La pandemia de coronavirus le puso freno a casi todo el deporte en el planeta. Y Diego Schwartzman, primera raqueta argentina en el circuito, no es precisamente optimista con el regreso del tenis en lo que resta de 2020. “Hay muy poca información de cuándo se va a retomar el circuito. Al principio la comunicación fue muy mala por parte de la ATP sobre las cancelaciones, creo que también los agarró desprevenidos. Veo muy difícil poder jugar este año”, dijo el Peque en diálogo con Juan Pablo Varsky, por TNT Sports.
“No sé si lo más sano ya sería que nos digan que el año está perdido, cada 15 días nos vamos enterando de que se atrasa el circuito un tiempo más. El tenis se juega cada semana en un país diferente, no es fácil de retomar”, explicó. “Tenemos un chat en el que vamos informándonos, pero principalmente en el councill hay un delegado de los distintos puestos del ranking”, describió el método empleado para difundir las novedades.
Durante la entrevista, Schwartzman habló de cómo cimentó su trayectoria que hoy, a los 27 años, lo tiene en el puesto 27 del ranking ATP. “Mi carrera constó de ir dando pequeños pasos y buscar soluciones para mejorar. Creo que cuando gané mi primer Challenger me di cuenta que podía vivir de esto. Hoy por hoy incursiono en la neurociencia y el yoga como complemento del entrenamiento”, reveló.
Su gran momento profesional no lo hace olvidarse de dónde viene. Por eso también hizo público su reclamo respecto de cómo se reparten los ingresos en el circuito. “El problema del tenis es que está muy mal distribuida la plata que genera. No puede ser que alguien que está entre los 100 del mundo no pueda vivir del deporte o no pueda disfrutar de viajar con su entrenador”, planteó.
En su despegue, Peque tuvo respaldos y también un espejo. “Si bien Pico Mónaco me apadrinó y lo siento como un hermano, siempre miré mucho a David Ferrer. Intenté sacar la mayor cantidad de cosas de él porque tenemos características parecidas”, aseguró.
El hecho de haberse mezclado en la élite le permitió interactuar con monstruos como Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer. Con la leyenda suiza, por caso, comparte un código en broma cada vez que se cruzan en el circuito. “A Federer le causa gracia cómo digo su nombre, cada vez que me ve me dice ‘Roshhher’. Es un tipo muy divertido, con el tiempo se fue soltando y mostrando que no es el típico hombre suizo”, comentó.
Su talento también le abrió las puertas de la intimidad del fútbol, su otra pasión: Schwartzman es hincha de Boca. Y fue uno de los organizadores de la Champlay, el torneo de FIFA en PlayStation del que participaron figuras de distintos ámbitos, incluido el deporte más popular, que tuvo a Sergio Agüero como bandera.
“Tengo buena relación con Román Riquelme, que nació de mi fanatismo. Me invitó a comer un asado y de ahí tenemos el contacto. Las dos veces que fui me terminé yendo muy tarde. En el primero se habló mucho tanto de fútbol como de tenis y en el segundo vimos un partido de Boca”, concluyó, con el vínculo que trazó con el ahora vicepresidente segundo del Xeneize.
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