Dany Ale, el peluquero de las figuras de Boca que organiza ollas populares: “No nos sobra, pero compartimos lo que tenemos y eso me hace feliz”

Aunque actualmente no tiene trabajo, ya que su rubro está totalmente paralizado por el coronavirus, se las ingenia para darle de comer a decenas de personas de barrios carenciados

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Se llama Daniel Alejandro Albornoz, pero su nombre artístico es Dany Ale. Así lo conocen en el barrio de Villa Hidalgo, un lugar muy humilde del que nunca renegó haber nacido. Así también lo llaman las figuras de Boca, a quienes pocos meses atrás les cortaba el pelo en las concentraciones. Nunca cuestionó haber sufrido de niño la falta de recursos, tampoco ostentó ni se la creyó cuando gracias al sacrificio y la dedicación logró ser el peluquero de varias estrellas del fútbol argentino. Mucho menos cuando invirtió esos pocos pesos que le “sobraban” para alquilar su propio local en Villa Ballester.

“Fue todo bueno, pasé de cortar en las villas, pasillos o patios a hacerlo en Puerto Madero, Nordelta y a viajar por provincias y países por el fútbol. Pero siempre quise ser el mismo. Sea en el medio de la villa o en el medio de Nordelta. Con una Coca en el barrio o un champagne en Madero. Lo que más destaco de los jugadores es la humildad. Son totalmente lo opuesto en lo económico a nosotros, pero la mayoría no dejan de ser ellos”.

Nació hace 26 años en este barrio de la localidad de José León Suárez del partido del General San Martín. Lleva casi diez en el rubro y no se olvida de sus raíces. Por eso, frente al flagelo de la pandemia de coronavirus, que golpea cada vez más fuerte en el AMBA, y sobre todo en el Gran Buenos Aires, Dany Ale tuvo un gesto digno de las personas que agradecen el presente, pero que no olvidan el pasado.

Con lo poco que tiene, ya que hace meses que no trabaja por el decreto de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), se las ingenia para organizar ollas populares dos veces a la semana. Este acto le devuelve la felicidad en momentos muy difíciles. No solo a él, también a su esposa Romina, que le saca parte del tiempo a sus dos pequeños hijos Liam y Kayla de 4 y 5 años. Y a su familia, que incluyen padres, hermanos, tíos y primos, todos mancomunados en la misma causa y con un único objetivo: ayudar a los que menos tienen.

“Lo que más destaco de mi familia y mis viejos es el amor que me dieron de chico y la enseñanza por el respeto. No tuvieron la posibilidad de darme los gustos, de comprarme buenas zapatillas o ropa cara y me he privado de muchas cosas de chico, pero nunca se los reproché y jamás lo haría. Ellos me marcaron los detalles y hoy tener la posibilidad de hacer una olla es parte de ellos”.

¿Cómo surgió la idea de querer ayudar y cuál es tu reacción ahora con lo que estás viviendo?

“Fue un poco de todo. De chico por haber pasado muchas necesidades y por acudir a un comedor. Y porque me motivó una persona que me está ayudando mucho. También Checho Ibáñez, un amigo que trabaja en el fútbol y es conocido en su barrio por hacer lo mismo. Fui a ver cómo se manejaba, porque para mí era todo nuevo. Entonces llamé a mi papá y le dije: ‘viejo, ¿lo hacemos?’. Y en dos días organizamos todos. Comencé con una olla prestada y ya llevamos casi dos meses ayudando”.

“Hoy veo que hay dos realidades en el barrio: una, es de la puerta de la villa para afuera y otra para adentro. No digo que somos distintas partes sociales, pero cuando te metés en el corazón de la villa, en el fondo, ves que hay gente a la que no se le da ni bola. Ahí ves la realidad y te toca muy profundo en el corazón. Ves que le falta el calzado a los chicos y que hay muchas necesidades. Yo llevé donaciones y me topé con la realidad, la otra, la que nadie ve. No me crié en el medio de la villa, pero sé que es un estado de clase muy baja. Sé lo que se siente. Y si puedo hacer que 200 pibes más tengan las mismas posibilidades que yo de acceder a un plato de comida o ropa digna, bienvenido sea”.

La humildad de Dany Ale es palpable cuando aclara que, aunque conoce a varias figuras importantes del mundo del fútbol, nunca recurrió a ellos. No por desinterés, sino porque él sabe que cada uno de ellos está ayudando a su manera a la gente que más lo necesita. En los últimos días se conocieron los casos de varios futbolistas, como Iván Marcone o Agustín Almendra, que también demuestran, junto a tantos jugadores y clubes del ascenso, ejemplares gestos de solidaridad.

“Me gustaría que muchas personas común y corriente como yo se animaran a hacerlo en su barrio. Es un tema muy delicado el que estamos pasando y sería bueno que copien estos actos y que los pibes como yo que quizá no cuenten con los mismos recursos, puedan tenerlos”.

Contanos en qué consiste las ollas populares que hacés.

“Yo vivo en Ballester, pero las hago en mi casa del barrio de Villa Hidalgo. No solo vienen personas de la zona, también de Boulogne, José León Suárez... Para mí fue todo nuevo y no sabía con qué me iba a encontrar hasta la primera olla. Colaboran conmigo mis viejos Cristina y Omar, mis tíos Roberto y Fredy, hermanos, parte de mis primos, cuñados y Ricardo Jannou, el vecino que se comprometió desde el principio. Y la ayuda principal de mi señora, que fue la que me empujó a darle para adelante. Para hacer esto se necesitan muchas manos. Uno colabora en hacer leña, otro en la limpieza, un día antes mi familia ya está cortando las papas, las cebollas para el día siguiente porque la verdad genera mucho trabajo. Los martes y los jueves, al mediodía, estamos convocando a todos los que quieran acercarse. Se llevan en sus viandas grandes o las ollas que traigan. Le damos bastante cantidad y porciones para dos días. Hacemos fideos con tuco, arroz con tuco, si nos donan polenta se la damos, junto con una bolsita con picadillo, pan, yerba y todo lo que recibamos”.

Ayer fue linda jornada , se multiplicó las personas ... vienen muchas ahora , hay que estar más preparados ya van casi...

Posted by Dany Ale on Friday, May 29, 2020

Naciste en un barrio muy humilde y pudiste progresar profesionalmente. Pero sos muy joven. ¿Quiénes fueron los eslabones principales de tus logros personales?

“Me tocó a partir de los 16 ó 17 ser independiente y gracias a Dios entré en un rubro donde pude crecer mucho. Comencé en la barbería a los 18, llevo casi diez años en el comercio, y hace seis años que estoy en el mundo del fútbol, que fue lo que realmente me permitió progresar. Tuve la suerte de conocer a Cristian Pavón (jugador de Boca que se encuentra a préstamo en Los Ángeles Galaxy) a principios de 2016. Por él entré a un club y una institución tan grande que aún no lo creo. Llegamos a una amistad quieras o no porque te ves todas las semanas, conocés y compartís cosas con su familia, eventos y te vas involucrando. Destaco su corazón enorme de él y toda su familia. Antes había estado en Vélez y con jugadores de otros clubes. Hace poco me tocó estar también en la AFA, donde atendí al Claudio Tapia, que fue quien me abrió las puertas. Es inexplicable lo que es como persona y realmente me dio una gran mano. Para mí es como un padre. También tuve contacto con Benedetto, Tevez, Wanchope, De Rossi, trabajar con tantas personas así sin dudas que te hacen crecer. Un diario italiano me hizo una nota por De Rossi. Eso fue único, jamás me iba a imaginar en la vida lo que me pasó. El conocer a Tevez, que para mi junto con Tapia son referentes”.

Dany Ale hace un alto nuevamente y aclara que no busca involucrar a nadie en su causa. Por eso, su gesto solidario casi que no se conoce. Su idea no es sacar provecho de los contactos ni usarlos políticamente para pedirle algo a alguien.

¿Por qué remarcás esto?

“Porque estoy al tanto de que cada uno colabora. Sé que Tevez lo hace con su barrio, Chiqui con los suyos y a mí me tocó responder por mi gente. Eso está bueno que se sepa que por ser amigo de Tevez, Wanchope o Palacios (Exequiel) uno debe depender de ellos. Yo sé personalmente lo que ellos hacen por su gente. Estoy al tanto de que ellos ayudan a su manera y de forma silenciosa. Porque la gente para opinar es fácil y critican desde el sillón a tal o cual. Pienso que hay que hacerlo y punto, pero no depender de nadie. No soy de pedirle a nadie y desde que hago la olla no lo he hecho. Lo único que pedí fue una olla prestada porque no tenía, nada más. Los estados que pongo (de Facebook y WhatsApp) nada más y para el que quiera donar lo que pueda”.

¿Qué fue lo que más te sorprendió de las donaciones que recibís?

“La gente que aprecio es la que más me sorprendió. Y del que menos te esperas, ese va a estar. La persona común y corriente. Tengo clientes, amigos y gente conocida que se pusieron todos a disposición. Un día un pibe me trajo un bolsa con un paquete de arroz y una calabaza. Me emocioné y le agradecí tanto porque ese es el mensaje que le di a entender. Con tan poquito ayudás a muchos. Este puñado de arroz en la olla suma mucho y comen muchas familias”.

¿Cuál es la enseñanza que te deja todo esto?

“Entendí varios mensajes con estas ollas que organizo. Lo primero que con poquito podes ayudar a muchos. No tenés que colaborar con 10 paquetes de arroz o 20 kilos de carne. Igual, al principio tuve miedo. Pensé dos días en hacerlo o no, por el qué dirán. Porque pueden decir que lo hago por política, para figurar o lo que sea, pero me enfoqué y estuve convencido en hacerlo sin importar lo que digan. Voy a hacerlo y no importa el que dirán, yo me iré a dormir con la conciencia tranquila de que mi granito de arena en este momento difícil. Hoy me siento muy feliz y siento que puedo ayudar a que otras personas lo hagan también. Les pido que lo hagan".

¿Qué donaciones recibís y de qué manera te lo pueden hacer llegar?

“Todo lo que quieran donar es bienvenido. He recibido desde ropa para donar, como barbijo o guantes de latex para que trabajemos nosotros con la comida y seamos más higiénicos. Cualquier cosa mínima se valora mucho. Hay personas que no te imaginas el momento que están pasando. Estamos recibiendo donaciones en mi local (Lacroze 4977, a metros del colegio Comercial de Villa Ballester) y en mi domicilio (Serrano 1240, a media cuadra de Sarratea, Villa Hidalgo, José León Suárez). No cuento con CBU porque no quiero relacionarme con plata, no me llama el dinero. Es más lindo recibir algo en el momento que dinero”.

En cuanto a tu situación personal y profesional, ¿cómo te estás manejando?

“Hoy el local está cerrado. Tengo tres empleados que nos intentamos ayudar el uno al otro. Mi estado es muy crítico. Estoy mal en el sentido que no cuento con ingresos, tengo mi familia y el mínimo recurso que tengo es todo para mercadería. Se me juntaron alquileres de la casa, el local y los servicios. Pero no bajo los brazos, confío de cara a fin de año. Para el estado no puedo trabajar, pero consdero que somos el rubro que más lo puede hacer. Tenés más riesgos en una farmacia que yo cortándote el pelo. No tocamos cara, tenemos guantes y podemos usar barbijos ambos”.

Entonces tranquilamente se puede hacer un llamado a las utoridades para que revean esto

“El protocolo en una peluquería o barbería se puede hacer tranquilamente. Hasta un vendedor de ropa lo puede hacer. Sería bueno hacer algo urgente porque me estoy fundiendo y junto a muchos colegas nos vamos a quedar en la calle. Mi negocio, que me costó sacrificio de años, lo sigo pagando y aparte te genera una deuda que va a ser cada vez más difícil de pagar. Esa es la realidad, lamentablemente. Pero no podemos culparlo de todo al presidente, son muchos los que juegan en este papel importante. Si algo buscaría hoy sería hablar con el Intendente y explicarle el local que tengo, que está todo en regla y mostrarle que se puede aplicar un protocolo. No hay que meter a todos en la misma bolsa y se puede trabajar en este rubro tranquilamente. Toca callarse y esperar. Lo importante es que en mi familia estamos bien de salud y eso es fundamental. Vivo en un departamento que no tiene patio ni nada, totalmente aislado, pero siempre enseñándole a los chicos a respetar la cuarentena”.

¿Cuánto de todo esto que hacés te ayuda a no bajar los brazos en este momento?

“Mucho. Cuando llega el lunes o el miércoles a la noche estoy contento y todo esto se me pasa, porque sé que al otro día voy a hacer una acción buena. Me despejo también con mi familia porque nos hace felices dar un plato de comida. No nos sobra, pero compartimos lo que tenemos. Por eso quiero transmitir a que todos lo hagan, en todos los barrios, sea una olla grande o chiquita. El mensaje final es que no tengan miedo de ayudar. Verán que se van a ir a dormir tranquilos, como yo”.

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