Antes de ser el manager de Diego Armando Maradona, Guillermo Coppola trabajó con varios jugadores del fútbol argentino, entre ellos Oscar Ruggeri. Fue así que al cruzarse en vivo, el ex representante sacó de su repertorio de anécdotas dos imperdibles historias que vivió junto al Cabezón.
Corría el año 1984 y la crisis financiera en la que se encontraba hundido Boca parecía irremediable. Esto provocó una deuda importante con su plantel y los jugadores decidieron entrar en huelga, reclamando las soluciones pertinentes. Fue ahí que uno de los protagonistas fundamentales para destrabar este conflicto fue el propio empresario, quien por entonces ya trabajaba con varias estrellas de Primera División y quien ofició de mediador en el famoso trueque entre el Xeneize y River Plate: Ruggeri y Gareca por Tapia y Olarticoechea.
“Hay gente que la historia la tiene cambiada. Si Oscar y Ricardo no iban a River, la huelga no se podía levantar porque la situación financiera de Boca era insostenible. Grondona me dice garantizó que si solucionaba los temas de Boca, River iba a poner la plata que habíamos negociado. Se habló tanto durante 48 horas que vamos a arreglar con River. Cuando nos recibe Hugo Santilli, nos quiere dar unos cheques y yo estaba tan negado por lo que estábamos viviendo en Boca que pedí efectivo. En las radios comunicaban que exigíamos el pago al contado. Como las salidas de la cancha de River no las conocíamos tanto, agarre un bolsito y le dije a Oscar ‘tomá, tené esto'. Era una pistola, le dije que la agarre para poder salir de ahí porque todo el mundo sabía que nos llevábamos el dinero en efectivo”, relató Coppola en una distendida entrevista que le dio al programa 90 Minutos, de Fox Sports.
Fue allí que Ruggeri decidió interrumpir a su interlocutor para hacer una aclaración: “Tenía el bolsito y me dijeron ‘si se nos tiran arriba del coche, tirá‘. Tan locos. ¿Cómo iba a tirar? Ja”. Luego, Guillote remató: “No sabíamos donde ponerlo, así que fuimos a Tapiales. El suegro del Flaco tenía una casa funeraria. Necesitábamos guardar la plata hasta el lunes que abrían los bancos. Entramos a la funeraria y había un cajón preparado, le levantamos la tela de seda y le pusimos todos los fajos de dólares. Lo cerramos y lo dejamos ahí hasta el lunes”.
Además, el empresario de 71 años recordó cómo fue sus primeros pasos en la representación de jugadores, labor que a sus comienzos intercalaba con su trabajo como empleado del Banco Federal Argentino. Precisamente en la oficina que poseía en la sucursal donde trabajaba era donde recibía a sus futbolistas.
“Salíamos de entrenar y nos íbamos al banco. Pedíamos comida, parábamos ahí. Todo el plantel de Boca estaba en esa esquina, hasta que nos peleamos con la hinchada. Nos venían puteando a mi y al Flaco porque íbamos a quedar libres. Nos puteaban, nos tiraban piedras al departamento, nos corrían por todos lados porque nos querían matar”, recapituló Ruggeri sobre este inconveniente que tuvieron antes de irse del elenco de la Ribera.
El conflicto entre la barrabrava del club y algunos referentes de aquel plantel era cada vez más grande, hasta que Coppola les propuso una solución a ambas partes. “Un día Guillermo nos dice que va a citar en el banco a los cinco capos de la hinchada de Boca y que teníamos que ir cinco de nosotros. Nos sentamos ahí y vinieron El Abuelo, Cabeza de Poronga, El Gitano, El Chueco y uno más. Nosotros éramos el Flaco, el Galleguito Vázquez, Cacho Córdoba, yo y uno más. Entonces dijeron que íbamos a pelear, que nos encontrábamos en el estacionamiento de un edificio vacío, nos peleábamos y que pase lo que pase se terminaba todo ahí. Ahí Guillermo dijo que era sin armas, así que se sacaron las armas ahí en el banco y las pusieron arriba del escritorio. ¡Estaban armados adentro del banco! Yo le dije al Abuelo que quería pelear con el mano a mano. Así que nos fuimos agarrando uno cada uno y al Galleguito, que no peleaba, le quedó el Chueco, que nadie quería pelear con él porque era un asesino. Ja”, relató el ex defensor de 58 años.
Finalmente, ambos protagonistas aseguraron que la riña nunca se concretó. “Al final no peleamos, los frenó Guillermo”, expresó Ruggeri. “Fueron hasta el último momento, pero no valía la pena. Era una locura”, concluyó el hombre de cabellera blanca.
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