrir a Maradona, en una final o en una cadena de oración en la puerta de un sanatorio. El hombre es el mismo. Es el que te emociona y el que te hace pedir a Dios por él”.

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