Fue la gran apuesta en la innovación táctica que ensayó Marcelo Gallardo en la visita al Morumbí. Ya sin Juanfer Quintero ni Nacho Scocco entre sus cartas, con Lucas Pratto lesionado y Milton Casco (vital cuando empleó línea de tres y carrileros) con coronavirus, el Muñeco optó por un esquema con tres puntas en su River. Y uno de ellos fue Julián Álvarez, el juvenil de 20 años oriundo de Río Segundo.
El delantero se transformó en la gran figura del Millonario en el 2-2 ante San Pablo en Brasil. Anotó el segundo tanto, luego de un pase de Martínez Quarta, con un remate potente y alto. Y le regaló una asistencia a Borré, tras un exquisito pase filtrado de Matías Suárez, para el 1-1 parcial. Pero para el director técnico no resultó una sorpresa. El joven ariete, que también puede volantear, es una de sus debilidades. Lo explicó el propio DT en enero pasado, cuando Álvarez se destacaba en la Selección Sub 23 que consiguió el pasaje a los Juegos Olímpicos de Tokio
“Es un jugador que a los entrenadores nos encanta. Por su calidad, por su generosidad, por su picardía. A cualquier cuerpo técnico le gustaría tenerlo. Es un chico muy joven y tiene mucho recorrido por delante”, dijo entonces. Y su sentencia llamó la atención porque bajo su tutela no tenía tanta continuidad. Pues bien, parece haberle llegado la hora...
Pero la confianza, en realidad, viene de larga data. Es el mismo juvenil en el que depositó toda su fe para darle rodaje en las últimas dos finales de la Copa Libertadores: en 2018 jugó 23 minutos ante Boca en Madrid, nada menos que en el duelo entre clubes más importante de la historia, y en 2019 ingresó 22 minutos frente a Flamengo, en Lima, ese encuentro que en River todos siguen lamentando porque la victoria se les escurrió de las manos a dos minutos para el cierre del juego.
¿Tanto valora Gallardo a Álvarez? La respuesta es sí, y el hecho de que lo haya incluido al menos un rato en cada una de las últimas dos finales de la Libertadores lo refleja a la perfección, en especial si se repara en que el Muñeco cuenta con al menos dieciséis futbolistas de renombre en su plantel. Si el cordobés no vio más acción hasta el momento fue simplemente porque juega de delantero y la competencia en el puesto era brutal: en esa posición también estaban Rafael Borré, Matías Suárez, Ignacio Scocco y Lucas Pratto. Con Nacho emigrado y el Oso tocado, Álvarez vio la pista liberada. Y voló...
Atento a esa circunstancia, y porque confía mucho en las virtudes del juvenil, Gallardo lo utilizó más de una vez en la mitad de la cancha. Por caso, lo puso como una suerte de ocho-siete frente a Gimnasia y Esgrima La Plata, la tarde del 28 de septiembre de 2019o en que River superó 2 a 0 al equipo dirigido por Diego Maradona. Y en esa misma posición lo incluyó frente a Flamengo en lugar de un extenuado Ignacio Fernández, con el propósito de cumplir la doble misión de lastimar por ese costado y de retroceder para controlar las trepadas de Filipe Luis y los encuentros del brasileño con el uruguayo Giorgian De Arrascaeta, quien se movió mucho por ese andarivel. Muchos analistas consideraron que Gallardo se equivocó con ese cambio, pero lo cierto es que Álvarez no influyó negativamente en el juego de River y que la cadena de responsabilidades de la caída se inició con una pelota que perdió Pratto en tres cuartos de cancha de Flamengo.
Álvarez, quien debutó en Primera División el 27 de octubre de 2018 en una victoria 1 a 0 sobre Aldosivi en el Monumental, jugó 24 partidos entre la Copa Libertadores, la Superliga y la Copa Argentina, y anotó tres goles. Ya celebró tres títulos como parte del plantel principal: la Libertadores 2018 ante Boca, la Recopa 2019 frente a Atlético Paranaense, y la Copa Argentina 2019 contra Central Córdoba de Santiago del Estero.
Nacido en Calchín, un pueblito cordobés de poco más de 3.000 habitantes ubicado a la vera de la Ruta Provincial número 13, llegó a River en enero de 2016 y antes estuvo a prueba nada menos que en el Real Madrid. Fue a España con apenas once años y causó una muy buena impresión, pero prefirió regresar a su pago chico para no extrañar a Mariana, su mamá que es maestra jardinera, y a Gustavo, su padre camionero. También se probó en Boca y en Argentinos Juniors, pero no se animó a despegarse de sus viejos. Villarreal y Almería, dos clubes españoles, lo tienen en el radar, según afirman por lo bajo desde el entorno del pibe. Tiene contrato con River hasta junio de 2021 y una cláusula de rescisión de 15 millones de euros.
Una foto con Lionel Messi en Rusia, durante el Mundial de 2018, domina la escena en el departamento donde vive en Buenos Aires. Ocurre que Álvarez fue uno de los sparrings que entrenaron con la Selección en el último Mundial. También jugó el Mundial Sub-20 de Polonia el año pasado, entre las participaciones salientes que tuvo con el conjunto nacional.
A fines de 2015, detectores de talento de River fueron a probar jugadores a Embalse Río Tercero y Álvarez cautivó a todos. “No lo dudé porque ya era más grande y sabía que las oportunidades se me iban a acabar”, dijo el cordobés al sitio oficial de River. En esa misma entrevista le pidieron que se describiera como jugador. Y respondió: “Me gusta más jugar y estar en contacto con el balón. Llego al gol por consecuencia del juego. Y eso me sale naturalmente y no me genera ningún tipo de presión. No soy un delantero de área, me gusta arrancar desde atrás y jugar por todo el frente de ataque. No tengo una sola forma de definir, sino que lo hago de varias maneras. No me obsesiona ser goleador".
No lo obsesiona, pero tiene una buena relación con la red, como lo comprobó en el Morumbí. “Es el primer partido después de tanto tiempo parado, de entrenarnos todos por separado. De visitante, por Copa, hicimos un gran partido y nos llevamos un punto importante. Estuvo parejo, el resultado estuvo bien, se nos escapó a lo último y podríamos haber ganado”, dijo el joven, con el libreto Gallardo bien aprendido. Por algo es su debilidad...
SEGUÍ LEYENDO: