Rubén Bruno, el héroe anónimo de River: el hombre que marcó el gol que cortó 18 años de sequía y hoy se dedica a buscar a las figuras del futuro

Un día como hoy, pero de 1975, un joven de la cantera millonaria marcaba uno de los tantos más importantes en la historia de la institución

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Rubén Bruno marcó el gol
Rubén Bruno marcó el gol que rompió la sequía de 18 años sin títulos en River (@RiverPlate)

Para contar esta historia hay que poner todo en contexto. River, uno de los clubes más grandes y populares del país, en ese entonces no atravesaba su mejor momento en el plano deportivo. Aunque el Millonario ya era uno de los clubes más laureados de Argentina, la institución llevaba 18 años de sequía, algo atípico e impensado.

La angustiosa espera finalizó un 14 de agosto, con la obtención del Metropolitano 1975. Ese sufrimiento -una especie de calvario mezclado con una maldición- que vivían los hinchas acabó con un cierre de película, de la mano de un inesperado héroe: un joven de 19 años llamado Rubén Bruno, quien en diálogo con Infobae rememoró aquella proeza.

El gol de Juan Fernando Quintero a Boca en la final de la Copa Libertadores de 2018 o el de Antonio Alzamendi a Steaua Bucarest en la Intercontinental de 1986 aparecen en lo más alto de la lista, pero dentro de esta selecta nómina también se encuentra el del protagonista de esta historia. Este tanto fue una especie de liberación para los simpatizantes más añejos de River.

Con dos goles del Beto Alonso, los de Núñez vencieron a San Lorenzo en el Monumental en la fecha 36 y quedaron a un paso de la gloria. De repente, una huelga por tiempo indeterminado por parte de Futbolistas Argentinos Agremiados (buscaban que se firmase el Convenio Colectivo de Trabajo) hizo que el Millonario debiera presentar una formación plagada de amateurs ante Argentinos Juniors para no dejar pasar la chance de conseguir una nueva estrella.

Rubén Bruno actualmente trabaja en
Rubén Bruno actualmente trabaja en las infantiles de River (Prensa River / Diego Haliasz)

Rubén Bruno, quien llegó a la institución de Núñez de la mano de Renato Cesarini en 1966, no sentía la presión con la que vivían los profesionales. En ese momento ni se imaginaba el lugar de privilegio que le tenía guardado el destino cuando se alistaba para una nueva práctica con sus compañeros. “Nosotros supimos que íbamos a jugar esa misma tarde, cuando los dirigentes nos informaron que se había decidido que jugáramos pese a ser amateurs, representando al club en reemplazo de los profesionales”, comenzó su relato quien hoy está al frente de la categoría 2008 de las Divisiones Infantiles del Millonario.

Esta noticia sacudió al Monumental, lugar en donde se produjeron varias reuniones y debates en las horas previas al trascendental compromiso. La primera fue con los jugadores del plantel de Primera, quienes “se acercaron a la concentración para explicarnos que se trataba de consolidar el estatuto del futbolista y el alcance de la medida, dándonos a entender que era también en beneficio nuestro”. Sin embargo, Bruno recalcó que “en ningún momento nos sugirieron no jugar”.

El siguiente cónclave fue entre los que serían los encargados de tener que saltar al campo de juego. ¿La votación? “De los 20 concentrados, 19 votamos por jugar y sólo uno de los chicos votó que no”. “Ningún dirigente estuvo cerca luego de informarnos que íbamos a jugar en reemplazo de los profesionales. Recibieron la respuesta positiva de parte nuestra y quedamos concentrados con el cuerpo técnico, médico, delegados y allegados. Un dato importante a partir de nuestra respuesta positiva: la concentración fue custodiada por personal policial”, explicó.

Las horas, que parecían interminables, finalmente pasaron y llegó el momento de la verdad. Al campo de juego de Vélez, con Federico Vairo sentado en el banco de suplentes (el técnico del primer equipo era Ángel Labruna) saltaron los siguientes jóvenes: Alberto Pedro Vivalda; Orlando Ponce, Luis Alberto Jometón; Rodolfo Luis Rafaelli, Héctor Norberto Bargas (Sergio Gigli), Fernando Zappia (capitán); Leonardo Labonia, Rubén Mario Cabrera, Ramón Orlando Gómez, Rubén Norberto Bruno y Francisco Groppa (Luis María Giménez). La gente millonaria, que colmó el estadio, depositó sus esperanzas de romper el maleficio en un grupo de chicos que eran desconocidos para la gran mayoría.

Rubén Bruno rememoró su noche
Rubén Bruno rememoró su noche soñada con la camiseta del Millonario (Prensa River / Diego Haliasz)

“Había una cantidad impresionante de hinchas, todos de River. Cuando comenzó el encuentro estábamos tranquilos, dominamos claramente al rival, pero desperdiciamos muchas situaciones de gol y también la actuación del arquero de Argentinos Juniors, Norberto Díaz, nos estaba privando de la victoria que merecíamos hasta ese momento”, rememoró Bruno en diálogo con Infobae.

Promediando la segunda parte, luego de algunos cambios tácticos (Bruno se adelantó unos metros para jugar en su posición habitual) la visita finalmente pudo romper la resistencia del equipo de La Paternal. El propio protagonista fue el encargado de relatar su más célebre jugada: “Bargas me da un pase en profundidad y, tras una mala decisión de un defensor de Argentinos, gano la pelota quedando mano a mano con el arquero. Fueron momentos, instantes, en los que recordé todas las enseñanzas de los técnicos que tuve en inferiores: levanté la cabeza, vi salir al arquero y, cuando intentó achicar, definí al segundo palo, como me enseñaron. Fue una emoción indescriptible. La gente en las tribunas estaba enloquecida, queriendo abrazarnos. Una locura total, y nosotros siendo parte de algo histórico, fantástico, extraordinario, algo que escapa a cualquier comentario normal. Son sensaciones que voy a llevar conmigo siempre”.

Esta acción le dejó imborrables momentos en sus retinas: “Fue un shock el recibimiento de la gente cuando entramos a la cancha. Había una nube de fotógrafos, algo nunca visto por nosotros. Pero lo más impresionante fue la invasión de la gente cuando terminó el partido. Había gente llorando que se llevaba el pasto. Hice la tan ansiada vuelta olímpica en los hombros de algún hincha que me llevó. También la vuelta al Monumental por Juan B. Justo, en donde la gente corría y los autos no dejaban pasar al micro. Después de tres horas llegamos al Monumental, que ya estaba lleno de gente festejando”.

“Cuando convertí el gol fue una sensación hermosa. Recordé todos los esfuerzos de mis padres, los seres queridos, los técnicos que tanto me ayudaron y una satisfacción hermosa por haber logrado un hecho histórico, de lograr romper una racha tan negativa. Algo que con el transcurso del tiempo me di cuenta es el estar en la historia de unos de los clubes más importantes del mundo”, añadió.

El gol de Rubén Bruno que le dio a River el Metropolitano 1975

La base que disputó la gran mayoría de ese torneo estaba conformada por Ubaldo Fillol, Pablo Comelles, Roberto Perfumo, Héctor Artico, Héctor López; Juan José López, Miguel Ángel Raimondo, Reinaldo Mostaza Merlo, Norberto Alonso, Pedro González, Carlos Morete y Oscar Pinino Mas. La huelga se levantó tras una conciliación obligatoria y la última fecha ante Racing la disputaron los profesionales. Vencieron por 2 a 0 a Racing en el Antonio Vespucio Liberti con goles de Alonso y Morete.

Pero esa enorme alegría, con el correr del tiempo, comenzó a transformarse en una especie de pesadilla para la mayoría de ese grupo de ignotos salvadores. “Durante mucho tiempo se nos tildó de carneros, y de ninguna manera lo fuimos, ya que ninguno de nosotros tenía un contrato profesional. Eso fue muy doloroso porque en el 71 hubo una huelga de los profesionales y muchos de los que estaban en el 75 fueron parte de dicha huelga y siguieron jugando en Primera División. Creo que tuvieron mala memoria”, esbozó Bruno sobre las acusaciones que cayeron sobre ese grupo de jóvenes que aceptó el desafío de ir por la gloria.

Además de cargar con esa “cruz”, Bruno recibió una de las noticias más duras de su carrera a finales del siguiente año: River decidió dejarlo en libertad de acción. “Fue un profundo dolor dejar mi casa, donde llegué como un niño. El costo de dejar mi casa fue devastador y me costó mucho superar toda esa adversidad, pero creo que cada uno tiene su destino y el mío no estaba ligado al club que me dio todo. Me decepcioné, perdí el incentivo y me costó horrores dar vuelta la página”, reconoció.

Tras su salida del Millonario, su carrera comenzó a derrumbarse. Incluso utilizó una cruda frase para graficar sus sentimientos en aquel entonces: “Era un cuerpo sin alma”. Después de Núñez pasó por Los Andes, Central Norte de Salta, Huachipato de Chile, Unión de Zapala e Independiente de Neuquén. Cuando el delantero comenzó a recuperar su nivel, una lesión precipitó su retiro. Sólo tenía 27 años. “En 1982, una fascitis plantar grave me imposibilitó seguir jugando. Al año siguiente decidí dejar la actividad, quizás en el mejor momento de mi carrera post River”.

Rubén Bruno junto al resto
Rubén Bruno junto al resto de los campeones del Metropolitano 1975 durante un homenaje realizado por River hace algunos años (Museo River)

Uno de los mitos más famosos de la cultura asiática es el denominado “Hilo rojo”, el cual afirma que los dioses atan un cordón en dos personas que están destinadas a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar o circunstancias. Este hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper. Algo similar pasó con Bruno y River.

Luego de muchos años, durante la gestión de Rodolfo D’Onofrio, se le abrieron las puertas de la institución para trabajar en el fútbol infantil. “Es un señor como persona y como dirigente, de hecho, el más ganador de la historia del club. Fue la única persona que se acordó de mí. Soy muy feliz en River”.

Tengo la suerte de poder dirigir a los más chiquitos (la categoría 2008) y por supuesto hay cuestiones básicas que hay que inculcarles desde pequeños: el sentido de pertenencia, el respeto a los técnicos y toda la gente ligada a la actividad, el amor por la camiseta, la responsabilidad que te obliga vestir estos colores, la importancia de estudiar, el respeto y sentimiento con los padres, saber ganar y lo más difícil, saber perder. Y por sobre todas las cosas el estar preparados para enfrentar la vida si con el fútbol no se da”, sentenció.

Hoy la vida le sonríe a River desde la llegada de Marcelo Gallardo. El club no para de agigantar sus vitrinas, pero antes, en uno de sus peores momentos, un grupo de jóvenes aceptó el desafío y cortó una racha de 18 años de sequía. “Del club que yo dejé al día de hoy hay diferencias astronómicas y todas positivas. Hoy el chico que es jugador de River tiene todo: nutricionistas, psicólogos, médicos, estudios, contención y todo lo que se necesita para desarrollar su potencial”, concluyó Rubén Bruno, el “desconocido héroe” de River que ahora ayuda a encontrar a los cracks del futuro.

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